Licenciado Belisario Colorado Jr.
Agenor González Valencia Alto de cuerpo y de espíritu. La tez blanca, los cabellos lacios y castaños; la nariz recta; los labios delgados; la barba partida; los ojos azules, diáfanos, de brillantes ideales. Su permanente vocación de maestro fue limpia fuente de juventud. Y su insatisfecha tarea de ser útil, ejemplo de buenos empeños y […]
13 de julio de 2013

Agenor González Valencia
Alto de cuerpo y de espíritu. La tez blanca, los cabellos lacios y castaños; la nariz recta; los labios delgados; la barba partida; los ojos azules, diáfanos, de brillantes ideales. Su permanente vocación de maestro fue limpia fuente de juventud. Y su insatisfecha tarea de ser útil, ejemplo de buenos empeños y de intachable conducta.

Y ese que vemos allí, descrito en sus rasgos más al alcance instantáneo de la imagen, la memoria y el recuerdo, es el licenciado Belisario Colorado Jr.

Toda una vida de experiencias, de escalar cimas y salvar abismos. Apetito de ser consciente, de ente racional, que se busca a sí mismo en la sinuosa ruta del destino y que halla, en su inagotable viaje, los elementos necesarios para templar su espíritu.

Sus años infantiles transcurren en el alba y fértil esperanza de la vida campesina. Desde niño conoció las obligaciones del trabajo y el esfuerzo que debe hacerse para repartir y compartir en el seno de una familia honrada, el pan ganado con el sudor de la frente.

En la adolescencia, viaja por los ríos de Tabasco. Su mocedad lo sorprende comerciando en las riberas, lleno de ilusiones, el corazón joven y la vital alegría convertida en saludos y sonrisas.

A los veinte años de su edad, concluye la primaria nocturna en la ciudad de México. Salió de Tabasco para satisfacer anhelos. La vida de la ciudad de México es dura. Hay que tener alma de gladiador para vencer o sucumbir. Y Belisario Colorado la tiene. Inicia, con la sola carta de presentación de su juventud, de sus ansias de lucha, sus actividades como humilde peón en la Dirección de Aguas y Saneamiento del Departamento del Distrito Federal. Eso, únicamente será el medio. De allí, en adelante, la meta es el estudio, la preparación cultural. Durante el día trabaja y por la noche estudia en la Secundaria Nocturna. Su tiempo libre lo aprovecha en leer apasionadamente todo lo que se relaciona con los problemas agrarios, políticos y sociales de México. La Historia Universal con sus hazañas que se suceden al través del tiempo y de la geografía, es su lectura favorita; Marx, Engels, Tomás Moro, Campanella, cobran su entusiasmo juvenil. En la Preparatoria Nocturna se convierte en líder estudiantil y también de la burocracia. Tiene presencia, carácter agradable, don de mando, inflexibilidad y oratoria fogosa, de esas que derrumban tiranías y prenden llamaradas en la conciencia. A los seis años de llegado a México, concurre al Primer Congreso Mundial de la Juventud de Nueva York, compartiendo la representación nacional con Robles Martínez, Jorge Cruishank, Carlos A. Madrazo y otros destacados políticos de esa época.

Estudió y se graduó en la Universidad Nacional Autónoma de México, su tesis profesional versa sobre el salario familiar, y revela una vez más, su honda preocupación por los problemas de seguridad social. Es un abogado serio, respetable, que a golpes de inquietudes y confianza en sí mismo, logra salir victorioso.

Retorna a Tabasco invitado por el Gobernador Don Francisco J. Santamaría, quien ya sabe que el señor licenciado Belisario Colorado Jr., ha sido maestro de Civismo, de Historia Universal y de México y que es un apasionado de la Sociología y de la ciencia del Derecho. Lo invita a colaborar y como Director del Instituto Juárez, se convierte en guía excelente de la juventud, a la que entrega su tiempo, su preocupación, su experiencia, su entusiasmo y cultura, modelando generaciones de jóvenes que a su paso por las calles de Villahermosa, en los desfiles patrios eran aplaudidos con admiración y cariño.

Destaca en la política como Diputado Local y Abogado Consultor del Gobierno y da prestigio al Poder Judicial como Magistrado y Presidente del Tribunal Superior de Justicia de Tabasco.

La marejada política del Barttletazo lo obliga a regresar a la capital de la República. Escribe en diversas publicaciones del Estado, de México y del extranjero. La Confederación Nacional Ganadera aprovecha sus conocimientos y se convierte en asesor jurídico de dicha agrupación, quien lo envía a un seminario sobre cooperativismo rural y beneficios agropecuarios, a la República Federal de Alemania. Viaja por diversos países de Europa y compila sus vivencias en un pequeño volumen que titula “Epistolario de Viaje”. Recorre en gira de estudios los diversos países ganaderos de Suramérica: Venezuela, Brasil, Uruguay,  Argentina, Chile y Perú. La Confederación Interamericana de Ganaderos, con sede en la ciudad de Bogotá, Colombia, en asamblea internacional le confiere  reconocimiento a los eminentes servicios prestados a la industria ganadera del Continente: la honrosa distinción de Asesor vitalicio de dicha organización. Sin embargo, pese a la actividad desarrollada en dicho ramo, Belisario Colorado Jr., jamás fue propietario de alguna cabeza de ganado.

Vivió en Villahermosa, tranquilo, con la frente alta y el corazón abierto a todos los cauces de la amistad, en compañía de su alentadora esposa, en su hermoso y sencillo hogar, frente a la laguna de las Ilusiones, dueño de un paisaje natural bellísimo y un paisaje espiritual de hombre que en la ruta de su destino, ha salido victorioso, poniendo su ejemplo de entereza, de honradez en sus actos, de conducta intachable y de respeto a sí mismo.

Su obra de maestro, más grande, ha sido la de fomentar el prestigio académico del Instituto Juárez y de las generaciones que han tenido la dicha de asimilar sus experiencias y de seguir sus enseñanzas. Cúpole la honra de fundar las primeras escuelas Secundaria y Preparatoria nocturnas de Villahermosa, la Escuela Secundaria Benito Juárez de la ciudad de Emiliano Zapata y la Escuela de Leyes, que fue la primera escuela universitaria de dicho Instituto y pie veterano de la actual Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, misma cuyo prestigio académico tenemos la obligación de conservar.

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