Huracanes cíclicos en costas mexicanas
Los huracanes causan cada año muertes y pérdidas materiales innumerables en varios países de América, El Caribe y Asia México, DF Notimex Con vientos sostenidos que pueden superar una velocidad de 200 kilómetros por hora, los huracanes causan cada año muertes y pérdidas materiales innumerables en varios países de América, El Caribe y Asia. Este […]
1 de julio de 2013

Los huracanes causan cada año muertes y pérdidas materiales innumerables en varios países de América, El Caribe y Asia

México, DF
Notimex
Con vientos sostenidos que pueden superar una velocidad de 200 kilómetros por hora, los huracanes causan cada año muertes y pérdidas materiales innumerables en varios países de América, El Caribe y Asia.
Este año, la temporada de huracanes en el Océano Pacífico inició el pasado 15 de mayo, mientras que en el Océano Atlántico fue el 1 de junio. Desde épocas remotas, México es golpeado cada año por estos fenómenos en ambas costas. El libro de leyendas quichés Popol Vuh se refiere al huracán como el «el más grande de los dioses».
Estos remolinos gigantes se forman en la superficie de los océanos cuando chocan corrientes de aire de diferentes presiones y temperaturas. Dependiendo del tamaño y velocidad es su capacidad destructiva, y para medirlos se utiliza la escala Saffir-Simpson.
Los huracanes o ciclones tropicales de categoría uno tienen vientos de 118 a 154 kilómetros por hora, que provocan que la marea suba de 1.2 a 1.5 metros. De esta clase fueron los recientes «Bárbara» y «Cosme».
La categoría dos se alcanza cuando los vientos llegan a entre 154.1 y 178 kilómetros por hora y ocasionan que la marea suba de 1.8 a 2.5 metros, de esta magnitud fue el huracán «Miriam» que tocó costas del Pacífico mexicano el año pasado.
En el listado jerárquico de los huracanes, la clase tres es cuando las corrientes de aire que oscilan entre los 178.1 a los 210 kilómetros por hora y alcanza marea de tormenta de 2.5 a 4 metros.
De esa magnitud fue el meteoro «Paul», que alcanzó esa categoría mientras se dirigía a la península de Baja California a finales de 2012.
Uno de los huracanes más devastadores ha sido «Paulina», el cual se originó en las costas de Oaxaca y alcanzó la categoría cuatro en 1997. A su paso provocó múltiples daños en este estado y Guerrero.
Un ciclón de clase cuatro en la escala de Saffir-Simpson es aquel que desarrolla vientos máximos que van de los 210.1 a los 250 kilómetros por hora y genera oleajes de 4 a 5.5 metros.
Los deterioros que causa este tipo fenómeno, de acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional son: desprendimiento de techos en viviendas; erosiones importantes en playas, cauces de ríos y arroyos. Daños inminentes en los servicios de agua potable y saneamiento.
La categoría más peligrosa de un meteoro es la cinco, en la que se presentan vientos mayores a 250 kilómetros por hora y marea de tormenta mayor a 5.5 metros, lo que ocasiona daños severos a las residencias y edificios industriales, consecuencias vistas en el 2005 cuando «Wilma», huracán de esta magnitud, tocó las costas mexicanas y de Florida, Estados Unidos.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua el área nubosa cubre una extensión entre los 500 y 900 kilómetros de diámetro, produciendo lluvias intensas, además destaca que el ojo del huracán alcanza normalmente un diámetro que varía entre 24 y 40 kilómetros, sin embargo, puede llegar hasta cerca de los 100 kilómetros.
La publicación «Teoría sobre la formación de ciclones tropicales» de la Secretaría de Marina-Armada de México (Semar), específica de manera breve y clara cómo se origina un ciclón tropical.
«Los ciclones se forman y se intensifican cuando están situados sobre océanos tropicales o subtropicales en ambos hemisferios, en donde la fuerza de rotación de la tierra es suficientemente fuerte para que se inicie el movimiento de rotación alrededor del centro de baja presión y cuyas temperaturas de agua a nivel de la superficie son de 27 grados centígrados o más».

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