Escenarios
El festín de los mapaches Juan Ochoa Vidal juan_ochoa45@hotmail.com Ante la escasa penetración que han logrado los candidatos de todos los partidos, aunque existe la creencia de que con las caminatas y publicaciones en redes sociales basta, así como su afiliación o rechazo hacia al partido en el poder, es la hora en que predomina […]
28 de mayo de 2021

El festín de los mapaches

Juan Ochoa Vidal
juan_ochoa45@hotmail.com
Ante la escasa penetración que han logrado los candidatos de todos los partidos, aunque existe la creencia de que con las caminatas y publicaciones en redes sociales basta, así como su afiliación o rechazo hacia al partido en el poder, es la hora en que predomina la incertidumbre.

No existen encuestas confiables. Después de todo, por lo regular se han equivocado.

Aquí hay, sí, pseudoencuestas que divulgan membretes como Foro Ciudadano 27, negocio de un vivo, al igual que una supuesta federación de estudiantes y otras más que no son más que estafas. No falta quien les pague por sus servicios de propaganda y que hasta ellos mismos se traguen el cuento, mas nada representan.

Lo que se venir, en casi la totalidad de las contiendas, es que los resultados se decidirán según la capacidad con que cuente cada candidato y partido para movilizar o inmovilizar votantes mediante la vieja fórmula de la compra de voluntades, aunque tampoco hay modo de saber cuántos ciudadanos acudirán a las urnas libremente: de qué tamaño serán el abstencionismo y la participación.

Cuando quedan seis días para hacer campaña, no se puede predecir qué tanto peso tendrá en el ánimo de los potenciales electores el miedo, el poder del dinero, la irritación ciudadana; en qué medida se hará valer el voto razonado, que es la esencia de la democracia. Qué tanto influirá la calificación que den los sufragantes al desempeño de autoridades y legisladores elegidos en 2018.

Los candidatos han tocado puertas y platicaron con personas que tal vez les sonrieron porque esperan o esperaban recibir algo a cambio en ese momento o antes del 6 de junio. Ninguno deberá sentirse engañado después.

En las ocasiones en las que tuvimos oportunidad de estar cerca de los candidatos a la hora en que comienzan a fluir los resultados de los comicios, hemos escuchado expresiones de asombro como la de que “cómo va a ser, si a la gente de esa sección electoral les dimos esto o lo otro”.

Entiéndase que la inmensa mayoría de las personas considera que todos los políticos son iguales.

Sin importar qué partido los haya postulado o si ya estuvieron en el mismo o en otros cargos públicos, y también si no han tenido ninguno, se piensa que todos son iguales de mentirosos o títeres y que, en última instancia, lo que cuenta es el “¿qué hay para mí?”. O a la inversa: “Este (o esta) cree que me va a ver la cara”.

Tratándose del partido en el poder, cualquiera que esté montado, siempre han prevalecido cuentas alegres. Pero, en la hora decisiva, cualquier cosa puede romper esquemas.

Un día, cuando fue candidato presidencial del Partido Auténtico de la Revolución Democrática, me lo explicó así Porfirio Muñoz Ledo: aunque se repartan costales de dinero, aunque te juren amor eterno en campaña, a la mera hora cualquier variable puede echar abajo todo; o, en contraparte, producirse lo inesperado.

“Esto es lo que he aprendido a lo largo de mi vida”, me dijo ese día de inicios de siglo el personaje que ahora se peleó con Andrés López Obrador y que en 1987, al asociarse con Cuauhtémoc Cárdenas, César Buenrostro, Ifigenia Martínez y Jorge Alcocer nunca proyectó romper con el PRI o que sería expulsado de sus filas.

En febrero de 1988, en Torreón, dieron el primer campanazo con un primer mitin multitudinario que lo cambió todo. En los meses siguientes, hasta llegar al seis de julio, el movimiento creció como bola de nieve, alimentado por el resentimiento del pueblo a la vez que por la memoria histórica con relación al Tata Cárdenas.

Aquella noche, Manuel Bartlett ordenó la suspensión del recuento para acordar con Carlos Salinas y Miguel de la Madrid.

En 2003, valga insistir en esa otra anécdota, Manuel Andrade grabó temprano un mensaje festivo y burlón, convencido de que repetiría la “hazaña” de “Poder 97” y la gracia de “Él” con la cual se quedó con la segunda vuelta por la gubernatura en 2000. Al caer la tarde de ese domingo ya sabía que había perdido once de los 17 ayuntamientos y la mayoría en el Congreso local.

En 2006, Andrés López Obrador arrasó en Tabasco como candidato presidencial; pero pocos meses después, en la elección local, en términos prácticos lo derrotó Andrés Granier Melo, el ex gobernador que hoy compite contra su ex funcionaria, Yolanda Osuna Huerta, y que tiene como esquirol a quien en aquel tiempo lo impulsó para ser su sucesor en la gubernatura.

¿Qué va a suceder dentro de nueve días? Sí: hay mucho exceso de confianza. Por cierto: ¿cómo se impedirá que en Jonuta y Emiliano Zapata vuelvan a maniobrar, como en 2018, Francisco Filigrana y Armín Marín? ¿Se les dejará sueltos?
Twitter: @JOchoaVidal

Compartir: