Por Ferdusi Bastar Mérito
Rumbo Nuevo
Cuando niño adolescente, tenía dos grandes anhelos que consideraba difíciles de alcanzar. El primero y más importante para mi , si alguna vez pudiera ir a París, la ciudad de mis sueños, la ciudad que es una fiesta, del espíritu, del arte, de la vida misma.

La otra grande ilusión que abrigaba, es que pudiera alcanzarme la vida para llegar al año 2000. Y la vida ha sido demasiado generosa conmigo, Hierba mala no muere, y aquí estoy en pleno 2019.

Y me siento muy afortunado. Después de recorrer razonablemente mi país, lo primero que hice hace como 50 años, fue ir mi meta: Paris, Y cuando iba entrando en la ciudad de mis sueños, me faltaban ojos y se me hacia un nudo en la garganta.

Afortunadamente he estado en París más de 10 veces; he perdido la cuenta. Una de ellas, 30 días, y me faltan cosas por admirar en esta en la ciudad museo, la ciudad luz, la capital del arte, de la bohemia, de la arquitectura, de la gastronomía, del vino y el queso, y de tantas, y de tantas cosas.

Si hablamos de cultura, el Louvre es el museo más grande del mundo, y el primero que sirvió de modelo a los otros grandes claustros, 700 metros de lado , con la Gioconda y la Venus de Milo y la de Samotracia, por ejemplo. Si hablamos de bibliotecas, la Francois Mitterrand, que ocupa una cuadra de casi media hectárea, con edificios en forma de libro abierto en sus cuatro esquinas, algo verdaderamente gigantesco.

Y Paris tiene tema no para un artículo, para todo un libro. Templos como Notre Dame, San Eustaquio, La Trinidad, la Capilla Real, el Sacre Coeurt o el Santuario de la Medalla Milagrosa-. Castillos como Versalles, con sus 800 hectáreas y un catedral gótica y un teatro de la ópera adentro. Y hablo solo de un abrir de boca.

Y del entretenimiento, los mejores cabarets del mundo. El Lido es una fantasía, una alucinación, y contra lo que se piense, para todo público. Mi hijo me ha acompañado desde que tenía 10 años al Lido. Una excelente cena con champaña, una orquesta romántica para bailar, y el más bello y reconocido espectáculo.

En una ocasión, absorto en el espectáculo, no nos percatamos que atrás de nosotros, como de muchas mesas, nos habían rodeado mariachis, y nos sorprendió el estruendo de cornetas, violines y guitarrones , al iniciar una estampa mexicana del programa de ese día.

Y no cabe duda de que como decía Enrique IV, París, bien vale una misa. Y en verdad, todo un novenario.