Guayabazo
‘Cada loco con su tema’ Manuel García Javier guayabazo@hotmail.com ‘Porque ni aún Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí’. Romanos 15:3 En charla –vía internet- con el maestro José D. Batista, se tocó el tema de la enseñanza escrita en el […]
28 de diciembre de 2020

‘Cada loco con su tema’

Manuel García Javier
guayabazo@hotmail.com
‘Porque ni aún Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaban, cayeron sobre mí’.
Romanos 15:3

En charla –vía internet- con el maestro José D. Batista, se tocó el tema de la enseñanza escrita en el ‘Libro de libros’ donde se señala que con paciencia y consolación tengamos esperanza. ‘Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo’.

Y nos señalaba el letrado personaje que enseñar y aprender están ligados a la práctica de la conducta, que es simplemente acumulación de ideas, porque la paciencia es símbolo de la esperanza; por tanto, no debemos tener mayor estima de nosotros que lo que creemos y es por eso que la ausencia de poder estimar a la otra persona en la forma que tiene, viola en nosotros cuando no entendemos en la escritura la consolación.

Y es que la paciencia acorta el tiempo de sufrimiento, la esperanza fortalece el sistema nervioso y la fe une a las dos y fortalece la unión de la mente, las emociones y la prudencia en la conducta. El resultado de las tres enseñanzas es que la salud biológica, la sicológica y la social se armonizan con la inteligencia, la sabiduría y con la toma de decisiones.

Es decir, si uno no se deja guiar por los patrones de reacciones del otro y tenemos la paciencia que es el amor de la acción para esperar crecer, entonces lo hace uno en la fe de que solo dios lo puede cambiar y tendremos como resultado una paz interior que evita lo que llamamos la ira, la tristeza y la amargura y, por tanto, nuestra inteligencia, sabiduría y prudencia entran en la toma de decisiones.

Y precisamente, a raíz de ello, el manual de la vida de enfermedades mentales señala cinco tipos de conductas que el ser humano debe evitar para tener un modelo de paz en nuestra existencia:

El alocado. – es uno que no mide las consecuencias de lo que dice ni lo que hace; por tanto, se le debe guardar respeto en la acción que se tiene, porque nadie puede cambiar a otra persona a menos que tenga otra paciencia para ser aceptado.

El sospechoso. – que todo lo que uno le dice lo duda y comienza a imaginar lo contrario, es una persona de alta inseguridad que quizá, por no haber negociado o conversado abiertamente con otra, siempre tiene duda de cuáles son las intenciones, o muchas veces, al no hacerlo, realiza cosas sin cerrar el ciclo y ésta, por no ofender, se queda callada y atrapada, entendiendo entonces que está dudando de la otra persona.

El mal hablado. – es el que tiene una combinación entre boca y pata; es alguien que trata de controlar a otra persona con la forma que habla, entonces uno, por no entrar en algún problema, mejor lo deja que se desboque, pero no sabe aprovechar el momento cuando se está en tranquilidad, para entonces tratar de ayudar a esta persona utilizando la tolerancia.

El salomónico. – es quien todo lo que se le dice lo sabe y no reflexiona, y dispara palabras sin sentido como metralleta. Es la persona que toma la costumbre de que cree y, en el inconsciente que el otro lo quiere engañar, usa la coraza para defenderse.

El cabeza dura. – Es aquél que no le importa lo que le digas: siente, vuelve y repite lo mismo; es la persona que más saca a uno de quicio.

Así pues, hay que tomar en cuenta que, el alocado, nos saca de casillas; el sospechoso, nos crea por dentro una molestia; el mal hablado, nos hace sentir una ira tremenda; el salomónico, no vale la pena conversar con esta persona, y con el cabeza dura, es mejor retirarse de la acción y conversación con él.

En síntesis, siempre que le toque a usted una conversación con este tipo de personas, recuerde estos cuatro puntos: la paciencia acorta el tiempo del sufrimiento; la esperanza fortalece el sistema de respuesta nerviosa; la fe es la que une a las dos anteriores y fortalece la mente y las emociones, y la prudencia que no es la inteligencia, ni la sabiduría: es la capacidad de saber cuándo hablar, cuándo actuar y cuándo tomar decisiones, es decir, ‘cada loco con su tema’.

Por tanto, el resultado de la prudencia, involucra la paciencia y convoca la esperanza; todo tiene su tiempo debajo del sol y cambiar produce salud espiritual y salud biológica en el ser humano.

En vez de involucrarte en una conversación que no va a tener ningún resultado momentáneo y que a veces agrava las cosas, es mejor reconciliar para que tu vida tenga la paz y la paciencia para poder sobrellevar a las personas que todavía vienen arrastrando un pasado y no han podido vencerlo en su conducta… Interesante, ¿verdad?… Gracias maestro Batista … Nos leemos en la próxima. Feliz año 2021.

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