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Juan Ochoa Vidal juanochoavidal@gmail.com Los logros que todos queremos Un funcionario federal que ya renunció o que fue destituido del cargo, reivindicó los crímenes cometidos por la extinta guerrilla urbana llamada Liga 23 de Septiembre. El hecho podría pasar como algo incidental, de no ser porque nos recuerda la fragilidad de la paz social que […]
23 de septiembre de 2019

Juan Ochoa Vidal
juanochoavidal@gmail.com

Los logros que todos queremos

Un funcionario federal que ya renunció o que fue destituido del cargo, reivindicó los crímenes cometidos por la extinta guerrilla urbana llamada Liga 23 de Septiembre. El hecho podría pasar como algo incidental, de no ser porque nos recuerda la fragilidad de la paz social que se vive en este país.

En esta hora, las tensiones sociales del pasado se han acrecentado y hay grupos radicales de extrema izquierda que pugnan por la instauración de un régimen dictatorial, al tiempo que prospera el crimen organizado y proliferan bandas como la que asaltó al catamarán de Paraíso.

Para el Presidente Andrés López Obrador, así como para los gobernadores y autoridades municipales, el principal reto va mucho más allá del cumplimiento de compromisos y programas, en un contexto económico complejo: lo más delicado radica en cómo mantener los equilibrios en todos aspectos, en una nación profundamente desigual y dividida.

Todo ello nos hizo recordar una etapa reciente de la vida de México en la cual tuvimos oportunidad de estar cerca del principal protagonista: un hombre a quienes los radicales calificaron como tibio, porque al tener en sus manos la posibilidad de llamar a un alzamiento popular y armado, optó por atemperar ánimos y advertir que la caída del entonces partido único se daría por la vía legal y pacífica, en elecciones en las que se conquistara el poder “palmo a palmo”.

Ese personaje, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, finalmente no llegó a ser Presidente de la República, mas como jefe de Gobierno de la Ciudad de México, tal como lo había hecho antes como gobernador de Michoacán, dio ejemplo de cómo gobernar y administrar los recursos públicos, siempre sin protagonismos vanos y cuidando el régimen de instituciones.

En las semanas posteriores a la elección fraudulenta que operó Manuel Bartlett en 1988, fuimos testigos en la sierra de Guerrero de una reunión de él con ex combatientes del grupo de Lucio Cabañas, quienes le mostraron que contaban con armas y determinación para no permitir que Carlos Salinas llegara al cargo.

En un pueblo de Morelos, lo recibieron en una kilométrica caminata a lo largo de la calle principal, con hombres armados cuidándolo desde los techos de las viviendas. En la Comarca Lagunera, en la Huasteca Potosina, en Michoacán, en Tijuana, etcétera, muchos le dijeron, al grito de ¡ya basta!, que correría la sangre que fuere necesaria.

De manera reiterada, Cárdenas mantuvo su postura firme, indeclinable, de denuncia en contra del fraude electoral, pero a la par respondió con energía que el camino de las armas y la división del país no era el camino.

En esos días posteriores a las elecciones, durante un traslado por la Sierra Gorda de Querétaro, me preguntó por Andrés López Obrador, a quien Graco Ramírez propuso para que fuese el candidato del Frente Democrático Nacional para gobernador de Tabasco. Graco le dijo que era un buen líder y persona equilibrada que abanderaría de manera adecuada al movimiento.

Muchas cosas pasaron después. Cárdenas apoyó a Andrés en los noventas para que se hiciera cargo de la dirigencia nacional del PRD. Más tarde hubo distanciamiento entre ambos. El año pasado lo felicitó por su elección como Presidente. Ha formulado críticas al nuevo gobierno, sin llegar a extremos.

Estamos convencidos de que Cuauhtémoc -de quien en principio dudamos de él y de otros como el en definitiva convenenciero Porfirio Muñoz Ledo- hizo lo correcto hace ya más de treinta años y en etapas posteriores. Hubo avance democrático gradual.

En el 2000, Vicente Fox Quesada abanderó a la esperanza. Lamentablemente, la corrupción continuó. En materia económica hubo continuismo (aunque con indiscutible estabilidad macroeconómica) y los desajustes sociales se profundizaron. Nos decepcionamos.

En 2018, en su mensaje de triunfo electoral, Obrador se comprometió a trabajar por la reconciliación y conducir al país hacia altos niveles de crecimiento.

Seguimos a la espera de que todo ello se logre. Entre todos aquellos a quienes arrastró consigo hacia la victoria electoral y a la función pública, no pocos han demostrado incapacidad y soberbia, de cara a una problemática general sumamente complicada.

Twitter: @JOchoaVidal

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