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Jodidos pero felices Juan Ochoa Vidal juanochoavidal@gmail.com El Presidente de la República aseguró, en la proximidad de su primer informe, que los mexicanos somos felices. En lo personal percibimos que así es, pese a la gran cantidad de problemas que nos aquejan y a los que pudieren estar por venir si se cumplen los pronósticos […]
27 de agosto de 2019

Jodidos pero felices

Juan Ochoa Vidal
juanochoavidal@gmail.com
El Presidente de la República aseguró, en la proximidad de su primer informe, que los mexicanos somos felices. En lo personal percibimos que así es, pese a la gran cantidad de problemas que nos aquejan y a los que pudieren estar por venir si se cumplen los pronósticos de recesión mundial, en momentos en que ya este país tuvo cero crecimiento en el segundo trimestre del año.

Nada más que no hay que confundir el concepto de felicidad con lo que los estudiosos de los fenómenos socioeconómicos y politólogos ahora denominan grado de sensación de bienestar. De igual manera, la felicidad no es un logro de gobierno como tampoco la infelicidad está necesariamente relacionada con la falta de cumplimiento en la administración pública, la pobreza y la corrupción.

En nuestra vida, al recorrer todo el país, tuvimos oportunidad de conocer e incluso tratar de muy cerca a personas que a pesar de vivir con ingresos precarios, con apenas lo suficiente, sin servicios públicos, eran felices.

David Andrés Vergara, médico neurocirujano y evangélico colombiano, sobre todo estudioso de la naturaleza humana, formuló el siguiente recuento:

Para Freud, el hombre busca dos finalidades distintas en toda su vida: evitar el dolor y experimentar intensas sensaciones placenteras. La felicidad la asocia con esta última idea, quedando prácticamente definida como la sensación de placer que otorga la descarga de una tensión vivida como displacentera.

Además, considera que la felicidad en el sentido más estricto surge de la satisfacción, y que por tanto no es estable sino un fenómeno episódico. Por el contrario es mucho más fácil experimentar la desgracia. Según su pensamiento, el sufrimiento amenaza por tres lados: desde el propio cuerpo, desde el mundo exterior y desde las relaciones con otros seres humanos

Freud también comenta que la constitución psíquica del individuo juega un papel importante para llegar a la felicidad. Así, los diferencia en: los que privilegian la satisfacción que pueden lograr en los vínculos afectivos que los ligan a otras personas; los que buscan satisfacciones esenciales en su propio mundo interior; aquellos que las encuentran en las acciones que realizan en el mundo exterior.

El ser humano puede sentirse feliz por el solo hecho de haber escapado a la desgracia y de haber sobrevivido al sufrimiento. Freud propone la “sublimación” como técnica para evitar el sufrimiento. “Bajo las posibilidades de sufrimiento, el hombre suele rebajar sus pretensiones de felicidad. (… ) La finalidad de evitar el sufrimiento relega a segundo plano la de lograr placer”.

Desde el principio del texto “El Malestar en la Cultura”, Freud nos dice o da a entender que este cometido es irrealizable. Parte entonces de la imposibilidad. Lo paradójico es que no solo es imposible realizar el programa del principio del placer, es decir la evitación total del displacer, sino que también es imposible dejar de buscar la felicidad.

Con ello estamos frente a una división en el campo mismo del principio del placer. El principio de placer es imposible de realizarse, pero también es imposible renunciar a buscar dicha realización. Es una paradoja irónica que ilustra la condición del ser ante la imposibilidad.

Hasta ahí, la cita que hacemos. Tal como un servidor lo ve, está en la naturaleza misma, en la voluntad del ser humano, sentirse feliz o frustrado; a menos que se esté enfermo de depresión o que uno se encuentre en una etapa de su vida en la cual perdió a un ser querido, por ejemplo.

Si la felicidad se midiera por el dinero, Slim sería superfeliz. ¿Lo es? No lo sabemos. Pero sí hemos conocido multimillonarios que no lo son por el simple hecho de tener mucho.

¿El dinero da felicidad? No, pero ¡cómo sufrimos los que no lo tenemos y sí deudas! ¿Aun sin dinero podemos ser felices? Creemos que sí: es una cuestión de actitud que tiene mucho que ver con el esfuerzo personal, y con entender y admitir que hay cosas que no están bajo nuestro control.

Por cierto que igualmente se puede ser feliz en la mediocridad; o a la espera que la rueda de la fortuna nos sonría, sin depender de lo que hagan o dejen de hacer nuestros gobernantes.
Twitter: @JOchoaVidal

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