Por: Abel Palavicini Palavicini
Compilador: Emilio Contreras Martínez de Escobar
Poeta, abogado, catedrático de Gramática, Geografía, Historia y Derecho en el Instituto Juárez, Lorenzo Calzada se destaca más en el campo de las letras, escribiendo poesía, cuento, comentarios diversos, etc. Hace 25 años escribí que por circunstancias aún no esclarecidas, su obra dispersa en periódicos entre 1895 y 1938 desapareció sin haber podido rescatarse, pero a estas alturas puedo decir, con alegría que toda ella obra en mi poder, en todos sus géneros.
“El Chato” Calzada, nombre cariñoso con el cual fue conocido en todos los círculos de la antigua San Juan Bautista y Teapa, adquirió una sólida reputación como hombre de letras. No se conformó con poseerla sino que orientó por el camino de la literatura a varios jóvenes que más adelante serían reconocidos a nivel continental, entre los que podemos citar a Carlos Pellicer y Francisco J. Santamaría.
En la alborada del siglo XX, “El Chato” Calzada fue el sistemizador de una de las estructuras literarias cuyas bases, firmes en la actualidad, siguen resonando en el ambiente nacional. Sus primeros frutos literarios vieron la luz pública en periódicos como El Cascabel, semanario joco-serio de literatura del cual fue director y en donde inició su carrera periodística, misma que seguirá en la Gaceta Literaria, culminándola después en 1898 en La Bohemia Tabasqueña. Más tarde aparecieron Alfa y Alba, publicaciones continuadas que marcarían el último paso del esplendor de la literatura tabasqueña de aquella época, aunque de El Chato se continuaron publicando textos en el semanario Tabasco Gráfico, en 1914.
Después, Lorenzo Calzada siguió escribiendo en todos los periódicos del estado que se publicaron adelante, pero ya no con la misma pasión, puesto que en su nuevo periodismo combinaba las artes con las actividades docentes que le impidieron, al parecer, dedicarse aplicadamente a su anterior oficio que no aportaba nada a la economía del hogar.
Calzada dejó una vasta obra pero ésta desapareció por mucho tiempo igual que la que en custodia le dejara Salomé Taracena, “El Negro Melenudo”. Uno de los cuentos famosos de “El Chato” Calzada es La bola blanca, que en palabras de Rafael Domínguez era “exquisito, original, tendencioso, que dio pie a Pancho Montellano para escribir el suyo titulado La bola negra”1.
Este poeta está considerado como el de más alta espiritualidad y nobleza con que contó La Bohemia. Su espíritu de servicio hacia los demás no conoció límites. Fue de jóvenes a quienes inculcó valores morales y orientó por el sendero del estudio durante su ejercicio como maestro. Volviendo a Rafael Domínguez, del “Chato” se expresa en los siguientes términos: “Muchos de sus amigos, compañeros y discípulos hemos llegado a ocupar un sitio, aunque modesto, en el campo de las letras, gracias a su constante estímulo. Para todos llevó siempre una frase de aliento, un clogio, una loa sincera”2.
Su fisonomía llevó a un poeta anónimo (quizás Mestre Ghigliazza, que solía usar como pseudónimo “XX”) a escribirle este epigrama:
Mozo, ¿pudieras decirme
cuándo llega el Lic. Calzada?
Las narices llegan hoy
y el licenciado mañana.
Calzada incursionó en el teatro con Alba roja, melodrama de carácter doctrinario escrito en un solo acto, en 1930. También escribió una novela, pero, al igual que su obra poética acabó por perderse. Al respecto, existen testimonios familiares en el sentido de que la hija de Lorenzo Calzada, Isabel Calzada Alvarado (segunda esposa de Francisco J. Santamaría) entregó toda la obra de “El Chato” a su consorte para su publicación pero, por diferencias que escapan a nuestro conocimiento ésta no llegó a publicarse como era el deseo de Calzada. No se trata aquí de calumniar a un hombre de la talla de Santamaría, a quien mucho le debe Tabasco, pero sí hay que hacer notar que, obedeciendo de seguro a divergencias políticas, el ex gobernador vetó la publicación de la obra dispersa de “El Chato”, y en cambio estimuló la de algunos amigos incondicionales cuando, en su gobierno se editó toda la producción de los poetas de finales del diecinueve y principios del veinte.
Ni siquiera los amigos más allegados a Santamaría supieron el motivo que impulsaba a este político a esconder la obra de Calzada, es decir, a darla como perdida. También de Rafael Domínguez -tenemos este testimonio: “…convirtamos en realidad lo que fue el sueño perenne de su vida: recojamos con piadoso cariño las flores de su inspiración, algo siquiera de lo mucho que escribió en el decurso de su azarosa vida, y transmutémosla en un libro exquisito, noble, inmoral, empapado de todas las fragancias de su amada campiña. Va aquí mi conjuro cordial al Gobernante Santamaría. Mi Conjuro para que se haga el libro. Este será el mejor mármol, el mejor bronce, el mejor monumento de Lorenzo Calzada”.4
Pero el libro no se publicó. Continuó en el anonimato el paradero de la obra de ese hombre desinteresado que tanto contribuyó al engrandecimiento de la vida cultural de Tabasco; Sin embargo, mucho de ella hemos podido rescatar para el lector en el caso de que alguna autoridad se interese.
La enorme pasión que este poeta sentía por las letras lo llevó a escribir artículos, promover la vocación literaria entre sus amigos, estimular a la juventud a la que impartía clases y a ponerse por entero de servicio a la comunidad en cuanto a la divulgación de la cultura, También se dedicó al acopio de la obra dispersa de algunos poetas amigos suyos, misma que, presumimos, corrió la misma suerte que la suya propia.
Lorenzo Calzada fue, en el mejor sentido de la palabra, un excelente escritor. Su obra manifiesta la sensibilidad romántica propia de la época. En su amplio poetizar se escuchan ecos de poetas como Julio Flórez (1867-1923), poeta lírico colombiano autor de varios volúmenes de poesía. La similitud la encontramos, por ejemplo, entre el ritmo (aunque no la métrica) y el espíritu de poemas como Gotas de ajenjo, del poeta sudamericano, y el Nocturno, de Calzada. Ambos poemas están estructurados bajo la efusión lírica propia de la literatura del fin del siglo XIX. La troquelación poética opera con bases metafóricas dirigidas al amor. Julio Flórez inicia sus versos de la manera siguiente:
Cuando lejos, muy lejos, en hondos mares,
en lo mucho que sufro a solas,
si exhalas un suspiro por mis pesares,
mándame ese suspiro sobre sus olas…5
y un fragmento del Nocturno de Calzada dice:
¿Oyes el ruiseñor? Desde las frondas
lanza al espacio su canción de amores:
así se quejan mus ternuras hondas
acosadas por todos mis dolores.6
También por la poesía de Calzada se pasea el modernismo de Luis G. Urbina, Manuel José Othón, Manuel Gutiérrez Nájera y José Asunción Silva.
Sorprende por demás el hecho de que “El Chato” no siguiera la huella de Díaz Mirón. Calzada prefirió seguir fiel a su romanticismo y a la campiña, sin olvidar su origen campesino cuando, junto con sus parientes José Calzada del Águila (“Pepe Calzada”, otro integrante de La Bohemia Tabasqueña), y el después coronel Pedro Calzada del Águila, pasaron la niñez en la finca “Belén”, propiedad de sus padres, Rómulo Calzada y doña María Encarnación del Águila de Calzada.
Lorenzo Calzada se casó con Dolores Alvarado, con quien procreó dos hijos: Fernando e Isabel. La familia vivió en Tecomajiaca, municipio de Teapa, en donde el poeta cerró sus ojos por última vez el 4 de octubre de 1938.
Don Rómulo Calzada Casanova contrajo matrimonio con doña Encarnación del Águila Carrera, padres de 10 hijos que fueron:
Lorenzo, Gustavo, Elmira, Francisco, Hernán, Rómulo, Encarnación, Miguel, Marieta, y Víctor Manuel Calzada del Águila.
De ellos vienen las familias
Calzada Días Prieto
Calzada Pérez
Calzada Hernández
Calzada Padrón
Calzada Alfaro
Calzada Calzada
Y los señores Calzada Alvarado, Calzada Luna y Rómulo Calzada Hernández
1.- Domínguez, p. 288
2 Ibidem, p. 289
3 Tabasco gráfico, núm. 3, enero 25 de 1914, p 3.
4 Ibidem p. 289
5 Flórez, Julio, Gota de ajenjo, en Primavera y flor de la literatura hispánica. Selecciones del Reader’s Digest, Madrid, 1966 p 459
6 La Bohemia Tabasqueña núm 9, febrero de 1899, p. 99