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Sí, nos confiamos Juan Ochoa Vidal Twitter: @JOchoaVidal Hace tres meses, cuando la crisis había estallado en China y la Organización Mundial de la Salud lanzó la alerta general, en México las autoridades decían que no teníamos de qué preocuparnos, máxime que entre 2009 y 2012 se enfrentó al contagio del AH1N1 y que somos […]
4 de mayo de 2020

Sí, nos confiamos

Juan Ochoa Vidal
Twitter: @JOchoaVidal
Hace tres meses, cuando la crisis había estallado en China y la Organización Mundial de la Salud lanzó la alerta general, en México las autoridades decían que no teníamos de qué preocuparnos, máxime que entre 2009 y 2012 se enfrentó al contagio del AH1N1 y que somos un pueblo a prueba de fuego.

Las cuentas alegres continuaron cuando gobiernos como el de El Salvador cerraron fronteras, en tanto que Chile declaró estado de excepción, Italia vio rebasado su sistema de salud de primer mundo y el no menos soberbio gobierno de Estados Unidos dijo tener bajo control el primer brote en Seattle, que pronto se extendió hasta comenzarse a amontonar cadáveres en Nueva York.

Hoy, en este mayo que no tiene antecedentes, sobremanera los habitantes de Ciudad de México, Villahermosa, Tijuana y otras cinco o seis ciudades avanzamos hacia la fase más crítica de la pandemia.

La OMS señaló reiteradamente el exceso de confianza de todos los gobiernos del mundo. Basta revisar la información internacional -debe hacerse- para percatarnos de cuál es la ruta en la que, por desfortuna, estamos.

No estábamos preparados. Ningún país lo estaba y menos aún el nuestro, así como el resto de América Latina, a excepción quizá de Costa Rica, porque desde siempre el sector salud no ha estado en las prioridades presupuestales de los gobiernos, como no sea en lo que respecta a campañas de vacunación.

Una y otra vez, a lo largo de muchas décadas, en cada campaña electoral la población se queja de que de nada sirven centros de salud sin médicos ni medicamentos; que los hospitales permanecen saturados y es común denominador que en los pasillos de las salas de urgencia hay enfermos graves a la espera de ser atendidos, en tanto que el personal médico y de enfermería recibe mentadas de madre de parte de los familiares.

Por referirnos al ámbito local, los últimos hospitales que se construyeron en Tabasco, como el “nuevo” Juan Graham, el De la Mujer y Del Niño, se saturaron muy pronto. Los nosocomios regionales son insuficientes y carecen de todo lo básico. Se sabe de al menos dos que quedaron inconclusos. Los de ISSET e ISSSTE datan de hace 40 años.

No estábamos preparados ni siquiera para atender a los pacientes de enfermedades comunes. Ni remotamente, entonces, para enfrentar una pandemia de las proporciones y proyecciones del COVID-19. Todavía hace dos meses, la Secretaría de Salud de Tabasco insistía en que nuestra mayor preocupación debía ser el dengue, la otra epidemia que provoca centenares de muertos.

¿Qué va a suceder ahora? Lo que sigue es el momento más grave de la pandemia. El gobierno federal dice que ya estamos allí en la semana que inicia. Sin embargo, eso no significa que a partir de ese punto comenzarán a disminuir los casos de infección y, eventualmente, decesos.

Según expertos, en este punto de gravedad podríamos quedar estancados durante dos meses incluso. En el mejor de los casos, en septiembre o un poco después comenzará a normalizarse todo, sin que eso signifique que ya estamos a salvo.

No existe evidencia científica que permita afirmar que se alcanzará un punto de inmunidad y ni siquiera que quienes hayan sobrevivido al contagio queden libres de volverse a enfermar.

Hoy, ya entrados en mayo, la comunidad científica mundial continúa descubriendo que muy poco se sabe acerca del COVID-19.

Se ha identificado, por ejemplo, que el contagio no necesariamente ataca al sistema respiratorio, en virtud de que puede manifestarse a través de hemorragias, insuficiencias renales, pie diabético, meningitis, accidentes cardiovasculares, y hay al menos un caso documentado de leucemia fulminante desencadenada por el coronavirus.

En esta lucha contra este enemigo invisible están en riesgo y se han enfermado incluso individuos que por la encomienda pública que tienen, se supondría que saben cómo cuidarse y que han estado haciéndolo.

Hasta hace algunos meses se habló de grupos de alto riesgo, en especial las personas mayores de sesenta años; pero resulta ser que han muerto muchos jóvenes saludables, y ancianos sobreviven.

En lo personal nos alienta y congratula el caso del periodista José Chablé Ruiz, porque lo conocemos muy bien desde adolescente -es cinco o seis años menor que quien esto escribe- y estamos informados de sus padecimientos crónicos. ¡Pese a todo salió adelante!

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