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Corruptos y demagogos Juan Ochoa Vidal juanochoavidal@gmail.com Ni en México ni en ninguna parte del mundo la pobreza tiene como causa única la corrupción, aunque el abuso de poder, el saqueo, la desvergüenza de “servidores públicos” que actúan seguros de que obtendrán impunidad hagan lo que hagan, sí ha coadyuvado a que programas de gobierno […]
7 de agosto de 2019

Corruptos y demagogos

Juan Ochoa Vidal
juanochoavidal@gmail.com
Ni en México ni en ninguna parte del mundo la pobreza tiene como causa única la corrupción, aunque el abuso de poder, el saqueo, la desvergüenza de “servidores públicos” que actúan seguros de que obtendrán impunidad hagan lo que hagan, sí ha coadyuvado a que programas de gobierno incumplan sus propósitos.

Han sido copartícipes de ello malos empresarios, como se acaba de ver con el programa de apoyo a jóvenes suspendido en Tabasco ante más de 300 denuncias de corrupción. Es lo mismo que ocurrió con muchísimos recursos destinados durante bastante más de 70 años a los productores agropecuarios y pesqueros.

Y también ha habido corrupción, entonces, entre los beneficiarios: de parte de quienes cobran el subsidio o ayuda gubernamental sin cumplir su compromiso, que es sembrar maíz, alimentar los pollitos regalados y convertir ese aliciente en una granja próspera; ponerle ganas al estudio y superarse, si hemos de referirnos a los muchachos que cobran becas.

En última instancia, tampoco podemos tener una visión reduccionista y decir que la corrupción es la causa de todos los males habidos y por haber.

La profundización de la pobreza en México, en nuestro Tabasco que hasta inicios de los ochentas no había visto limpiavidrios ni limosneros en sus calles -de no ser, en rara ocasión, por hermanos oaxaqueños- es fenómeno más complejo.

Es por ello que debemos ser cautelosos y jamás ingenuos, cuando alguien nos dice que posee la fórmula mágica para terminar con la pobreza, con la violencia, corrupción, desigualdad, la crisis económica, la inseguridad, y de la noche a la mañana generar la utopía.

Sobre este concepto consultamos en el diccionario Larousse: “Proyecto ideal y perfecto, pero imposible de realizar; sistema ideal de gobierno en el que se concibe una sociedad perfecta”.

Los estudiosos de las ciencias sociales y económicas intentan explicar cómo pudiere superarse la pobreza tan arraigada no solo en México, sino también en países de alto desarrollo como Estados Unidos, nación de contrastes en donde vive gente muy adinerada por generaciones, al igual que individuos que forjan fortunas con base en la corrupción, explotación a sus trabajadores y defraudadores además, pero a la par las grandes urbes tienen grandes y crecientes asentamientos de miseria, violencia, adicciones, desempleo, desesperanza.

En nuestro país, los gobiernos priistas y los que vinieron más tarde, acuñaron expresiones como las de justicia social, libertad y progreso, y a través de míseras dádivas y demagogia utilizaron a personas de diversas condiciones socioeconómicas para alcanzar posiciones de poder y sacar las uñas.

En las últimas cuatro o cinco décadas lo que se ha visto es mayor descaro en prácticas nefastas, al punto de que la vox populi, refiriéndose a los políticos y funcionarios públicos, acuñó la frase: no importa que roben, pero que hagan algo positivo.

Así hemos llegado a un punto de descomposición en todos los órdenes en el que resulta absolutamente improbable que se produzca en unos cuantos años lo que algunos llamarían el milagro mexicano, porque los problemas estructurales están tan arraigados que las recetas populistas se asemejan a aspirinas ante el cáncer.

En la práctica, hay individuos en la función pública que quieren hacer un buen trabajo que les permita tener más tarde otras y mejores oportunidades de participación política, como también hay otros que solo ven la coyuntura en la que resolverán de una vez por todas su problema económico.

En términos reales, la demanda social, la deficiencia e insuficiencia de infraestructura, la alta expectativa ciudadana, rebasan con mucho la capacidad oficial para brindar resultados inmediatos al más alto impacto.

En el mejor de los casos, se hace lo que se puede, hasta donde se puede.

A los demagogos siempre habrá quienes continúen comprándoles espejitos, pero el sentido común, aun sin tener alto nivel de formación humana integral, debiera bastar para entender qué se puede y qué no, y a qué plazos.

No nos apasionemos con estos temas. Supermán no existe. En Tabasco ya vimos qué descarado e incapaz resultó ser “SúperNúñez”. Mejor cada quién a lo suyo.
Twitter: @JOchoaVidal

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