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¿Por qué no se entiende? Juan Ochoa Vidal juan_ochoa45@hotmail.com ¿Irresponsabilidad? ¿Desobediencia? ¿Rebeldía civil? ¿Desesperación e indicio del impacto socioeconómico y patológico de la pandemia sobre individuos y familias? ¿O será acaso reflejo de fallas en la comunicación institucional? Sucedió horas después de que el gobierno federal anunció el “regreso a la normalidad” por etapas, algo […]
14 de mayo de 2020

¿Por qué no se entiende?

Juan Ochoa Vidal
juan_ochoa45@hotmail.com
¿Irresponsabilidad? ¿Desobediencia? ¿Rebeldía civil? ¿Desesperación e indicio del impacto socioeconómico y patológico de la pandemia sobre individuos y familias? ¿O será acaso reflejo de fallas en la comunicación institucional?

Sucedió horas después de que el gobierno federal anunció el “regreso a la normalidad” por etapas, algo que se estuvo publicitando desde varios días antes. Se da luego de que el lunes el subsecretario de Salud salió a decir que en Tabasco ya se había “aplanado la curva” del Covid-19 y está en declive, aunque el mismo día la autoridad sanitaria local reportó absolutamente lo contrario.

En lo que constituye todo un fenómeno para el estudio interdisciplinario, toda esa gente que se congregó en el centro de la ciudad de Villahermosa, pero también en otras poblaciones del estado, salió por diversos motivos: alguien sintió que tenía que hacerlo para ir al banco, otro anda buscando manera de subsistir o incluso en franca rebelión porque cree que lo del virus es falso…

Ya desde días previos la autoridad adelantó que pronto habrá regreso a clases. Muchos negocios abrieron. En redes sociales y de boca en boca se repiten falsedades acerca de una “conspiración para instaurar un nuevo orden social”, y para quienes tienen esa idea y disienten del gobierno la decisión de militarizar la seguridad pública es prueba de ello.

Prospera la ignorancia, mas también hay señales claras de rebelión social; pero sobre todo, a nuestro juicio, de evidentes fallas en la comunicación.

Se entiende por fallas en la comunicación al conjunto de obstáculos que inciden en la efectividad y comprensión del mensaje enviado por el emisor al receptor, y tiene mucho que ver tanto la credibilidad y confianza en las instituciones, como factores culturales, de idiosincracia.

A lo largo de cuatro meses, se insiste en que “estamos preparados para la pandemia” y se da información contradictoria, en la secuela del exceso de confianza inicial y además recurrente.

La secretaria de Salud estatal, Silvia Roldán, hasta hace unas ocho semanas insistía en que era más preocupante el dengue y que con la experiencia de la pandemia AH1N1 en 2009, quedamos listos para enfrentar lo que sea. Más recientemente aseguró que esperaba no más de 200 decesos.

De cualquier manera, temprano, este miércoles, el gobierno federal precisó que Tabasco no solo es uno de los tres o cuatro estados en donde el 1 de junio no puede haber regreso a clases, sino que se sitúa entre los más altos niveles de afectación. En las últimas horas, la administración estatal informó acerca de preparativos en panteones para recibir restos de víctimas del coronavirus.

La gobernabilidad por sí misma, en tiempos normales entraña serios retos. En condiciones de emergencia se vuelve compleja.

La comunicación institucional tiene que estar, en todos los niveles de gobierno, a cargo de profesionales que sepan lo que hay que hacer, porque aun así no es tarea fácil orientar y conducir a la población en momentos en que oficialmente se reportan cerca de 700 mil empleos perdidos, en un país en donde bastante más de la mitad de los individuos sobreviven en la economía informal y en la pobreza.

Este miércoles se envió a la policía a meter orden. La irrupción tampoco fue generalizada en Villahermosa, ni en el resto del estado. La cuestión es que se está a tiempo de que nuestras autoridades entiendan que esto puede suceder a mayor escala y, por desfortuna, muchas personas ven venir la tormenta y siguen sin creerlo.

Aun si fuese cierto que México, que Tabasco, está en el punto máximo de “la curva”, lamentablemente eso no significa que ya llegamos a lo peor y lo que sigue enseguida es disminución de enfermos y decesos. Para colmo, no se aplican las pruebas entre la población en general, tal como lo recomienda desde febrero la Organización Mundial de la Salud.

Clarisse Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud, acaba de advertir que en América Latina ya casi se duplican los casos en solo tres semanas.

Esto va para largo. Difícil labor tienen las autoridades para hacérselo saber a la gente a fin de que se proteja. Solo un reducido sector de la población escucha las “mañaneras”, así como la radio y ve redes sociales. No debe haber confusión gubernamental al respecto.

Terriblemente, la saturación hospitalaria es riesgo inminente. Y olvidémonos del regreso a la “normalidad” antes de septiembre u octubre.
Twitter: @JOchoaVidal

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