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Impredecible seis de junio Juan Ochoa Vidal Twitter: @JOchoaVidal El 6 de junio se realizarán elecciones en condiciones nunca vistas: pandemia, división social que se profundiza, pobreza cada día mayor, delincuencia, insuficiencia de recursos públicos y multiplicación de problemas, etcétera. Y lo que debiera ser una jornada comicial intermedia, por lo regular con baja participación […]
18 de enero de 2021

Impredecible seis de junio

Juan Ochoa Vidal
Twitter: @JOchoaVidal
El 6 de junio se realizarán elecciones en condiciones nunca vistas: pandemia, división social que se profundiza, pobreza cada día mayor, delincuencia, insuficiencia de recursos públicos y multiplicación de problemas, etcétera. Y lo que debiera ser una jornada comicial intermedia, por lo regular con baja participación ciudadana, sin sorpresa mayor, desde la perspectiva actual constituye un escenario impredecible.

Hace dos años se proyectaba que para estas fechas el país habría cambiado en todos los aspectos. La crisis económica y presupuestal de 2019 complicó todo, y la pandemia junto con la austeridad de 2020 y la que se aplica en 2021, al igual que la cancelación de expectativas de mejoramiento al corto plazo para la población en general, lo empeoró y plantea una situación sumamente frágil.

En aquel tiempo se pensó que los partidos de oposición, en un estado como Tabasco, estaban aniquilados. Hoy su apuesta es no tanto a sus estructuras electorales o a la presentación de candidatos muy competitivos, sino a que MORENA sea derrotado por un voto de frustración y castigo que se exprese en las urnas mediante una insólita participación de votantes.

Algo que no se conoce, en esta hora, es el posicionamiento real de la imagen de las autoridades emanadas de ese instituto político. Se publican encuestas que en el mejor de los casos habrían sido realizadas vía telefónica, y de antemano se sabe que las muestras no son amplias y que ese método de estudio es el más impreciso, el menos confiable.

La apuesta oficial es, en todo caso, a que aquí, por ejemplo, los beneficios entregados y por entregar a 200 mil familias luego de las inundaciones, así como los programas sociales que alcanzan a la población de menores recursos económicos, se reflejen en respaldo a los abanderados del partido en el poder.

En condiciones normales, las próximas elecciones serían una lucha de estructuras, con determinancia de la imagen del Presidente de la República y sus resultados de gobierno.

La gran incógnita es qué tanto pesarán, en todo caso, los logros gubernamentales y en qué medida se reflejará en las urnas la percepción ciudadana no solo en cuanto a esos alcances sino, en situaciones muy específicas, en cada municipio y distrito electoral, quiénes son los candidatos, cuál es la evaluación que se tiene del desempeño de las actuales autoridades, cómo se dio el proceso de selección de abanderados y también qué tanto margen se tiene en cuanto a “ingeniería electoral”.

Por todo ello, probablemente en el caso de los partidos de oposición no importe tanto en qué términos, con qué calidad de desenlace se da la selección de candidatos. En cambio, el partido gobernante correrá altísimos riesgos si dejan cabos sueltos y se actúa con triunfalismo, como si se tratara del día siguiente a las elecciones de 2018.

En el municipio de Centro, por ejemplo, independientemente del vergonzoso desenlace de su sexenio, Andrés Granier Melo quizá sea una figura que no necesite hacer campaña intensa, si es que se decide a participar. Eso continúa sin estar claro al anochecer de este domingo.

El PRI habría tenido a un buen candidato como Luis Felipe Graham Zapata, pero él se encuentra enfermo desde el año pasado. Puede ser que si no va Granier sea el también ex gobernador Manuel Andrade Díaz quien compita bajo las siglas del PRD, o del PRI, o de ambas aun cuando antes se descartó la alianza aquí de esos partidos.

De cualquier manera, MORENA no debiera confiarse. En 2003, el PRD no tenía buenos candidatos y varios de sus dirigentes, comenzando por Auldárico Hernández, estaban comprados por el gobernador en turno, quien a su vez contaba con estructuras electoreras, mucho dinero y mañas, en una contienda igualmente intermedia, de supuesta escasa participación.

Con Andrés López Obrador ocupado en la Ciudad de México, el gobernador Andrade estaba confiadísimo. Conocemos el desenlace: ese poderoso PRI, en un tiempo en el que no había habido inundaciones mayores, cuando circulaba más dinero y mayor oferta de empleo, perdió once de los 17 ayuntamientos y la mayoría en el Congreso local.

La política no siempre es como los políticos quieren que sea. De vez en cuando los ciudadanos dan sorpresas. Ya en 1988 el mafioso Manuel Bartlett, en su calidad de presidente de la Comisión Nacional Electoral, con todo y su maquinaria electoral optó por la famosa “caída del sistema”, para tener tiempo de robar las elecciones.

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