Guayabazo
Colón… ¿héroe, villano o santo? Manuel García Javier guayabazo@hotmail.com – guayabazo@gmail.com “Besó la arena y con el rostro pegado a ella vertió abundante llanto. Eran lágrimas de doble sentido y de doble augurio, que humedecían por primera vez la arcilla de aquel hemisferio visitado por hombres de la vieja Europa: lágrimas de alegría de Colón […]
11 de octubre de 2021

Colón… ¿héroe, villano o santo?

Manuel García Javier
guayabazo@hotmail.com – guayabazo@gmail.com
“Besó la arena y con el rostro pegado a ella vertió abundante llanto. Eran lágrimas de doble sentido y de doble augurio, que humedecían por primera vez la arcilla de aquel hemisferio visitado por hombres de la vieja Europa: lágrimas de alegría de Colón que rebosaban de un corazón piadoso y hondamente agradecido; lágrimas de dueño para aquel mundo virgen que presagiaban las calamidades, las devastaciones, el fuego, el hierro, la sangre y la muerte de aquellos extranjeros le traían con orgullo su ciencia y su espíritu de dominio. El hombre vertía lágrimas; la tierra debía llorar”.

La crónica de Alfonso María de Lamartine, editada en la Biografía de Cristóbal Colón, narra la escena del desembarco en la isla de Guanahani avistada en el océano Atlántico aquel 12 de octubre de 1492. Fue el descubrimiento de América al que siglos después se le calificaría como ‘Día de la Raza’.

Trasladando el polémico hecho a los tiempos actuales, ha ocasionado manifestaciones en todo el país, a grado tal que el año pasado, el gobierno de la Ciudad de México retiró de su sitio, en la Avenida Reforma, la estatua del marino genovés, fiel servidor de los reyes católicos de España: Isabel y Fernando, cuya remoción fue realizada para evitar que manifestantes la destrozaran.

A decir de algunos, la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, relegó la estatua del descubridor de América para colocar en su lugar una estatua de una mujer olmeca, todo para quedar bien con el presidente que días antes había solicitado al gobierno español, pedir perdón por los abusos de la conquista.

Para los españoles, uno de los acontecimientos cumbres, es el descubrimiento de unas pequeñas islas en mitad del océano Atlántico el 12 de octubre de 1492. Trescientos años después de ese histórico hecho, varios obispos italianos y franceses pretendieron santificar a Cristóbal Colón y mostrarlo como el enviado de Dios para salvar la mitad del mundo, pero el positivismo echó abajo la idea.

Según un documento de la Universidad Internacional de Andalucía, desde mediados del siglo XIX, diversos escritores comentaron: “Hay en el descubrimiento de América un personaje más grande que Isabel y Fernando el católico (…) más grande que Colón mismo. Este personaje es España, verdadera protagonista de aquella maravillosa epopeya, mirada como unipersonal por populares escritores americanos”.

A partir de ahí, se dieron luchas intestinas entre la corona y el gobierno español que buscaban el protagonismo descubridor del nuevo mundo. La imagen más elocuente de ello, es el monumento inaugurado en Granada, obra del escultor Mariano Benlliure, donde ‘la reina, sentada, se inclina amorosamente para recibir a Colón’; pero la construcción más significativa es el obelisco levantado en la explanada inmediata al monasterio de la Rábida, donde ‘el globo terráqueo y la corona real, símbolo de la monarquía hispana, rematan en una gran columna”.

La lista de obras respecto al descubrimiento de América y de biografías colombinas, es hoy interminable, un verdadero catálogo de inmensa biblioteca. Pero lo interesante de todo esto, es la profunda y radical división entre los hombres en el modo de apreciar el valor del descubrimiento y la persona del descubridor. Es decir, al igual que en México, a los españoles les valió un carajo el personaje de Cristóbal Colón y magnificaron el descubrimiento y la posterior conquista de México.

Pero volviendo a la beatificación de Colón, el arzobispo de Burdeos rogó al Papa Pío IX, para que, con motivo de su viaje a América, en 1923, canonizara al descubridor de América; escritores como Alejo Carpentier, asentaron que ‘lo ideal, lo perfecto para compactar la fe cristiana en el viejo y el nuevo mundo, sería un santo de ecuménico culto, un santo de renombre ilimitado, un santo de una envergadura planetaria, incontrovertible y más gigante que el Coloso de Rodas, con un pie asentado a la orilla del continente y el otro en los Finisterre europeos, abarcando con la mirada el Atlántico: Un San Cristóbal Christophorus, porteador de Cristo”.

La canonización no se llevó a cabo, pero España salió triunfante con una marcada influencia en la historia universal y la validez del descubrimiento en relación con la evolución histórica. Sin embargo, hay infinidad de historiadores que escriben párrafos graves del descubrimiento, juzgándolo agotador de la raza americana, otros que maldicen la llegada de los españoles como una especie de serpiente metida en el edén primitivo sin mancha.

El viaje de Cristóbal Colón no resultó fácil para nadie, de hecho, hubo conatos de amotinamiento, pero gracias a la presencia y las dotes de mando de Martín Alonso Pinzón se consiguieron resolver estas situaciones. Cuando ya se habían agotado todos los cálculos y previsiones realizadas por Colón, se oyó desde ‘La Pinta’ el famoso grito de Rodrigo de Triana “¡Tierra a la vista!”, dos horas después de la medianoche del 12 de octubre, según se narra en el Diario de Colón.

Es controvertida la historia, pero mientras universalmente se considera a Cristóbal Colón como un hombre de bien, un santo, en México ha sido ninguneado. Al fin y al cabo, fue el inicio de la invasión ordenada y financiada por la corona española y el Vaticano que, eso sí, provocaron la muerte de casi el 90 por ciento de los indígenas.

Es todo. Léenos en diario Rumbo Nuevo y síguenos en: Facebook y Twitter @GuayabazoGarcia; en www.elmundoinformativo.com, Face: @ElMundoInformativo – Tuit: @ ElMundoInforma1 YouTube: El Mundo Informativo – Instagram: @el_mundo_informativo_mx. Sean felices.

Compartir: