Guayabazo
¡Santa Cruz… que se vaya la peste! Manuel García Javier guayabazo@hotmail.com Este domingo 3 de mayo, millones de terráqueos nos arrodillamos para pedirle a la ‘Santa Cruz’ nos aleje del maligno ‘coronavirus’. Y es que, en diversos países, aunque sea en casa, se celebró el día instituido por el pagano Constantino para honrar la máxima […]
4 de mayo de 2020

¡Santa Cruz… que se vaya la peste!

Manuel García Javier
guayabazo@hotmail.com
Este domingo 3 de mayo, millones de terráqueos nos arrodillamos para pedirle a la ‘Santa Cruz’ nos aleje del maligno ‘coronavirus’. Y es que, en diversos países, aunque sea en casa, se celebró el día instituido por el pagano Constantino para honrar la máxima representación religiosa que fueron los maderos en los que crucificaron a Jesús de Nazaret.

Un artículo de ‘National Geographic’ y diario ‘Milenio’, explican que este día tiene sus orígenes en Jerusalén y se ha extendido por todos los confines del mundo, incluido México, donde adornan las cruces con flores de todos colores, además de realizar procesiones y bailes (que por esta ocasión no los hubo).

La historia nos remonta al siglo IV, cuando Constantino I «el Grande» (272-337), creador de la iglesia católica, fundador de Constantinopla y gobernante del imperio romano por 3 décadas–, la víspera de una batalla contra Majencio, tuvo un sueño en el que se le apareció una cruz luminosa en los aires y escuchó una voz que le decía: In hoc signo vincis, que en latín significa «Con este signo vencerás».

Al empezar la batalla mandó colocar la cruz en varias banderas de los batallones y exclamó: “Confío en Cristo en quien cree mi madre Elena”. La victoria fue total, Constantino llegó a ser emperador y dio libertad a los cristianos.

Pero si bien al personaje se le apareció una cruz en sueños, también existe el hallazgo de la reliquia donde murió Jesús, el cual corresponde a Helena, esposa del emperador Constancio Cloro y madre del emperador: La emperatriz Helena de Constantinopla (250-329) se convirtió al cristianismo cuando su hijo ya gobernaba el Imperio Romano de Oriente, y muchos historiadores consideran que ella influyó en la decisión de su hijo de legalizar, primero, y después abrazar la religión cristiana.

Pues bien, según la leyenda, la emperatriz viajó hasta Jerusalén para buscar la cruz donde había muerto Jesús. Para ello, mandó excavar en el área donde se encontraba el Monte Calvario, y el 3 de mayo del año 326 encontró tres cruces —otras fuentes señalan que eran tres pedazos viejos de madera–. Ante el hallazgo, surgió la pregunta: ¿cuál de las tres era la verdadera Santa Cruz? Para averiguarlo, colocó cada una de las cruces cerca de una persona que recién había muerto y, por milagro, el muerto resucitó cuando se le acercó la tercera cruz: la verdadera reliquia.

Santa Elena con el Obispo y los fieles llevaron esta cruz en procesión por las calles de Jerusalén. En el camino había una mujer viuda que llevaba a enterrar a su hijo. Por lo que acercaron la cruz al fallecido y éste resucitó. Ese mismo día, se instituyó la fiesta a la que nos referimos. Tras su muerte, Helena fue canonizada.

En este día también se celebra a los albañiles. En algunos partes del mundo, en las construcciones los trabajadores tienen la costumbre de colocar en lo alto de las fachadas o de la obra que realizan una cruz de madera adornada con diferentes elementos como flores y papel de china. Después, esta cruz la mandan a bendecir con un sacerdote y comienza la fiesta: el jefe o patrón convida a los albañiles una buena comida.

Así pues, alabemos la Santa Cruz para que la peste que hoy nos obliga a estar en casa, se vaya para siempre y volvamos a la normalidad.

Luz al final del túnel

El 24 de marzo, aun cuando México no iniciaba la etapa cuarentenaria por el ‘Covid-19’, el presidente vecino, Donald Trump, brindaba a sus gobernados actualización sobre la lucha contra la pandemia y daba la grata noticia a los estadounidenses: “ya vamos viendo la luz al final del túnel”. Muchos se rieron ante la ocurrencia, porque las cifras de muertes iban en aumento.

Posteriormente, hace exactamente un mes, el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, lanzó la frase salvadora: “La nación –devastada por la pandemia del coronavirus, con 11.744 muertes y 124.736 infectados– comienza a ver la luz al final del túnel”. Esto, a sabiendas que aún quedaban semanas de oscuridad.

El 1 de mayo, otra luz salvadora se vislumbró: el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, a pesar de que en 5 estados todavía se tiene casi el 65 por ciento de los casos de afectados, daba las nuevas: “Ya vamos a empezar a salir de la etapa más crítica, siempre y cuando se continúe guardando la sana distancia… Ya falta poco, vamos a seguir así, no relajemos la disciplina para que podamos decir ya adiós a la pandemia: ¡Estamos viendo la luz a la salida del túnel!”.

Quizá los mandatarios se instruyeron, con muchas esperanzas, sobre las 60 fotografías de la editorial Getty Images que a lo largo de 25 años la han hecho famosa sobre la luz al final del túnel; o tal vez leyeron algo acerca del momento culminante de la agonía, donde el paciente tiene la impresión de avanzar por un largo y oscuro túnel, al final del cual puede ver una luz intensa brillar. A medida que la persona en agonía avanza hacia esa salida, se aproxima a la “otra vida” haciendo un recuento de su existencia terminada. Pero, en fin, se vale soñar. Nos leemos en la próxima.

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