Quemaron sus naves. No les importó prestigio, carrera política, familia, dignidad, decoro y preservar todo por lo que hasta este momento había luchado con denuedo. Nunca antes tan pocos, hicieron trizas a muchos. Ni en sueños vieron venir una votación adversa, contundente. Mucho abstencionismo. Una ciudadanía cansada de treinta años de estar viendo una pelea sin fin. Protagonistas eternos de sus desacuerdos, ambiciones y falta de madurez. No es lo mismo los de siempre, que 20 años después. Una nueva generación muestra a los exgobernadores, dos de ellos presidenciables casi eternos, y a sus seguidores y seguidoras entrados en años, que todo tiene un límite. Salir por la puerta de atrás es poco digno. Insistir, es temerario. Retar al destino es suicidio. Recurrir al cinismo sería mortal.
Siempre viene un cambio generacional. No tan abrupto como dice Gerardo Gaudiano. Él también da un salto en años a como lo dio Manuel Andrade, el propio Roberto Madrazo, Carlos Armando Biebrich o Manlio Fabio, pero… “los mejores tacos acaban en viola…” la historia reciente es de lo más aleccionador. Hay un largo camino para aprender y preservar la excelencia de sus éxitos. Los que hoy salieron derrotados en su momento tuvieron un inmenso poder. Perdieron de vista la filosofía más antigua de este ejercicio. Lo debe de recordar el joven Gaudiano siempre con humildad. “el poder a los inteligentes nos marea. A los pendejos los enloquece”.
Del gobernador Arturo Núñez Jiménez, que no tuvo ningún salto generacional, bueno, qué podemos decir. Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Aguantó todo lo que le vino de enfrente. Ofensas, insultos, descalificaciones y agravios. 15 años después vienen por la “venganza”. Las amenazas no se dejaron esperar. Todos a la expectativa esperaban una carnicería mortal por necesidad. Asistieron a todos los foros posibles a lanzar sus retos. Desde el Congreso, hasta el ágora pública, pasando por cafés, cofradías, chismes callejeros y medios de difusión. ¡No pasó nada! Guardó Núñez de nueva cuenta el respeto a la investidura gubernamental. Ni una contestación o denostación como respuesta que pusiera en peligro su calidad de gobernador constitucional. Un chaleco blindado que no pudieron traspasar.
Seguramente también aprendió. Hoy conoció sus verdaderas lealtades. Las comprobó viendo de cerca en momento difíciles a su gabinete; a sus amigos, a sus aliados, a los medios. A los partidos políticos. Tiene ya un panorama completo de lo que se avecina. No hay vuelta atrás. Tendrá que buscar sus mejores opciones con la ventaja que, sabemos ya los tabasqueños, que por su comportamiento institucional, no regresará dentro de 15 años a ofender al gobernador en turno y pretender perpetuarse en el poder. Pero lo más importante, sin dudas, Núñez es un triunfador. Sin ruido y sin nueces, preservó la dignidad republicana. La inteligencia hace la diferencia.
A doña Liliana Madrigal, se lo dijimos. Quedó comprobado, la utilizaron para sus intereses personales y de grupo para el periodo electoral de 2018. Pero no se debe angustiar, es nueva en este menester, lo mismo y peor hicieron con Manlio Fabio Beltrones: lo paladearon, se burlaron de él, lo engañaron, le dieron por hecho que ellos tenían el control de todo.
El PRI no se va a acabar, hoy simplemente tuvo un tropezón. Liliana Madrigal no es una mujer de odios ni de rencores. Le dieron por cuarta ocasión declaraciones que otros no se atrevieron a leer por miedosos. La humildad en la derrota, es mil veces más importantes que la humildad en el triunfo. Ahora más que nunca puede tener la candidata del PRI simpatías determinantes para su futuro político, siempre y cuando no repita como perico las amarguras de políticos frustrados.
