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¿Revocación? Juan Ochoa Vidal Twitter: @JOchoaVidal Para que en marzo próximo se realice la consulta de revocación de mandato promovida por MORENA, se requiere que a más tardar el 25 de diciembre tal iniciativa tenga el respaldo de dos millones 758 mil 227 ciudadanos. La recolección inició el primero de noviembre. Al día 18, apenas […]
23 de noviembre de 2021

¿Revocación?

Juan Ochoa Vidal
Twitter: @JOchoaVidal
Para que en marzo próximo se realice la consulta de revocación de mandato promovida por MORENA, se requiere que a más tardar el 25 de diciembre tal iniciativa tenga el respaldo de dos millones 758 mil 227 ciudadanos. La recolección inició el primero de noviembre. Al día 18, apenas se había acreditado -sujeto a revisión de eventuales inconsistencias- ¡el 14.47 por ciento!

Ese porcentaje equivale a 399 mil 374 firmas, según el reporte oficial emitido este lunes por el Instituto Nacional Electoral. Se aclara que se trata de apoyos captados en la aplicación digital correspondiente. La representación de ese partido consiguió que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ordene que también puedan ser válidos los respaldos por escrito.

Para la organización respectiva, se registraron en tiempo y forma 22 mil 415 promoventes. En un inicio, el instituto político desplegó propaganda en la que dijo que con esto se busca la “ratificación de mandato”, aunque el marco constitucional y reglamentario es muy claro al respecto:

Andrés López Obrador fue elegido para un periodo que finalizará el día último de septiembre de 2024. No necesita ser ratificado, ni hay manera de hacerlo. Curiosamente, hay muchas personas que incluso creen que sí sería ratificación y que ello significaría que pudiere quedarse en el cargo otro sexenio.

Pero, ¿para qué sirve en realidad esta herramienta de revocación de mandato y, dado el caso, quiénes tendrían que recurrir a ese recurso?

El diseño democrático de la figura de revocación representa la oportunidad que tienen quienes no están de acuerdo con el gobierno en turno. Como estrategia política, paradójicamente el partido en el poder la promueve, pese a que corre el riesgo de que ni siquiera se puedan validar las cerca de tres millones de firmas; o que, llegado el momento, el abstencionismo resulte ser abrumador: todo un fracaso.

De entrada, para que el resultado de la consulta se considere vinculante -obligatorio, pues- se requiere que participe al menos el 40 por ciento de los 92 millones de ciudadanos que conforman el padrón electoral.

López Obrador dijo hace algunas semanas que si se alcanza solo el 30 por ciento y aun sin ser vinculante el desenlace de la consulta, él de todos modos se retira del cargo.

Esto último sería muy lamentable, tanto para quienes simpatizan con su proyecto como para la nación en su totalidad, porque en 2018 acudimos a las urnas con la esperanza de contar con un Presidente que en el saldo final de su periodo (acortado dos meses como producto de una reforma constitucional) mejore de manera substancial la calidad de vida de los mexicanos, abata la corrupción, termine con la violencia del crimen organizado y, en síntesis, nos coloque en el camino del desarrollo.

Yo -usted dirá- no quiero que dentro de unos meses se haga cargo del despacho presidencial alguien carente de la legitimidad del voto, específicamente para una encomienda tan importante, así sea alguien de la mayor confianza de AMLO.

Y, ante todo esto, ¿cuál es el posicionamiento de las oposiciones? Primero que nada hay que entender que una cosa son los partidos, otras las organizaciones sociales, así como las voces individuales que se hacen escuchar y, en general, la opinión de la sociedad civil que es muy plural. Nunca, jamás, habrá unanimidad. Entiéndase. Es la naturaleza misma de la democracia y régimen de derecho: cada cabeza es un mundo.

Bueno. Hasta el momento, solo el Frente Nacional Anti Amlo (FRENAAA), encabezado por el empresario Gilberto Lozano, cree tener la fuerza de convocatoria para inclinar la consulta en contra de López Obrador. El resto del oposicionismo se pronuncia por la no participación, al considerar que nada se va a lograr por esa vía y que no es más que un truco.

Nos encontramos, entonces, ante dos probables escenarios matizados por la controversia en torno del papel que en todo esto juega el Instituto Nacional Electoral, cuyos principales consejeros se quejan de que su presupuesto es insuficiente:

Uno, no se llega a la meta de las casi tres millones de firmas al 25 de diciembre y no hay consulta. Eso conllevaría una terrible incapacidad de parte de la nomenclatura de MORENA con Mario Delgado a la cabeza.

Dos, se cumple la primera meta y hay consulta en marzo. La participación ciudadana en las elecciones federales de este año llegó al 52.67%, cinco puntos más que en 2015. No obstante, en la consulta “para enjuiciar a ex presidentes” no se alcanzó 8%.

Debieran poderse acreditar las firmas requeridas. Pero se ve mucho muy difícil que en la consulta participe siquiera el 30 por ciento de los electores.

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