Escenarios
No somos enemigos Juan Ochoa Vidal juan_ochoa45@hotmail.com No podemos continuar así. La polarización nos hace mucho daño. Los problemas que tiene encima el país, en lo particular Tabasco, son enormes. La violencia, a diferentes escalas, es pan de cada día. El narcotráfico y actividad delictiva colateral, están en su mejor momento y afectan principalmente a […]
21 de abril de 2022

No somos enemigos

Juan Ochoa Vidal
juan_ochoa45@hotmail.com
No podemos continuar así. La polarización nos hace mucho daño. Los problemas que tiene encima el país, en lo particular Tabasco, son enormes. La violencia, a diferentes escalas, es pan de cada día. El narcotráfico y actividad delictiva colateral, están en su mejor momento y afectan principalmente a las nuevas generaciones. Por esto último, resulta ser mayúsculo el peligro que trae consigo la profundización de las disputas políticas.

Que si diputados oposicionistas y también algunos de quienes forman o formaban parte del proyecto de la 4T votaron en contra de una iniciativa presidencial, no tiene por qué ser motivo de pleito. Los legisladores tabasqueños, con una excepción, lo hicieron a favor y no por eso quienes no están de acuerdo con su decisión tendrían derecho aquí a gritarles en la calle, a insultarlos en redes, a ir a su domicilio a hacer pintas, etcétera.

¿En dónde queda el llamado a la reconciliación, a la unidad para encarar tan complicada problemática preexistente que se agravó como consecuencia de una pandemia que aún no termina, aunque muchos creen que ya se acabó?

Regresaremos a las urnas en 2024. Entonces podremos confirmar o modificar nuestra preferencia política.

En ninguna persona cuerda, sensata, puede caber la idea de que todos estamos obligados a pensar de igual manera. A nadie se le puede obligar a que cambie de opinión. Adversarios políticos, jamás enemigos, es lo que son quienes abanderan o prefieren a los partidos; tanto al que gobierna, como a los de oposición, así sean medianos o chiquitos. Ya se sabe, además, que en política nada es para siempre.

En lo personal no deja de impresionarme cómo antiguos militantes de un partido, quienes se caracterizaron en su momento por ofender con singular esmero a su ídolo actual, son ahora quienes con mayor vehemencia agreden verbalmente a los que disienten.

En estados como Guerrero y Michoacán, allá por las postrimerías de la década de los ochentas, la polarización surgida por la controvertida contienda electoral de 1988, de manera recurrente daba paso a que al seno del núcleo familiar una discusión por motivos políticos entre hermanos terminara en que sacaran la pistola y se mataran. En nuestro estado, por fortuna, nunca han trascendido situaciones de ese tipo. Ni siquiera en la muy caliente coyuntura 1994-95.

No obstante, la actual polarización sugiere la posibilidad de que vayamos en esa ruta y que se pase de la violencia verbal a la física. ¡Sería terrible!

Recordemos que la pluralidad radica en el libre ejercicio de los derechos políticos y el régimen establecido por la Constitución General de la República. Es premisa la de que el derecho de cada persona termina en donde comienza el de los demás.

Todos los días, por ejemplo, leo en Facebook publicaciones con las cuales no estoy de acuerdo. Algunas las hacen personas con las que tengo o he tenido cierta cercanía y otras corresponden a usuarios con quienes comparto la red. Me he impuesto como consigna no ponerme a discutir, a tratar de imponer lo que pienso. Es un principio de respeto, para la sana convivencia.

Cuando alguien se atreve a faltarme el respeto, simplemente procedo a borrar el comentario fuera de lugar, al tiempo que bloqueo al usuario. Lo mismo hago en Twitter, esa otra red que no tiene una presencia significativa entre tabasqueños y que desde hace mucho se convirtió en arena de pleitos, insultos, calumnias, entre quienes simpatizan con Andrés López Obrador y los que lo rechazan.

Allí comparto contenido político, pero la mayor parte se refiere a los temas de naturaleza, fotografía, salud, ciencia y cultura, así como asuntos de interés global como el genocidio ruso en Ukrania. Intercambio información con usuarios lo mismo de Mongolia, Japón, China, India, que de Australia, Estados Unidos, Europa, el continente americano, África, Islandia…

Visto así, las redes sociales sí que son “benditas”. En Twitter no importa si no se hablan otros idiomas, porque la maravillosa tecnología brinda la oportunidad de la traducción instantánea. Allí, como en Facebook, eventualmente bloqueo y además denuncio a quienes ofenden.

Concluyo que vivimos ciertamente en una aldea global que está cambiando a pasos acelerados y no precisamente es para bien, aunque hay de todo y debe mantenerse la mente abierta, receptiva, analítica, sin presumir que uno tiene la verdad absoluta y, sobre todo, sin apasionamientos cuando se trata de temas políticos.

En todos los terrenos estamos obligados a mejorar el nivel de convivencia humana, porque los retos del futuro inmediato son enormes y casi nos rebasan. Ojalá así lo entendieran todos los políticos.
Twitter: @

Compartir: