Malí, de la rebelión tuareg al terror de grupos islamistas
Tres organizaciones imponen la ley islámica en el norte, después de que las tribus nómadas se alzasen para reclamar su propio estado Bamako Agencias Seis meses después del golpe de Estado que derrocó al presidente de Malí Amadou Toumani Touré, la situación en el país africano sigue siendo caótica. La asonada militar en Bamako dio […]
15 de octubre de 2012

Tres organizaciones imponen la ley islámica en el norte, después de que las tribus nómadas se alzasen para reclamar su propio estado

Bamako
Agencias
Seis meses después del golpe de Estado que derrocó al presidente de Malí Amadou Toumani Touré, la situación en el país africano sigue siendo caótica. La asonada militar en Bamako dio alas al movimiento independentista tuareg en el norte, que en pocos meses conquistó el territorio que reclamaban. Pero desde abril son varios grupos islamistas radicales los que controlan ‘de facto’ el territorio, imponiendo el terror entre la población civil. Mientras, las nuevas autoridades de Bamako bajo la presidencia de Dioncounda Traoré, son incapaces de revertir esta realidad.
La situación política y de seguridad no ha hecho más que deteriorarse y actualmente se debate en los foros internacionales una intervención militar para reconquistar el norte, de la que Francia en una ferviente defensora. En juego está no sólo la integridad territorial de la antigua colonia gala, independiente desde 1960 pero con una gran dependencia de París. También, como trasfondo, se advierte la lucha contra el dominio de Al Qaeda en el Magreb Islámico en este territorio, en el contexto del combate de las potencias europeas contra esta organización terrorista que opera en el Sahel.
Según la organización International Crisis Group (ICG), Malí es tan inestable que todos los escenarios son posibles, incluyendo un nuevo golpe militar y una situación de violencia social en la capital. Si las autoridades transicionales no logran imponer el orden, el caos permitirá que el extremismo religioso se extienda y que la violencia terrorista sobrepase las fronteras de Malí, afirma este think tank con base en Bruselas.

La rebelión tuareg

Malí se encuentra dividido en dos mitades: El norte, controlado por los grupos islamistas radicales y el resto del país, gobernado por una débil autoridad transicional. Esta realidad comenzó a perfilarse el pasado enero, cuando comenzó una rebelión del pueblo tuareg en contra del poder central.
Los separatistas tuareg, constituidos en el Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA), reclaman un Estado propio, cansados de la marginación sufrida durante décadas. Los tuareg son un pueblo nómada que domina históricamente las rutas del comercio del desierto del Sáhara. Se llaman a sí mismos «los hombres libres» y presumen de no haber estado nunca sometidos a ninguna autoridad ni Estado. El reparto colonial -el trazado de fronteras en África con escuadra y cartabón- dejó a los ‘hombres azules’ divididos por cinco países (Argelia, Libia, Malí, Níger y Burkina Faso).
En Malí –uno de los países más subdesarrollados del mundo-, los tuareg han encabezado cuatro rebeliones desde el siglo XX. La última, la que comenzó en enero al calor de la caída del régimen de Muamar Gadafi en Libia y el regreso de decenas de miles de mercenarios bien entrenados y con gran cantidad de armas.

‘Sharia’ y castigos corporales

Los grupos islamistas llevan meses cometiendo abusos y exacciones. Denuncias como la recientemente hecha por Human Rights Watch les acusan de aplicar una versión extrema de la ‘sharia’, incluyendo amputaciones de miembros, flagelaciones y ejecuciones públicas por delitos como robo, venta de alcohol o de cigarrillos. Es una doble moral porque, al mismo tiempo, estos grupos controlan las rutas del tráfico ilegal de personas y armas y el contrabando de drogas y otros productos en el Sahel.
Los castigos corporales y la imposición de normas como la obligación de que las mujeres se cubran o la prohibición de la música, han puesto en contra a la población civil, que expresa su rechazo a los islamistas en público y en privado. El pasado junio, tuvo lugar una marcha contra los radicales en Gao que se saldó con un muerto y decenas de heridos. La población local acusa a los islamistas de numerosas exacciones: violaciones, esclavismo sexual y reclutamiento de menores como niños soldados.

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