Kirguistán, la suiza de Asia Central
Por Ferdusi Bastar Mérito La memoria nos permite volver a vivir los momentos felices. Dice un proverbio chino que más vale la más pálida tinta que la más brillante memoria, que al fin de cuentas, no es otra cosa que un quimérico museo de espejos rotos que nos reflejan instantes perdurables de nuestra existencia. Y […]
26 de febrero de 2020

Por Ferdusi Bastar Mérito
La memoria nos permite volver a vivir los momentos felices. Dice un proverbio chino que más vale la más pálida tinta que la más brillante memoria, que al fin de cuentas, no es otra cosa que un quimérico museo de espejos rotos que nos reflejan instantes perdurables de nuestra existencia. Y en ese museo de mi memoria, salta hoy el reflejo de la astilla de Kirguistán.

Kirguistán es una pequeña república en el centro de Asia, en plena cordillera del Pamir, con picos arriba de los 7,000 metros, también conocida como la suiza asiática, que tuvimos la oportunidad de visitar cuando la “guerra fría”, muchos años antes de que desapareciera la Unión Soviética, de la que se independizó en 1991.

En estas repúblicas asiáticas que fueron parte del desaparecido Imperio Ruso, se observan no solo las enormes estatuas de Lénin, y las grandes edificaciones que sustituyeron las nativas chosas de fieltro, sino también el trabajo de los arqueólogos soviéticos que restauraron y embellecieron madrazas, (universidades islámicas) y enormes mezquitas que lucen y brillan como nuevas incluso con cúpulas cubiertas de oro, y todo esto en un régimen que era considerado como enemigo de la religión.

La realidad es que el gobierno de la llamada “Rusia comunista” era un gobierno laico que no llevaba ni siquiera registro estadístico de religiones, con educación laica y gratuita en todos los niveles y grados, pero que a petición de su población lo mismo restauraba iglesias y monasterios ortodoxos, que templos católicos, sinagogas, madrazas o mezquitas. Y en su inmenso territorio abundan ejemplos de ello.

En muchas ciudades asiáticas vimos a parejas de recién casados llevando el ramo de novia, como ofrenda, a la tumba del soldado desconocido o al monumento cívico principal de la población y también llegamos a ver templos ortodoxos atestados con feligreses que llevaban a bendecir diferentes animales o mascotas.

Algo para recordar, es el colorido de los mercados de estas ex repúblicas soviéticas del Asia central. Las frutas exóticas. Melones grandes alargados como sandías, o sandías redondas y pequeñas como melones chinos. Las Casas de Te, que reúnen a los parroquianos.

Si bien occidente logró desintegrar en parte al antiguo imperio ruso, su presencia está viva en estas repúblicas asiáticas en sus construcciones, en su educación de calidad laica y gratuita para todos y sobre todo en el cultivo de la música y las bellas artes.

A mis amigos duchos en el manejo del internet, les sugiero accesar en youtube el sitio Otros pueblos – Tres ciudades de Kirguistán – Bishkek, Karakol y Osh, y apreciar un video sobre las tres principales poblaciones de este pintoresco país.

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