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Humberto Iduarte humbertoiduarte49@gmail.com “Seres desiguales no pueden pensar de igual manera. Siempre habrá evidente contraste entre el servilismo y la dignidad, la torpeza y el genio, la hipocresía y la virtud”. José Ingenieros “El hombre mediocre” Hoy 19 de junio se cumple dos años de la sentida desaparición física del Lic. Humberto Villegas Zapata, una […]
19 de junio de 2020

Humberto Iduarte
humbertoiduarte49@gmail.com

“Seres desiguales no pueden pensar de igual manera. Siempre habrá evidente contraste entre el servilismo y la dignidad, la torpeza y el genio, la hipocresía y la virtud”. José Ingenieros “El hombre mediocre”

Hoy 19 de junio se cumple dos años de la sentida desaparición física del Lic. Humberto Villegas Zapata, una fecha dolorosa para quienes lo conocimos y cuya ausencia caló a más de uno.

Poder hablar de Tito Villegas, no es fácil, es complicado por sus múltiples facetas como ser humano. Existen tantas anécdotas y vivencias que de seguro podríamos llenar muchas líneas, o rayar mucho el cuaderno, como solía decir.

En su paso por este plano terrenal, desde sus inicios, dictó su diferencia ante los demás. Original en todo lo que hacía, logrando destacar en todo lo que pretendía.

Algunos lo conocieron como un buen musico, otros como un excelente abogado, hacedor de amistades y de ganarse el respeto, y hasta la admiración de gente importante, otros como un analista político y su original forma de su columna “Política y Derecho”.

A Humberto Villegas le gustaba respetar los ciclos de la vida. no le gustaba ver hacía atrás. Ni mucho menos fincar su imagen en el pasado. Su mira fue siempre hacia adelante.

Su paso por la UNAM en la facultad de Derecho fue ejemplar. Tito fue un estudiante excepcional, cuyas obligaciones desde muy temprana edad lo hacía compartir su tiempo en estudios, la de mantener una familia recién formada, para ello estudiaba y tocaba en un centro nocturno llamado “La Ronda”. Esto no lo eximía de tener que estudiar en las madrugadas con la luz de un farol del parque frente a su pequeño departamento donde vivía con su esposa Rochi y su pequeño hijo Humberto (+) el hijo inolvidable en el que forjaba su esencia y su yo interno.

Esta parte de su vida lo marcó, fueron tiempos de sacrificios que sirvieron para templar su carácter, sembrar sus valores y su rectitud en la vida.

En su paso por la UNAM tuvo como catedráticos a eminencias del derecho, autores de libros de Derecho. De esa talla era el aprendizaje de Humberto Villegas. Una persona reconocida por sus catedráticos por su brillante memoria y razonamiento.

En su vida profesional, fue un abogado de excepción en el derecho constitucional, en la materia de amparo llegó a ser considerado como uno de los mejores de su generación, logrando con ello satisfacciones y logros personales.

Su paso por la administración pública fue siempre ejemplar. Integro y honesto en el servicio. Algo raro que asombró a los demás por su rectitud y respeto a la ética y la moral. Su paso por la política no fue su fuerte por su carácter y rebeldía. No ocupó los cargos que merecía. Fue subsecretario de gobierno y diputado local. La concepción del servicio público a como era, no le agradaba, no lograba sentirse satisfecho por razones obvias. Pudo haber sido mejor aprovechado, pero no fue así, no encajaba en ese sistema político.

Fue priista toda la vida, detestaba las defecciones, fue un miembro que era admirado y reconocido, pero nunca pudo volar muy alto por lo que aquí mencionamos. A Tito Villegas le incomodaba la gente servil y mediocre y en los partidos es lo que abunda.

Su paso por el PRI lo marcó en su salud. Esa entrega cobró su factura. En años pasados, en una convención de su partido en la capital, a la salida de esta, le llovió y con el frío enfermó, teniendo un daño irreparable en su sistema pulmonar. Una enfermedad de la cual no pudo recuperarse.

Su última actividad, fue en el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana como representante del PRI, y en plena sesión, le sobrevino un infarto que terminó con su vida. Ironía del destino, Tito Villegas falleció sirviéndolo. Y el PRI, ese PRI, el de siempre, no tuvo la sensibilidad de honrarlo en su muerte por ser época electoral. Eso adujeron. La deuda permanece.

Tito Villegas tuvo una vida quizá con muchos problemas como la de todos, pero al final logro lo que pocos hacen, que sus logros y reconocimientos y su sentido de amistad al final le fueran reconocidos por muchos amigos que sembró durante su camino.

En todo sentido, Tito Villegas, fue siempre un soñador, un ser excéntrico, en ocasiones introvertido y con una gran nobleza. Muestra de ello es lo que siempre fui testigo, su admiración a dos libros que lo marcaron en su recorrido por la vida, dos libros cuyos pasajes algunos de ellos se lo sabía hasta de memoria. El Quijote de la Mancha de Miguel Cervantes Saavedra y El Hombre Mediocre, de José Ingenieros.

El primero fue inspirador por el ejemplo de lo que significaron los sueños de un hidalgo caballero que, en plena travesía por los campos de la Mancha, halló a Aldonza Lorenzo, la cual nombró Dulcinea de Toboso y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos. Pensamientos y nostalgias que permanecieron siempre en su alma.

Con José Ingenieros y su libro El hombre mediocre fue para él un tratado de ética que lo usaba en sus platicas y columnas políticas para estimular conciencias. En ellos encontró el espíritu e identidad ante la adversidad y las circunstancias. Uno de sus detalles fue que nunca abandonó la crítica ante la mediocridad.

Hay muchas historias que contar… todavía. Descansa en paz mi buen amigo y hermano adoptado de corazón donde estés.

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