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Complicado Juan Ochoa Vidal Twitter: @JOchoaVidal Casi mitad de enero. El panorama se observa complicado, más allá de la cuesta. Por una parte, el “Tsunami Ómicron” azota a Tabasco, y basta mirar un poquito más allá para preocuparse ante la “explosión” de contagios. Por el otro, tanto las finanzas públicas como la economía familiar se […]
10 de enero de 2022

Complicado

Juan Ochoa Vidal
Twitter: @JOchoaVidal
Casi mitad de enero. El panorama se observa complicado, más allá de la cuesta. Por una parte, el “Tsunami Ómicron” azota a Tabasco, y basta mirar un poquito más allá para preocuparse ante la “explosión” de contagios. Por el otro, tanto las finanzas públicas como la economía familiar se ubican sobre el filo de la navaja.

En el primer tema, preocupan o debieran preocupar muchísimo los últimos reportes de contagios que ciertamente no podrían reflejar la totalidad de la proliferación. Alienta la información de Sudáfrica, en donde el 24 de noviembre se identificó a la variante de coronavirus más contagiosa de todas, pero los datos más recientes reflejan que en poco tiempo la curva ya viene en picada.

La comunidad científica estima que en esta parte del mundo el cierre de este mes será muy difícil, con muy probable saturación de hospitales aunque con menor letalidad que en la ola Delta. En la semana que finalizó se demoraron y cancelaron vuelos -por ejemplo- porque un sinnúmero de trabajadores de aerolíneas está en confinamiento.

En todas partes se teme que la propagación de contagios y los necesarios aislamientos comprometa a servicios esenciales.

Mucho ayudará el alcance de la vacunación y las medidas oportunas -no estúpidas- que apliquen los gobiernos, mas sobre todo el comportamiento social que por segundo año consecutivo se caracteriza aún en estos momentos por la imprudencia, por el valemadrismo.

Entonces, a la luz de la experiencia sudafricana -Europa es otra cosa, porque allá se les juntaron las olas Delta y Ómicron, así como el fuerte negacionismo- en el caso particular de Tabasco y en un contexto geográfico más amplio que es todo México, por regiones, existe la esperanza de que al llegar la primavera hayamos superado la pandemia, siempre y cuando no surja otra variante más peligrosa.

Tres meses nada fáciles en el tema de salud. Y, a la par, tres meses también de severas dificultades presupuestales para los gobiernos municipales, si no es que ese problema permanece enredado durante el resto del año. En tiempos mejores, siempre fue así lo que en administración pública se conoce como “temporada de secas”, porque las participaciones federales bajan en el segundo trimestre.

Con respecto a este segundo tema, atrás quedaron tres años también difíciles, con el agravante de que muchas autoridades nos decepcionaron, nos quedaron a deber: mintieron, robaron, traicionaron. Peor aún, además de corruptos fueron ineptos. Ejemplo notable, el de Centro, en donde las cosas no han cambiado e incluso están peor que en otros trienios, en todos los rubros.

Esta es la hora en que sobran los dedos de una mano para contar, entre diecisiete alcaldes, a los que se han esforzado por hacer bien su trabajo y marcar una diferencia con respecto a sus antecesores.

Botón de muestra: en Cunduacán la gente pregunta qué diferencia hay entre la señora que estaba y el “independiente” que llegó con la más alta expectativa, más allá de repartir sonrisas y espectáculo.

Nacajuca: la zona conurbada y Pomoca son zonas de desastre, de abandono. Los servicios municipales y la infraestructura urbana o semi-urbana se encuentran en peores condiciones que antes de octubre de 2018. Lo mismo Centla, Comalcalco, Teapa, Jalapa, Macuspana…

En Paraíso se escuchan voces de indignación ciudadana, al punto de que no pocos advierten que pareciera que “Toño Caldo” continúa despachando en la presidencia municipal. ¡Qué rápido se desmoronan las más altas expectativas! Claro que prometer no empobrece y no es lo mismo estar en campaña que tomar el toro por los cuernos.

Para los tenosiquenses no debiera haber sorpresa: eligieron como alcalde a un individuo que como secretario del ayuntamiento estuvo en realidad al frente de la administración durante el trienio pasado, en virtud de que su jefe se dedicó a la dolce vita, tal como en su momento hizo el priista que antes que él usufructuó las finanzas y, sobre todo, el contratismo.

No deja de sorprender el masoquismo popular. Pero así fue como dominó el PRI durante muchas décadas en Tabasco. A decir verdad, son pocos, muy pocos, los gobernantes municipales y estatales que se han preocupado por trascender bien y no marearse al subirse al ladrillo. La soberbia y estupidez son la fórmula de la corrupción y el mal gobierno.

No obstante, tratemos de ver las cosas con optimismo en todos los rubros: en lo referente a la pandemia, ya todos sabemos o debiéramos saber cómo cuidarnos. En ese aspecto nos preocupan sobremanera, sí, los niños en las aulas y sin vacunación que les proteja en aceptable medida.

En cuanto a la función pública: obtenemos lo que merecemos.

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