Guayabazo
Cumple años la remendada Constitución Manuel García Javier guayabazo@hotmail.com Desde 1916, el primer jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza había insistido en modificar la configuración política de la Constitución de 1857, la cual consideraba inadecuada para la satisfacción de las necesidades públicas y muy propicias para volver a entronizar otra tiranía igual o parecida a […]
4 de febrero de 2020

Cumple años la remendada Constitución

Manuel García Javier
guayabazo@hotmail.com
Desde 1916, el primer jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza había insistido en modificar la configuración política de la Constitución de 1857, la cual consideraba inadecuada para la satisfacción de las necesidades públicas y muy propicias para volver a entronizar otra tiranía igual o parecida a las que con demasiada frecuencia había tenido el país.

Carranza consideraba que había que tener continuidad de las anteriores constituciones (1824 y 1857) y reveía ese mismo espíritu en la futura Constitución. Señalaba que se respetaría escrupulosamente el espíritu liberal y sólo se purgarían los defectos, contradicciones y oscuridad de algunos preceptos.

Del Congreso Constituyente de Querétaro debería salir un Estado fuerte, legítimo, equilibrado: Un poder ejecutivo mucho más poderoso y expedito, un poder legislativo menos prepotente, y un poder judicial con independencia para garantizar la inamovilidad de los jueces, así como establecer de una vez y para siempre el municipio libre.

Como preámbulo, el 18 noviembre de 1916 Carranza salió de Palacio Nacional en una cabalgata de 50 hombres para hacer la larga jornada a Querétaro, a donde llegó poco antes del mediodía del 24. El 1 de diciembre, apareció en la sala de sesiones del Teatro de la República, y ante un auditorio repleto de jóvenes, obreros, profesionales, liberales, pequeños comerciantes, periodistas y maestros iniciaron los discursos.

Se presentaron proyectos de modificación a la Ley suprema; los oponentes la reprobaban y proponían algo más radical. Así ocurrió con el artículo 27 que consideraba la era de latifundios había llegado a su fin. Proceso similar llevó la redacción del artículo 123, cuyo texto traía ecos inadvertidos del catolicismo social que propugnaba el Papa León XIII en su encíclica Rerun Novarum en cuyos puntos sobresalientes estaban la jornada de 8 horas, la prohibición del trabajo infantil, la reglamentación del trabajo de jóvenes y mujeres, el descanso obligatorio, salario remunerador y en efectivo, reparto de utilidades y el establecimiento de las juntas de conciliación (que ya el nuevo gobierno de Andrés Manuel López Obrador prácticamente desapareció el año pasado).

Después de dos meses de apasionado debate, el 5 de febrero de 1917 se proclamó la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. De ahí en adelante ha sufrido remiendos tras remiendos.

Muchos son los constitucionalistas y especialistas en la materia que la han revisado y discutido de manera profunda; quizá por pasar a la historia, como lo hicieron los constituyentes de 1824, 1857 y 1917, algunos destacados jurisconsultos han llegado a abrigar la esperanza de que sea redactada una nueva Carta Magna, pero consideran que realizar tal proeza pondría en riesgo el sistema político mexicano, dejando enterrado para siempre los conceptos constitucionales de 1917 y la revolución que logró cambios sustanciales en el país.

Más de 300 reformas constitucionales ha sufrido nuestra Constitución en 103 años, son como un parche que cada día fisura más los asuntos políticos, económicos y sociales del país y vienen arrastrando los deseos malsanos de gobernantes que cambian el articulado para sus aviesos planes políticos. Por ejemplo las 11 reformas que marcaron el gobierno de Enrique Peña Nieto, y las respectivas contrarreformas de la administración de Andrés Manuel López Obrador.

Quizá deba reformarse, pero no en estos tiempos en que el pueblo está irritado a consecuencia del resentimiento de una crisis y una pobreza terrible. De lo contrario, volveríamos a las épocas revolucionarias.

Recordemos el acalorado debate al 130, cuyo texto negaba a instituciones religiosas el culto y que el gobierno de Carlos Salinas de Gortari remendó para volver a los tiempos antes de Juárez, dando a ministros derecho de culto y de votar y ser votados.

Al menos el 3º constitucional ha sufrido cambios y más cambios hasta llegar a la reforma educativa de 2019. Al 6º, lo han hecho y deshecho a su antojo. En su tercera y más resiente confirma que el Estado mantiene más la preocupación coercitiva que la defensa del derecho a la información, a la manifestación de las ideas y a su publicación, al establecer constitucionalmente el derecho de réplica.

Si bien no puede negarse al individuo y a la sociedad se derecho, garantías conculcadas, daños morales o económicos y otros perjuicios que pudieran recibir en el ejercicio ajeno de la libertad de expresión, está visto que no se ha procurado sino garantizar la defensa contra el abuso de los medios informativos y no hay hasta ahora una reforma que tome en cuenta los derechos y no sólo las obligaciones de los comunicadores.

El 115 constitucional, es el principal precedente importante dentro de las políticas en busca de la descentralización y el federalismo en México. Desde el constituyente de 1917 hasta la reforma de 1987, que reconoce como un auténtico ámbito y orden de Gobierno. En la reforma de 1999, ya se da al municipio mayor capacidad de decisión, gestión y acción recaudatoria, aunque en el 124 se limita en mucho el aspecto fiscal para el municipio, y mayor presupuesto para gasto social.

En síntesis, nuestra remendada Carta Magna, ya se parece al ‘calzón de tía Justa’ que ya no le entra ni un remiendo más y sobre todo que, como bien dicen especialistas en el ramo, en lugar de respetarse los preceptos juaristas de 1857, cada día tergiversan más el espíritu constitucionalista de una nación en franco desarrollo. Nos leemos en la próxima.

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