La compañera secretaria
Agenor González Valencia Compañera de trabajo y a veces de confidencias es la secretaria. Ella, a través del tiempo, pasa a formar parte del entorno familiar cuando por los años de convivencia y su conducta honorable, su presencia activa y su nombre llegan a ser algo cotidiano e integrante del núcleo afectivo. Su callada y […]
10 de julio de 2013

Agenor González Valencia

Compañera de trabajo y a veces de confidencias es la secretaria. Ella, a través del tiempo, pasa a formar parte del entorno familiar cuando por los años de convivencia y su conducta honorable, su presencia activa y su nombre llegan a ser algo cotidiano e integrante del núcleo afectivo.

Su callada y paciente labor requiere no sólo de conocimientos asimilados en una academia, sino de sensibilidad, discreción, educación y adecuados modales, así como una presencia agradable, sin exageración en el vestir, en su trato, pero con el deseo siempre de ser útil oportunamente.

La secretaria como todo ser humano tiene problemas personales muy suyos: hijos a quienes sostener, cuentas a crédito que cubrir, menores dejados en manos ajenas durante la jornada de trabajo ya que no todas las empresas cuentan con guarderías, angustia por la madre enferma o por el desempleo del compañero o esposo.

Ciertamente que los sueldos no siempre son los remunerativo que se quisiera, que no responden al esfuerzo, a la intensidad o calidad del trabajo, pero también lo es que las perspectivas de mejoría son escasas y que la secretaria en muchas ocasiones tiene que revestirse de hidalga dignidad para bloquear el acoso, el hostigamiento sexual de que tanto en el sector público como en el privado, se ven obligadas a enfrentar sin temor a la amenaza de despido del jefe machista huérfano de remembranzas maternales.

Una secretaria capaz es parte del éxito de la empresa para la que trabaja y pieza clave en las relaciones sociales y comerciales que allí se manejan. La discreción como norma y su pulcritud deben ser sus cartas de recomendación para ganar la batalla de la competitividad.

Ningún jefe por exigente que sea, querrá perder a una buena secretaria, por lo que en reciprocidad para retenerla, debe siempre comprender sus errores que por involuntarios merecen consideración y el apoyo justo para llamar con respeto la atención de la avergonzada compañera de labores.

¿Cuántas veces por razones de fuerza mayor en su trabajo ha tenido que cancelar un compromiso familiar ya hecho o dejado en casa a su hijo enfermo o pospuesta una cita médica o algún asunto personal debido a un imprevisto en la oficina o a responder con trabajo y eficiencia a la confianza en ella depositada?

Por fortuna, la secretaria de hoy, en la medida que se capacita ha ido dejando atrás la imagen que por algún tiempo prevaleció y que la denigraba por el hecho de ser mujer, en muchos casos; pues hoy no importa ni la edad que tenga, ni su condición social o económica para asumir el rango que le corresponda acorde a su preparación en las distintas opciones que hoy se le presentan.

La secretaria de hoy juega papel importante en la modernización del país y en todos los ámbitos donde su presencia se hace necesaria. Ella sabe darle valor y respetabilidad a su trabajo, tiene ya de antemano ganado un lugar especial como trabajadora a la par que el hombre.

A estas imprescindibles compañeras de oficina, se les debe respetar porque se han ganado a pulso un justo reconocimiento a su importante y callada labor.

Para todas ellas: ¡Felicidades!

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