Escenarios
¡Qué difícil es! Juan Ochoa Vidal juan_ochoa45@hotmail.com Podemos vanagloriarnos (o no) de la inauguración de un aeropuerto alterno en Ciudad de México, así como de avances en primeras etapas de la refinería de Dos Bocas y del Tren Maya; pero, desde la perspectiva local, persisten interrogantes que por mucho rebasan sexenios: ¿qué ha sucedido con […]
24 de marzo de 2022

¡Qué difícil es!

Juan Ochoa Vidal
juan_ochoa45@hotmail.com
Podemos vanagloriarnos (o no) de la inauguración de un aeropuerto alterno en Ciudad de México, así como de avances en primeras etapas de la refinería de Dos Bocas y del Tren Maya; pero, desde la perspectiva local, persisten interrogantes que por mucho rebasan sexenios: ¿qué ha sucedido con la multiproyectada diversificación productiva? ¿Cómo lograremos en los dos años y medio restantes que se abran oportunidades de empleo y superación para todos?

¿Cómo podría concretarse una transformación integral palpable para todos nosotros y en particular para las generaciones que ya no vivieron el boom petrolero de finales de los setentas, cuando Tabasco abastecía al Distrito Federal la mitad de la carne bovina que consumían los capitalinos, al tiempo que aquí se producía más del 80 por ciento nacional de cacao, y nuestro maravilloso campo generaba productos incluso de exportación como coco, pimienta, cítricos, plátano y también azúcar?

Hablamos de hace todavía unos 40 años -inicios de los ochentas- cuando apenas comenzaban a llegar los supermercados y en los mercados públicos encontrábamos los alimentos producidos localmente; si acaso, algunos productos eran traídos de fuera por intermediarios poblanos. Ya para entonces, por ejemplo, muchos consumían cebolla blanca en vez de la morada que salía de nuestros campos.

Al llegar el primer tabasqueño a la Presidencia de la República, no pocos creímos en que se generarían condiciones tanto presupuestales del lado oficial, como en el rubro de oportunidades en el sector privado, para el establecimiento de cadenas productivas que reactivaran el aprovechamiento del enorme potencial agropecuario, sin que se volvieran a fundar esperanzas solo en la actividad petrolera.

Pero a propósito de esto último, recordamos discursos en los que se habló, por ejemplo, de la puesta en producción de al menos 40 pozos en Macuspana y bastante más en Huimanguillo, al igual que en el resto de la Chontalpa, que Petróleos Mexicanos trabajó a un punto de preparación en el cual solo faltaba la decisión para comenzar a extraer hidrocarburos; ese crudo que ahora ante la crisis de Ukrania los estadounidenses buscan en Venezuela.

Nos entusiasmaron anuncios con referencia al establecimiento de cuencas lecheras en las regiones del edén y el prometido distrito de riego en Balancán.

En 2018 creímos, igualmente, que por fin se terminaría la pesadilla del agua potable, de las inundaciones urbanas a causa de la falta de inversión multimillonaria en redes de drenaje adecuadas que no se planificaron e hicieron hace muchas décadas.

Vimos con alegría el inicio de trabajos de desmonte de camellones en la vía corta que comunica a Cunduacán y Comalcalco, porque se dijo que después vendría la reconstrucción y terminación de la obra que tuvo a bien iniciar Manuel Andrade y que en este siglo ha sido de muchísima utilidad.

Escuchamos con no menos entusiasmo el anuncio de un “ambicioso programa viviendístico”, a la par de una rehabilitación a fondo de la infraestructura urbana no nada más en “villabache”.

El 2019 comenzó con una muy marcada austeridad en el gasto público que acorraló a los ayuntamientos, en tanto que los habitantes del edén mantuvimos la esperanza de que ello era solo un necesario y temporal reacomodo, que pronto se traduciría en lo que alguna vez, seis años atrás, escuchamos como “cambio verdadero”, ahora transformación en todos los rubros.

Vino la pandemia. Lo complicó todo, es cierto. Pero la vida continuó, no sin dejar un altísimo costo de vidas, de pérdida de empleos, de negocios, de oportunidades. Y aquí estamos, a mediados de marzo del cuarto año del sexenio, con una situación sanitaria que pareciera caracterizarse como que ya vamos de salida, aunque persiste el peligro de contagio, enfermedad y, para no pocos, hasta la muerte.

Nos enteramos de que los ayuntamientos están, como nunca, atrapados. El de Macuspana acaba de lograr autorización para obtener recursos anticipados y así pueda Julio Gutiérrez -uno de esos muchos que se subieron a un ladrillo y anda volando- realizar obra pública para tener contentos a sus contratistas de cabecera.

Dicen que la esperanza muere al último. Nosotros esperamos que en vez de morir, algo suceda y renazca.

En términos generales así debiera ser, porque las cosas están poniéndose más difíciles en el día a día de los hogares tabasqueños, de cara a un contexto económico internacional que a su vez empeora y, según los expertos, generará mayor encarecimiento de los combustibles, escasez de materias primas, inflación más alta y profundización de la pobreza.

Las mayorías no ven por encima de la arboleda.
Twitter: @JOchoaVidal

Compartir: