El discurso
 —¡Bravo!, Heracles. ¡qué magnífico  argumento! Y Dionisodoro dijo: —¿Cómo?, ¿es Heracles bravo o el bravo es Heracles? Y Cresipo: —¡En el nombre de Posidón —exclamó—, qué formidable uso de las palabras! Pero me retiro; estos hombres son imbatibles. Platón / Diálogos/ Eutidemo Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com El profesor Armando Mayo, en Preparatoria, como después Eduardo Alday […]
18 de septiembre de 2014

 —¡Bravo!, Heracles. ¡qué magnífico
 argumento! Y Dionisodoro dijo:
—¿Cómo?, ¿es Heracles bravo o el
bravo es Heracles?
Y Cresipo:
—¡En el nombre de Posidón —exclamó—,
qué formidable uso de las palabras! Pero
me retiro; estos hombres son imbatibles.
Platón / Diálogos/ Eutidemo

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com

El profesor Armando Mayo, en Preparatoria, como después Eduardo Alday Hernández y Antonio Suárez, en la cátedra universitaria, dejaron el legado del amor al estudio. Y el encuentro de aquellas enseñanzas y lecturas con la realidad de siempre. Estos en leyes. Aquel, en filosofía.

Estos días de puente, de ridiculez priísta, de cochinero electoral perredista, de Grito y de desfile patrio; de celebrar la radiodifusión y de ver la ambición desmedida y ridícula del alcalde paraiseño al colgarse a ella con homenajes a los locutores; la realidad política lleva al reencuentro con Platón… y con los sofistas.

Veamos, pues, los argumentos del sabio ateniense acerca de los discursos: “Nadie dice las cosas que no son; diciéndolas, produciría ya algo, y tú has reconocido que es imposible que alguien sea capaz de producir lo que no es; de manera que, según tu misma afirmación, nadie puede decir mentiras”.

En el Eutidemo, diálogo de transición, que no ofrece conclusión alguna, el alumno de Sócrates, maestro de Aristóteles y creador de la Academia y de la dialéctica, en realidad busca ridiculizar a los sofistas y sus argumentos, a través de los discursos de Eutidemo y Dionisodoro.

Vayamos a una parte del diálogo:
—Y bien, cuando los oradores dicen algo frente al público, ¿acaso no realizan una acción?
—La realizan —contestó él.
—¿Y si la realizan, entonces producen?
—Claro.
—¿De modo que “decir” es “realizar” y también “producir”?
Admitió que sí.
—Por lo tanto —agregó—, nadie dice las cosas que no son; diciéndolas produciría ya algo, y tú has reconocido que es imposible que alguien sea capaz de producir lo que no es; de manera que, según tu misma afirmación, nadie puede decir una mentira, y si es cierto que Dionisodoro dice algo, dice la verdad y dice cosas que son?
—Por Zeus que sí!, Eutidemo —contestó Ctesipo— pero ocurre que él, de algún modo, dice las cosas que son, pero no las dice, sin embargo, tal como efectivamente son.
—¿Qué estás diciendo, Ctesipo?, intervino Dionisodoro, ¿hay acaso quienes dicen las cosas tal como efectivamente son?
—Claro que las hay —repuso—: las personas de bien y que dicen la verdad.
Este largo introito porque los tabasqueños despertaron de las fiestas patrias con un nuevo llamado a la unidad, la lealtad y contra el divisionismo político que desde hace 32 años ha perjudicado a Tabasco.
Esta vez el gobernador Arturo Núñez Jiménez sacó de su escondite administrativo, del bajo perfil con que se venía manejando, al hombre de su mayor confianza en el gabinete gubernamental, Amet Ramos Troconis; según dicho del propio mandatario, en histórica entrevista en la XEVT, radiodifusora que acaba de cumplir sus primeros 60 años.

“Es tiempo de sumar voluntades y capacidades, todas caben bajo una visión amplia e incluyente, en la que los esfuerzos son bienvenidos, siempre y cuando estén orientados al bien de Tabasco”, dijo Núñez de nuevo, en la voz de quien así aparece por primera vez en los escenarios públicos, con el discurso oficial del 204 aniversario del inicio de la Independencia mexicana.

Una verdadera sorpresa. Porque Amet es la manzana de la discordia en el equipo de Arturo Núñez. Contra él están —de nadie es desconocido— muchos funcionarios del gobierno nuñista.Y él está contra ellos.

Si declarar el político Núñez en la radiodifusora, y ante los comunicadores más influyentes de Tabasco, que Amet era el funcionario en que más confiaba, el primero en el equipo, por encima del secretario de Gobierno, César Raúl Ojeda Zubieta, le confirmaba al chiapaneco poder para manejar todo lo administrativo de este gobierno; hacerlo ahora su portavoz para llamar a la unidad y a la lealtad al cuarto para las doce, cuando está cerca el segundo informe y los posibles cambios en el gabinete estatal, convierte al poderoso funcionario también en un fortísimo colaborador político del mandatario tabasqueño.

Inédito. Siempre, en todo gobierno, hay un hombre de confianza. Normalmente lo es el secretario de Gobierno, como lo fue Salvador Neme Castillo, con el gobernador Leandro Rovirosa Wade; o, antes, Arístides Prats Salazar, con Mario Trujillo, por citar dos casos.

El gobernador Enrique González Pedrero fue el primero en sacar de la Secretaría de Gobierno el poder del mandatario. Adán Pérez Utrera, simple secretario técnico, era considerado “El reyecito”. El jarocho enfrentaba al propio secretario de Gobierno, José Eduardo Beltrán Hernández, como a otros funcionarios y a quien entonces fue presidente del PRI por esos accidentes de la vida política, al no haber otra opción partidista, Andrés Manuel López Obrador.

Pero se mantuvo de bajo perfil aunque las zancadillas y espinillazos debajo de la mesa de gobierno se escuchaban en los corrillos políticos. Los extraestatales mantuvieron el poder. Tumbaron a Chelalo. Llegó José María Peralta López, que así fue gobernador sustituto.

Ahora las cosas parecen diferentes. Y el discurso de Amet deja para mucho.

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