Guayabazo
¡Pobre Tabasco mío! Manuel García Javier guayabazo@hotmail.com Los recientes acontecimientos donde aproximadamente 600 mil tabasqueños sufrieron las calamidades de la inundación, fueron la razón para que la paisanada enseñara el cobre y la manera de lo que están hechos. Pudimos observar en las redes sociales cómo gran parte se regodearon, disfrutaron y alimentaron sus bajas […]
19 de octubre de 2020

¡Pobre Tabasco mío!

Manuel García Javier
guayabazo@hotmail.com
Los recientes acontecimientos donde aproximadamente 600 mil tabasqueños sufrieron las calamidades de la inundación, fueron la razón para que la paisanada enseñara el cobre y la manera de lo que están hechos. Pudimos observar en las redes sociales cómo gran parte se regodearon, disfrutaron y alimentaron sus bajas pasiones –esos sentimientos arrolladores del entendimiento que los orillan hacer daño, maltratar y negar la dignidad de las personas—contra sus representados.

Son ellos los que, alentados por grupúsculos escondidos en el anonimato que responden a intereses ajenos y no de la colectividad, mentaron madres y con una conducta incontrolable y afán triunfalista y valemadrista, mostraron su fobia contra las autoridades.

La pérdida de valores se mostró a la vista de todos, porque en verdad ya no la hay desde hace muchísimo tiempo; y brilló por su ausencia el perdón, esa compasiva palabra que tanto trabajo nos cuesta asimilar y que quien lo practica engrandece su alma. Hubo personas que, sin inteligencia, ni sabiduría, jamás consideraron que podría haber discernimiento, ni mucho menos cordura. Por el contrario, la necedad hizo pesa de ellos y todos, absolutamente todos, estuvieron empeñados en tirarle la cáscara de plátano al paso del gobernante para ver a qué hora resbalaba y cayera.

Las inundaciones del pasado día 1 de octubre, nos llevan a rememorar aquellos tiempos de los años cincuenta, cuando éramos ricos y no teníamos dinero, cuando en bateas de madera paseábamos por las calles inundadas de mi querido Jalpa de Méndez, tiempos en que no existía el Fondén, ni la ayuda federal, no había el pago de los 10 mil, pero, en cambio, sí teníamos una gran riqueza espiritual y de valores, muy diferente a los tiempos actuales en que la gran mayoría sólo posee pobreza en el alma.

Solíamos salir a pescar en el cercano arroyuelo ‘Vanegas’, y siempre regresábamos con soyencas mojarras ‘casta rica’ o camarón de río. En el fogón, mi madre tenía una olla repleta de chayote o calabaza cocida y, como siempre, un racimo de plátano para saborearlo asado o frito… No había tanta hambre, éramos ricos sin tener dinero.

En verdad, los acontecimientos pasados dan pena y vergüenza, el exceso de paternalismo ha hecho presa de algunos que han enfermado de soberbia, porque no tienen capacidad de control interior para hablar y actuar, es decir, no tienen freno en la boca y constantemente meten la pata diciendo barrabasadas.

Claro que, por una parte, hay razón en ellos, porque no es fácil estar en medio de una pandemia que no acaba y el estrés ha hecho presa de ellos con la consecuente violencia doméstica, suicidios, divorcios y otros males que están a la orden del día.

La verdad de las cosas, Tabasco se ha convertido en un pueblo herido hasta en lo más íntimo de su ser y su gente no haya cómo sanar esa lesión, sin saber que lo único para aliviarla es el amor al prójimo.

Por ello, urge en el llamado edén del trópico haya sanidad mental, pues tenemos gente con ciertos estímulos que no pueden procesar, sufren ansiedad y como consecuencia tienen colapsados sus pensamientos, porque su función neuronal está dañada. Así pues, la ansiedad desestabiliza el corazón y el sistema inmunológico y por esa razón existen problemas cardiacos y tanto desorden.

El caso es que quienes sufrieron daños en sus casas con motivo de las inundaciones, culpan a los gobernantes de su desgracia, como si éstos hubiesen ordenado la creación de los frentes fríos que nos azotaron; y éstos últimos continúan en el afán de cumplir los compromisos adquiridos en campaña.

Amor, perdón y esperanza es la clave de todo. Es decir, pidamos a Dios que nos ayude a mirar el pasado con perdón, el presente con amor y el futuro con esperanza. ¡Pobre Tabasco mío!.

¡Adiós inundaciones!
Y para que se acaben en definitiva los bloqueos por inundaciones, precisamente este domingo el presidente Andrés Manuel López Obrador presentó en Ostoacán, Chiapas, el nuevo modelo de manejo del Sistema Hidrológico del Alto Grijalva, denominado “Caudal Ecológico y de Protección Civil”, que permitirá terminar con las constantes inundaciones que sufre la planicie de Tabasco por el indebido desfogue de la presa Ángel Albino Corzo “Peñitas”, sobre todo durante la temporada de lluvias.

Ahí, en presencia del gobernador de Tabasco, Adán Augusto López Hernández, aseguró que con el nuevo modelo se resolverá en definitiva el problema de las inundaciones en la planicie del Estado, porque la turbinación de las presas se aplicará en forma permanente y no sólo cuando se necesite más energía… Más clara ni el agua… Nos leemos en la próxima.

Con el nuevo modelo, Peñitas deberá mantener un caudal ecológico constante de 300 metros cúbicos por segundo, garantizando el agua potable para la ciudad de Villahermosa todo el año; se sostendrá en sus niveles mínimos de operación y se abatirán sus niveles ante pronósticos de altas lluvias de más de 150 milímetros diarios o de tres días seguidos.

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