Guayabazo
Somos libres… ¡Viva México! Manuel García Javier guayabazo@hotmail.com Este mes lo celebraremos en grande. Primero, porque es el aniversario de la independencia de México. Segundo, porque poco a poco se va largando de nuestro territorio la pandemia de Covid-19; así que nos centraremos en algunos comentarios sobre el papel de la iglesia en la época […]
8 de septiembre de 2022

Somos libres… ¡Viva México!

Manuel García Javier
guayabazo@hotmail.com
Este mes lo celebraremos en grande. Primero, porque es el aniversario de la independencia de México. Segundo, porque poco a poco se va largando de nuestro territorio la pandemia de Covid-19; así que nos centraremos en algunos comentarios sobre el papel de la iglesia en la época de Independencia.

Después de 300 años de continuo saqueo de las riquezas por parte del yugo español, Nueva España vivió una etapa crítica en su economía. El comercio, la industria y la agricultura –bajo la protección de la Corona— estaban limitados a fabricación y siembra. En cambio, cobraban impuestos anuales arriba de los 21 millones de pesos.

El contraste era abismal. Los nacidos en España se privilegiaban económica, social y políticamente. En cambio, los criollos, en su mayoría peones, se sentían despojados y su pobreza apenas les permitía comer; había en la tierra conquistada un poco más de 6 millones de habitantes. Era un país de desigualdad, abatido y degradado.

Hubo malestar en Nueva España. La clase pensante leía al Barón de Humboldt, a Montesquieu, a Rousseau, y ya comenzaba a pensar en la igualdad ciudadana, en la división de poderes, en los derechos humanos.

Según el obispo Abad y Queipo: “los virreyes estaban sentados encima de un polvorín”. Y no era para menos, con la invasión de Napoleón I, España estaba levantada en armas y pedía ayuda económica a la tierra de sus conquistas.

Los españoles cooperaron, pero los criollos Melchor de Talamantes, Primo de Verdad, Azcárate, Cristo, Jacobo Villaurrutia y otros, opinaron que a falta del rey la soberanía recaía en el pueblo: fueron atropellados y encarcelados por órdenes del inquisidor Prado y Ovejero quien calificó la proposición como herética.

Y surge la idea de independizar Nueva España. El virrey Iturrigaray la consideró conveniente y autonombrarse rey; fue depuesto del cargo, y de nuevo reinó la calma.

El 30 de mayo de 1810, el obispo de Michoacán daba cuenta de la inminencia de un grito de independencia. 30 mil hombres armados reforzaron al ejército y se nombró como “virrey militar” a Félix María Calleja.

Miguel Hidalgo, Ignacio Allende e Ignacio Aldama iniciaron el movimiento independiente la noche del 15 de septiembre. Hidalgo abolió la esclavitud y suprimió el tributo pagado por indígenas en Guadalajara. Y hasta ese lugar llegó Calleja, derrotando y dispersando el ejército hidalguense en la batalla del Puente de Calderón. Hidalgo fue enviado a Chihuahua y fusilado el 30 de julio de 1811.

Antes, las autoridades virreinales hicieron simulacros de degradación sacerdotal de Hidalgo, lo que no se consideró válido porque se la hizo un canónigo y no un obispo. En total fueron tres los que excomulgaron a los jefes insurgentes: Manuel Abad y Queipo, Francisco Lezama y Beaumont, y Juan Ruiz de Cabañas Crespo, declarándolos sacrílegos, perjuros, herejes, ministros de Satanás, precursores del anticristo, extravagantes, ridículos, contrarios a la Biblia y protervos. La inquisición por su parte, arremetió contra Hidalgo y Morelos, tildándolos de hereje y acusándolos de hablar mal del papa.

A la muerte de Hidalgo, el movimiento fue retomado por Ignacio López Rayón sin mucho éxito. Morelos conquistó el sur, reunió al Congreso de Anahuac y publicó la Constitución de Apatzingán contribuyendo a una nación independiente, libre y soberana, pero en diciembre de 1813 fue derrotado y apresado en Valladolid. Dos años después fue fusilado.

Con ello se vino abajo el movimiento insurgente con aisladas partidas, como la de Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, los hermanos López Rayón, Pedro Moreno, Miguel Mier y Terán , los Villagrán y Osorno, grupos que Calleja fue combatiendo y derrotando con las armas o con la gracia del indulto.

En 1817, sólo había 161 insurgentes, trigarantes y realistas, entre los que destacan canónigos, curas, vicarios presbíteros, del clero secular, agustinos, carmelitas, dominicos, franciscanos, hipólitos, juaninos, mercedarios y del clero regular.

Según las estadísticas de Don Fernando Navarro y Noriega, había en la Nueva España: 1,072 curatos con 7,341 clérigos y frailes: 4,229 clérigos y 3,112 frailes. Los obispos se declararon enemigos de la independencia, porque habían jurado fidelidad al rey.

En sus escritos, el pensamiento insurgente es de tipo teológico, social y político. En lo teológico, consideraban que Dios cuidaba del movimiento insurgente, con el auxilio de la Virgen de Guadalupe, su amable protectora. La independencia era querida por Dios y por la Virgen. Deseaban que en la sociedad buscara el progreso de la nación, justicia para todos, empleo y justicia agraria. En lo político, postulaba la independencia, la religión católica como la única tolerable, soberanía popular e igualdad ciudadana, derechos humanos y la división de poderes.

Fue así que el alto clero, los españoles criollos, mineros y latifundistas, con Iturbide a la cabeza, proclamaron el Plan de Iguala o de las ‘Tres Garantías’. Iturbide ganó para su causa a los ex jefes insurgentes: Guerrero, Victoria y Bravo; negoció con el virrey Juan O’Donojú y firmó el Tratado de Córdoba que aceptaba el Plan de Iguala. El 27 de septiembre de 1821, el Ejército Trigarante ocupaba la ciudad de México… ¡Se consumaba la Independencia de México!…En la próxima abordaremos la independencia en Tabasco. Pido una oración para que mi esposa, Nury Magaña Gallegos salga con bien de una intervención quirúrgica este viernes. Saludos a todos.

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