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¿Candil de la calle, oscuridad en casa? Juan Ochoa Vidal juanochoavidal@gmail.com México nunca ha tenido control de su frontera sur. La línea internacional en Chiapas y Tabasco ha sido paso no simplemente de personas sin documentos, que en no pocos casos se integraron a nuestra sociedad y llevan una vida productiva, sino de drogas, delincuencia […]
19 de junio de 2019

¿Candil de la calle, oscuridad en casa?

Juan Ochoa Vidal
juanochoavidal@gmail.com
México nunca ha tenido control de su frontera sur. La línea internacional en Chiapas y Tabasco ha sido paso no simplemente de personas sin documentos, que en no pocos casos se integraron a nuestra sociedad y llevan una vida productiva, sino de drogas, delincuencia y esclavitud sexual.

Los traficantes de indocumentados, que por lo regular usan como “mulas” a individuos y familias completas que pagan por la ilusión de cruzar hacia Estados Unidos o quedarse en nuestro territorio, entregan sobornos a agentes migratorios o policiacos corruptos cuando son detectados, o hay previo acuerdo.

Hace cuarenta años, la construcción de Tabasco 2000 dio empleo a muchos centroamericanos, en tanto que en los prostíbulos locales prestaban sus servicios mujeres que vinieron de allá y también de más al sur del continente. Ellos no representaron problema mayor aquí, porque había bonanza y la delincuencia no había rebasado a nuestras instituciones.

Hoy, tanto este país como otros muchos en diversas partes del mundo, enfrenta un fenómeno migratorio sin precedentes.

En lo que nos atañe a Tabasco, más allá de lo que dicta el derecho convencional en materia de derechos humanos, la realidad nos agobia e incapacita para mantener abiertas las puertas a esa gente que busca mejores condiciones de vida.

Los sistemas educativo y de salud, severamente afectados por la insuficiencia presupuestal y el crecimiento poblacional, no tienen capacidad para brindar ayuda a nuestros hermanos migrantes. Debe reconocerse.

Para colmo, en el triángulo que conforman Honduras, El Salvador y Guatemala, se enseñoreó la delincuencia y esta también viene a nuestro territorio para competir con los malvivientes locales.

Por todo ello, nos congratulamos por el despliegue de la Guardia Nacional en Chiapas y Tabasco, para apoyar a la aplicación de la legislación migratoria y ejercer ese control que nunca debió perderse.

Cuántos de nosotros hemos viajado a otros países y lo primero que nos piden es un pasaporte, con visa si es el caso, y además hay que explicar al agente migratorio cuál es el motivo de nuestra visita, cuántos días estaremos, en qué hotel o en dónde nos hospedaremos; eventualmente nos preguntan qué tarjetas de crédito internacionales o cuánto dinero en efectivo llevamos.

Lo hemos vivido lo mismo en Cuba, que en Estados Unidos, o en Costa Rica, Nicaragua, etcétera. El agente migratorio se reserva la decisión de negar la entrada a su país, así tengamos visado. Y ni quien se atreva a portarse altanero ante esa autoridad; menos aún, a agredir a esos agentes, como ha venido sucediendo en la frontera chiapaneca, de sobremanera desde el año pasado.

En lo personal, apoyo la decisión del Presidente Andrés Manuel López Obrador de hacer ese despliegue de la Guardia Nacional. Del mismo modo, coincidimos en la necesidad de que en lo consecutivo sea obligatorio para los connacionales identificarse al viajar en autobús. Empresas como ADO y aerolíneas nacionales lo exigen desde hace unas dos décadas.

En otros países se usa desde hace mucho tiempo una cédula de identidad obligatoria. En México, desde hace unas cuatro décadas venimos escuchando que se va a implantar. La CURP era, se dijo, el paso previo para hacerlo, porque además ese documento serviría también para votar e incluso hacer esto último por vía electrónica.

El colmo es que en este país tan sorprendente -como México no hay dos- un grupo de intelectuales extranjeros y locales puso el grito en el cielo porque cómo va a ser que la Guardia Nacional “invada”, esgrimen, esa tierra de excepción que se adjudicaron los neozapatistas, a quienes se les permitió desafiar al orden constitucional y combatir al Ejército.

Ya era tiempo. Hasta mucho se había tardado el Presidente de la República. No hay que confundirnos.

Ante el fenómeno migratorio, una cosa es reconocer que esas personas viven un drama y otra admitir, insistimos, que nosotros también tenemos problemas terribles.

Con o sin presión del gobierno de Donald Trump -quien este martes formalizó su decisión de buscar la reelección- por razones de seguridad nacional México tenía, tiene qué controlar su frontera sur.
Twitter: @JOchoaVidal

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