Mascarriel
*La mortandad y la pachanga: el Estado como (mal) historiador… *El festejo en medio de la tragedia… Mario Ibarra Sabemos que este será un año muy difícil, impredeciblemente complicado. A vuelo de pájaro, en nuestra pasada entrega le echamos una miradita rápida al sin fin de problemas que habrán de enfrentar el Estado mexicano, la […]
25 de enero de 2021

*La mortandad y la pachanga: el Estado como (mal) historiador…
*El festejo en medio de la tragedia…

Mario Ibarra
Sabemos que este será un año muy difícil, impredeciblemente complicado.
A vuelo de pájaro, en nuestra pasada entrega le echamos una miradita rápida al sin fin de problemas que habrán de enfrentar el Estado mexicano, la nación mexicana, el gobierno de la 4T y todos y cada uno de los mexicanos en edad se preocuparse y de asumir responsabilidades.
Cómo estará la cosa que hasta gente de la estatura de un Carlos Slim está preocupada y así lo manifiesta….
Ah, pero de que tendremos nuestras pachanguitas, las tendremos.
Ya ve usted cómo somos: “al mal tiempo buena cara”; “De algo nos vamos a morir”; “Al cabo voy a llevarme nomás un puño de tierra”, son sin duda algunos de nuestros refranes consentidos.
Otrosí: ahí tenemos a las policías municipales y estatales y hasta federales, deshaciendo fiestas, festejos y reventones de hasta cientos de personas (la mayoría de ellos jóvenes -es decir: bobos e irresponsables-), que se sienten inmunes de todo contagio. (No lo son, y menos al de la estupidez, claro).
Así que, entre cientos de miles de mexicanos fallecidos por el covid-19, encontraremos lugar y tiempo para “festejar…”
¿Festejar qué?
Bueno, 700 (hipotéticos) años de la fundación de Tenochtitlan, 500 años de su caída y 200 años de la consumación de la independencia.
O sea. De no ser por la pandemia, nos pasaríamos el año entero en una pachanga interminable. Pero…

AUTOCELEBRACIÓN Y POMPA…
Hay que decir que toda es importante para el Poder, o sea: para el Estado.
Es más: es el Estado el que ha inventado las conmemoraciones patrióticas.
Es el Estado el que ha diseñado el calendario patrio, el que ha puesto las fechas conmemorativas y el que se encarga de los festejos.
¿Por qué?
Ah, porque en la conmemoración, el Estado se celebra sobre todo a sí mismo.
Se legitima -o busca legitimarse. Se auto justifica. Se auto sacraliza. Se presenta a sí mismo como el resultado heroico, maravilloso y providencial de una historia que él mismo, el Estado, ha redactado.
Y esto así urbit et Orbis, y desde que el Estado – Nación existe.

LA HISTORIA PELIGOSA…
“Bien dijo Paul Valery que cierto tipo de historia es muy peligroso, y las conmemoraciones pertenecen precisamente a ese tipo”, nos recuerda Jean Meyer citando al poeta e intelectual francés (una de las inteligencias más brillantes del siglo XX para algunos, Cioran entre ellos).
Apunta Valery:
“La historia es el producto más peligroso que la química del intelecto haya elaborado. Sus propiedades son bien conocidas: hace soñar y emborracha a los pueblos, les engendra falsos recuerdos, exagera sus reflejos, entretiene sus viejas llagas, los atormenta en su reposo, los lleva al delirio de grandeza o de la persecución, vuelve a las naciones amargadas y/o soberbias, insoportables y vanas…”
Al citar a Valery, Jean Meyer se refiere a “cierto tipo de historia”.
¿A qué tipo de historia?
Bueno, a la que redactan los políticos, las élites dominantes, los partidos hegemónicos, los regímenes duraderos (democráticos o despóticos), los gobiernos, el Estado, vaya.
Se le llama “historia oficial” o “historia patria”; se enseña en las escuelas, los gobiernos la hacen su origen y destino y, finalmente, la mayoría de los ciudadanos terminan creyendo en ella, en la “historia patria”, cuando, lo cierto, es que se trata de una versión deshilachada, parcial, maniquea, convenenciera, caprichosa y falsaria de los hechos del pasado…

DE CARTAGO A TENOCHTITLAN…
“La historia la escriben los vencedores”, manida frase recurrente hasta para los comentaristas deportivos.
No obstante, algo guarda de cierto.
La destrucción de Cartago y de Tenochtitlan, del viejo Moscú por Stalin o del pueblo de Lídice por Hitler, representa, cierto, una manera, digamos abrupta, de borrar una historia y escribir otra, de parte de los vencedores.
La otra forma, es la redacción de una “historia patria” al gusto y conveniencia del Poder, con su calendario oficial y demás parafernalia.
Aquí no hay excepción: todos los pueblos del mundo tienen una historia oficial con las características anotadas por Paul Valery.
Pero los mexicanos no nos hemos medido.
Nos hemos regalado una historia que, partiendo de ciertos hechos comprobados, se aleja de ellos, los subvierte, los traiciona, los deforma y los convierte en otra cosa: en una versión falsaria de esos hechos…

LA INVENCIÓN DE LA HISTORIA…
Luego del fallido imperio de Iturbide, con los federalistas en el poder, surgió un imperativo: somos una nación recién nacida llamada México… ¿Y qué, no tenemos historia? Bueno, si no la tenemos, la inventamos.
Los primeros 50 años se consumieron con la larga disputa entre liberales y conservadores.
(Nuestro gran historiador, Edmundo O ‘Gorman, ha demostrado que esa distinción, urdida desde el poder, fue, ha sido y es artificial y mórbida).
Fue al triunfo de los liberales y de la gran generación de mexicanos que llevaron en hombros a Juárez, que el Estado Mexicano se sentó a escribir nuestra historia patria.
Y la redactaron a su antojo.
Tenía que haber héroes y villanos.
Si hasta 1870 Hidalgo e Iturbide compartían la “paternidad” de la independencia, los victoriosos liberales cortaron de tajo esa visión.
Fueron Ignacio Manuel Altamirano e Ignacio Ramírez quienes decidieron que Hidalgo sería “el padre de la patria” e Iturbide “un despreciable traidor”.
O sea: nuestra primera Historia Oficial, fue resultado de un juicio -parcial, interesado y maniqueo de Ramírez y Altamirano.
El porfiriato se apropió de esa versión y le injertó sus añadidos.
(El mito juarista, es deliberada creación de don Porfirio, por ejemplo).
La revolución triunfante no podía ser menos: acomodó las versiones liberal y porfirista de la historia a sus propósitos y pareceres, le hizo sus correcciones, le aplicó ciertos afeites y la decoró a su gusto y conveniencia.
Lógico, inevitable digamos, que hoy que un nuevo gobierno se plantea como el inicio de un nuevo régimen, una de sus prioridades resulte ser, ofrecernos, vendernos su versión de nuestra historia.
De eso se tratan los festejos, precisamente…

LOS POLÍTICOS Y DIOS…
Decía Blaise Pascal que “cualquiera se convierte en Dios al juzgar y decir: esto es bueno, esto es malo”.
Eso es precisamente lo que hacen los políticos cuando se ponen a “reinterpretar” y a “reescribir” la historia.
El político convertido en historiador se ve a sí mismo como “juez de los infiernos” (Jean Meyer dixit), eligiendo entre los condenados a los futuros héroes y a sus imprescindibles villanos complementarios.
Sin embargo, lo que en verdad está haciendo es ideologizar los hechos del pasado, maquillar o envilecer a los personajes artera y alevosamente…Para su beneficio…

DE AZTLÁN A ROMA…
“Conmemorar” la fundación de Tenochtitlan es un despropósito.
No hay información arqueológica, antropológica e historiográfica que permita conjeturar siquiera fecha alguna para la fundación de Tenochtitlan.
Lo que tenemos son sólo restos de asentamientos bastante anteriores a la fecha mítica de 1321, en lo que sería Tenochtitlan.
En realidad, los historiadores no han logrado ponerse de acuerdo sobre los relatos de los códices Boturini y Aubin, que fijan en 1168 la partida de Aztlán de los aztecas, y entre 1324 y 1334 su hierofanía -la visión milagrosa del águila, el nopal y la serpiente.
Con un agravante: lo códices Aubin y Boturini nos relatan la peregrinación de los aztecas y su hierofanía en el lago de Texcoco, pero eso es el relato de un mito, una leyenda, un cuento, equivalente al mito guadalupano del Tepeyac o la fundación de Roma por dos huérfanos -Rómulo y Remo- amamantados por una loba.
Poco que ver con la historia.
Festejar los 700 años de la fundación de Tenochtitlan es una ocurrencia o, si se quiere, una decisión interesada con una enorme carga política, doctrinal e ideológica!

REBELIÓN Y NO CONQUISTA…
La mal llamada conquista no fue tal.
800 aventureros al mando de un capitán genial e inteligente, Hernán Cortes, nunca podrían “conquistar” a un pueblo de guerreros, con un ejército de 100 mil combatientes.
Se trató en una rebelión, de una revancha y una venganza de varias naciones sojuzgadas, expoliadas y humilladas por la sangrienta ferocidad de los aztecas reunidos en torno a Cortez.
La multiplicidad de pueblos y naciones prehispánicas que colaboraron con los españoles, nunca se sintieron conquistados.
Un dato que habla por sí solo: para 1550, había en la Nueva España no más de 5 mil españoles.
50 años después, en el 1600, apenas si llegaban a 10 mil los peninsulares (la mitad curas y misioneros) desparramados en el ya para entonces enorme territorio novohispano, en cuya ocupación tomaron parte los mismos mexicas como soldados y como colonos.
De tal suerte, como apunta Jean Meyer, pedirle a un rey y a un papa que soliciten perdón por sucesos de hace 500 años, es aplicar criterios y valores actuales a personajes y sucesos regidos por valores y criterios casi infinitamente diferentes.
Y la diferencia no es de grado ¡es de civilización!

DE HÉROES Y VILLANOS…
Y bueno, de la beatificación de Hidalgo y de la satanización de Iturbide ya hablamos. Fue obra de los juaristas.
En 1821, la insurgencia no era ya ningún peligro para el virreinato, reducida apenas a un grupo guerrillero aislado en la sierra del sur.
Iturbide, mariscal del ejército realista, de había distinguido por su efectividad, su fiereza y su crueldad en su lucha contra los insurgentes.
Pero, en España, tres años antes, un grupo de generales al mando de las fuerzas expedicionarias que se disponían a zarpar para combatir y sofocar las luchas independentistas que habían estallado en la toda la América hispana, se rebelaron contra Fernando VII, acotándole sus poderes, debilitado más aún a la monarquía.
Es entonces que un mexicano sobresaliente, yucateco él, que es más importante que Hidalgo, Morelos, Guerrero, Iturbide y Santa Anna juntos en los primeros 50 años que van del grito de Dolores a la invasión norteamericana de 1846, Lorenzo de Zavala, persuade a Iturbide de pactar con los insurgentes, convence al virrey Juan O´Donojú de que Fernando VII está perdido y de que es el momento providencial para declarar la independencia de la Nueva España…Para ganancia de ellos.
Viene el abrazo de Acatempan y la entrada a la “muy noble y leal ciudad de México” del Ejército Trigarante.
Luego, el propio Lorenzo de Zavala convenció a Iturbide que se declarara emperador…Y que le regalara la mitad de Texas, de cuya independencia, de Zavala fue principalísimo promotor, lo mismo que de la invasión gringa de 1846, que le costó a México más de la mitad de su territorio.
Importantísimos, tanto Iturbide como Lorenzo de Zavala están prácticamente proscritos en nuestra historia patria oficial, lo que equivale a una mutilación de la verdadera historia.

…….
En fin, quizá no sea mala idea del todo que el gobierno les diga a los mexicanos que, en un año aciago – ¡annnus horribilis! – como este, tenemos, no obstante, motivos para festejar.
Pero que quede clara una cosa: en un Estado libre y modero, con una ciudadanía madura y educada, no les corresponde ni a los diputados ni a los senadores ni al poder ejecutivo y al judicial definir la verdad histórica, como diría Jean Meyer.
La historia es una disciplina científica, con metodología rigurosa que busca la verdad de los hechos para ir conociendo qué somos, quienes somos, como fue que llegamos a ser lo que somos; la historia no es para juzgar sino para conocer, es para saber lo sucedido, no para decidir quienes son los buenos y quienes son los malos…
(Sirva esta digresión de nuestros temas habituales: la política, la pandemia, las elecciones, la meseta homicida, la economía, etcétera, como un refrigerio a nuestras preocupaciones y angustias que nos atosigarán a lo largo del año).

AIRES DEL TÓPICO…
Es natural la atención que desde Tenochtitlan suscita la temporada electoral en Tabasco.
Fuentes cercanas a Palacio nos comentan que el Presidente tiene confianza absoluta en la capacidad del gobernador Adán Augusto para que encabece la reproducción del triunfo cuasi absoluto del MORENA en el 2018 allá en su patria chica. Por tanto, le dedicaremos al tema atención y espacio suficientes en nuestras próximas entregas.

“La ignorancia de la historia no es una simple y pasiva falta de conocimiento de la misma, sino que es una postura: negarse a adquirir ese conocimiento.
Karl Popper

Compartir: