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COVID y simulación Juan Ochoa Vidal Twitter: @JOchoaVidal En el país de la simulación, que es el nuestro aunque también sucede en otras partes del mundo, no solo hay quienes siguen sin creer en la existencia del COVID19 sino que quienes usan mascarilla -confusa y erróneamente llamadas “cubrebocas”, palabra inexistente- en su mayoría no saben […]
15 de enero de 2021

COVID y simulación

Juan Ochoa Vidal
Twitter: @JOchoaVidal
En el país de la simulación, que es el nuestro aunque también sucede en otras partes del mundo, no solo hay quienes siguen sin creer en la existencia del COVID19 sino que quienes usan mascarilla -confusa y erróneamente llamadas “cubrebocas”, palabra inexistente- en su mayoría no saben que también la nariz debe quedar sellada; entre otras consideraciones al respecto.
Además de que se recomendaron de manera tardía, nunca se ha realizado una campaña precisa para educar sobre su uso y las características que debe reunir. Peor aún, en pleno ascenso de la primera ola -que nadie se diga engañado- es el momento en que se está pagando el precio del abuso de fin de año, con reuniones familiares, aglomeraciones y la criminal autocomplacencia.

En horas recientes, ante el hecho de que hasta en Alemania se están registrando unas mil 200 muertes diarias por el coronavirus, el jefe de gobierno del estado federado de Baviera, Markus Söder, fue más allá: anunció -dice un despacho de la agencia Deutsche Welle- que a partir del próximo lunes el uso de mascarillas de calidad médica FFP2 será obligatorio en las tiendas, autobuses y trenes.

Para que el lector lo entienda: las mascarillas KN95 o K95 que en Tabasco se pueden conseguir hasta en 20 pesos, aunque tengan certificación precisan en su etiqueta que son para uso civil y no médico. Estas últimas, antes costaban unos 400 pesos y hoy diez veces más. Es común que no se las proporcionen a los trabajadores de la salud en la línea de batalla contra el COVID19.

“En principio, creo que la idea es buena”, dijo a DW el virólogo Jonas Schmidt-Chanasit. Sin embargo, esto tendría que estar vinculado a algunas ofertas por parte del gobierno. Por un lado, el libre acceso a tales mascarillas médicas, y por otro, las instrucciones sobre cómo usarlas correctamente: “Sin tales ofertas, lo veo de forma crítica”, agrega.

Por su parte, el virólogo alemán Alexander Kekulé añade que “por supuesto, una mascarilla FFP2 es mucho más segura que una común, que a menudo se lleva muy suelta. Especialmente en el transporte público, mucha gente se amontona en un espacio reducido”. Con una mascarilla FFP2, el riesgo de infección se reduciría significativamente, advierte el experto.

La abreviatura “FFP” en inglés significa “pieza facial filtrante”. Estas mascarillas se diferencian de las simples e incluso de las certificadas para uso civil. No solo se filtran el aire exhalado, sino también el inhalado. Hay tres clases de calidad de mascarillas de FFP, que difieren aproximadamente en la cantidad de partículas que pueden filtrar.

La mayoría de estas mascarillas se utilizan en hospitales COVID, pero en Alemania es cada vez más común ver a muchas personas usándolas, señala el reporte de DW. El requerimiento estándar para las mascarillas FFP de clase 2, o FFP2, para abreviar, establece que estas mascarillas deben ser capaces de mantener realmente fuera el 94% de los aerosoles nanopartículas.

Pero como todo, esto también tiene su precio. En Alemania, una mascarilla FFP2 cuesta alrededor de 2,50 euros. Son precios que pueden convertirse rápidamente en un problema para las familias de bajos ingresos si el gobierno no las proporciona de forma gratuita. Además, oficialmente, las mascarillas FFP2 solo pueden usarse una vez.

Allá, en ese primer mundo, desde diciembre pasado las personas mayores de 60 años, las que tienen enfermedades previas y las mujeres embarazadas, pueden recoger gratuitamente mascarillas FFP2 en las farmacias.

Según informes de los medios, Baviera quiere proporcionar alrededor de 2 millones de mascarillas gratis de esa calidad a los más necesitados.

Aunque oficialmente las mascarillas FFP2 son de un solo uso, incluso en los hospitales alemanes se usan hasta cinco veces durante unas ocho horas. Los médicos, por ejemplo, usan una los lunes o martes, la lavan a altas temperaturas después de su uso y la vuelven a usar la semana siguiente.

En muchas empresas, por ejemplo, también se recomienda que las mascarillas solo se usen durante un máximo de ocho horas y que se quiten durante los descansos, ya que respirar a través de las FFP2 es considerablemente más difícil que a través de una simple mascarilla de tela.
Aquí seguimos simulando y con cuentas alegres, ante un índice de letalidad superior a 8 por ciento. Conocemos a trabajadores de la salud que se colocan una sobre otra… y son de las de uso civil.

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