El ahora fiscal general se entrevistó dos veces con el embajador ruso en plena cibercampaña del Kremlin contra Clinton. Los demócratas piden su dimisión y los republicanos exigen que se aparte de las pesquisas. La Cámara de Representantes abre una investigación propia sobre la conexión rusa
Washington, EEUU
Agencias
El escándalo ruso tiene cercado a Donald Trump. El descubrimiento de que el fiscal general, Jeff Sessions, ocultó al Senado que en pleno ciberataque del Kremlin había hablado con el embajador ruso ha abierto una espiral incontrolable para la Casa Blanca. La cúpula del Partido Demócrata ha pedido su inmediata renuncia “por mentir bajo juramento”, numerosos republicanos exigen que se recuse e incluso el líder del Congreso, el conservador Paul Ryan, ha reconocido que debe apartarse de las investigaciones si estas recaen sobre él. A esta oleada, el comité de inteligencia de la Cámara de Representantes añadió la apertura de sus propias pesquisas sobre la conexión rusa. Haciendo caso omiso a este clamor, el presidente expresó «su total confianza» en Sessions.
Vladímir Putin se ha vuelto tóxico para Trump. La investigación de The Washington Post muestra que el embajador Sergei Kislyak se reunió dos veces con el entonces senador Sessions. La última cita se celebró en septiembre coincidiendo con el momento más duro del ciberataque ruso al Partido Demócrata.