El sueño de don Juan (1)
Son tontos todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen. Baltazar Gracián / Arte de prudencia Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com El 30 de enero, en Telerreportaje, Juan Filigrana Castro lucía como uno de los buenos funcionarios de Arturo Núñez: sencillo, modesto, tranquilo. El 18 de febrero lució como un sol […]
21 de febrero de 2013

Son tontos todos los que
lo parecen y la mitad de los
que no lo parecen. Baltazar
Gracián / Arte de prudencia

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com
El 30 de enero, en Telerreportaje, Juan Filigrana Castro lucía como uno de los buenos funcionarios de Arturo Núñez: sencillo, modesto, tranquilo. El 18 de febrero lució como un sol esplendoroso, triunfal, soberbio: el mejor funcionario del gobierno del cambio verdadero. Contó el sueño de un desarrollo urbanístico en 200 hectáreas recuperadas alrededor de la Laguna del Negro.

Pero ayer, miércoles 20, su estrella empezó a decaer. Del gran proyectista de un nuevo Villahermosa —de un desarrollo urbano con residencias de interés alto, centros comerciales de alto pedorraje (ese y no otro es el calificativo), que convertirían a esta capital en “la gran capital”— se le pasó a ser el peor de los funcionarios de este balbuceante gobierno: se le rompieron, como en el cuento, los huevos sobre los que edificaría su riqueza. Ya no pudo colocarlos a las gallinas cluecas, crecer los pollos y nuevas gallinas, comprar cerdos y vacas… El presunto dueño de los terrenos le rompió los huevos, le tiró la leche.

¡Los terrenos —inundables por cierto, como le corrigió la plana el ingeniero Manuel Ordóñez, secretario de Obras Públicas— no son todavía del gobierno. No hay tal recuperación pues se trató de una mala interpretación de una resolución judicial!

Como en la historia de los huevos, o de la leche caída, las tierras de don Juan no son tal. Las tierras existen, sí, pero están todavía en litigio.

Y lo peor, pueden ser el más grave error del gobierno de Núñez pues podría llevarse el pleito a los tribunales internacionales. Cómo el mismo Arturo Núñez dijo en causa propia, el presunto dueño —a título de posesión— de esas tierras no está manco.

Y parece que tendrán que llegar a un arreglo con él, si quieren realizar ese viejo proyecto urbanístico que don Juan no se sacó de las mangas, en un arte de mago con el que apantalló por unas horas, sino que debió encontrar en los papeles olvidados de sus antecesores. Un plan urbano que, ni siquiera es factible en esos humedales, como bien se lo aclaró Manuel Ordóñez. Pero por un rato muchos soñaron con un desarrollo tres veces más grande que la obra urbana de Leandro Rovirosa, Tabasco 2000:

“Será la nueva fisonomía de nuestra ciudad con una urbanización de gran visión, en un futuro próximo será el nuevo eje del centro financiero, comercial, administrativo, hotelero, habitacional y de esparcimiento, y se aprovechará la gran belleza de la Laguna del Negro”, presumió don Juan, como la hortelana del cuento sus huevos… o su leche.

El 30 de enero, con Chuy y Emmanuel Sibilla, don Juan Filigrana era solamente el director de Invitab, una dependencia que, dijo, recibía con una cartera vencida de 500 millones de pesos. Además, se le oía sincero, no estaba de acuerdo con que en gobiernos pasados se adquirieran para desarrollo viviendístico “tierras que tendrán que ser vendidas porque nos es costoso estar… la vigilancia, estar atento a esas reservas que no tienen ni tendrán uso”.

—¿Quién las va a querer comprar?, ¿Para qué son buenas esas tierras? —le preguntaron ese día en Telerreportaje.
—Puede ser para la agricultura, la ganadería, pueden tener otro uso pero no para vivienda, tenemos que ser muy responsables en donde se edifiquen los nuevos fraccionamientos —dijo, y se le escuchaba bien, don Juan.
—Esto es, su costo también lo venderán en cualquier cosa porque…
—Sí, estamos investigando incluso precios de compra, estamos haciendo una revisión integral, en forma paralela estamos tratando de sacudir al Instituto, darle una imagen diferente, con el apoyo de muchos trabajadores estamos transformando esa imagen, no solamente la reestructura administrativa que me ordenó el gobernador, sino el aspecto físico también.
—¿Van a adquirir más tierras para reforzar las reserva territorial que por lo que tengo entendido en este momento es como si no tuvieran nada?
—Tenemos parcialmente diría yo pero si es necesario que se vaya adquiriendo, así es.
—Entonces van a comprar.
—Vamos a comprar, en su momento cuando hayan recursos…

El 18 de febrero, don Juan amaneció rico. Y poderoso. El mejor funcionario. En una rueda de prensa hizo el gran anuncio. Se habían recuperado tierras compradas, dijo, en octubre de 1994; en las inmediaciones de la colonia Casa Blanca y la Laguna del Negro, predio que había sido invadido por personas que decían ser propietarios, con escrituras apócrifas.
Y le puso precio a su sueño: las tierras recuperadas valen entre 5 mil millones y 10 mil millones de pesos.

El sueño se puede volver pesadilla. No termina. Ayer el presunto propietario, Jesús Aguirre Hernández, le tiró la leche y les rompió los huevos. Le acusó de novatez, falta de conocimientos jurídicos, arrogante, y muchas cosas más, como veremos.

Camelot
En una mesita, la de los sirvientes, la del Deporte, hay celos porque pusieron a una hija del perredista —este sí de izquierda— Rafael Sánchez Cabrales, como directora de la Juventud. Querían que no se dividiera Deportes, quew fuera como cuando Meche. La verdad que no pueden quedarse con todo. Imagínese lo que harían si fueran de los caballeros de la Mesa Redonda.

Compartir: