Editorial. México debe de prevalecer
Queda claro que Ricardo Monreal se equivocó. Para ser presidente de la República no basta tener deseos de serlo, hay que luchar con tenacidad para lograrlo. Capacidad, disciplina, humildad, sobre todo el deseo de trascender en la historia de tu país por encima de intereses personales. López Obrador, ahora mismo, le ha puesto el ejemplo […]
28 de enero de 2022

Queda claro que Ricardo Monreal se equivocó. Para ser presidente de la República no basta tener deseos de serlo, hay que luchar con tenacidad para lograrlo. Capacidad, disciplina, humildad, sobre todo el deseo de trascender en la historia de tu país por encima de intereses personales.

López Obrador, ahora mismo, le ha puesto el ejemplo que para llegar al final del camino deseado, “hay que abrir brecha”. AMLO comenzó solo, sus apoyos no fueron partidos ni congregaciones gubernamentales, sus seguidores era gente de campo, indígenas chontales, zoques y tzotziles que apenas se expresaban en un español que en Tabasco llamábamos “trachimochi” o sea, que muchos lo hablaban con sus limitaciones culturales, pero poco lo entendíamos.

No fue fácil el camino hacia esta Presidencia, el día que la logró, poco pudo expresar, pues la emoción y las lágrimas contenidas con un nudo en la garganta, le impedían expresarlo en toda la grandeza del momento.

No es fácil don Ricardo, usted logró desafiliarse de su compromisos priistas y después perredistas gracias al apoyo de su presidente actual; AMLO no contó con esa suerte hasta muy entrada su carrera política, que hombres como Cuauhtémoc Cárdenas lo llevaron por el camino de una izquierda seria y profesional, y por supuesto, lo aprovechó de manera tal, que la historia de México cambió, antes y después de AMLO, como lo fue antes y después de Juárez, personas humildes de zonas indígenas que llegaron al puesto más elevado al que algún mexicano pueda aspirar.

No fue cuestión de días, semanas o meses, fueron años de lucha y después de al menos tres movimientos armados, comenzando con la guerra de Reforma, la guerra de intervención, la Revolución Mexicana, amén de los Tratados de Bucareli, avalados por Álvaro Obregón, que, de tan vergonzosos, aún es un tabú siquiera mencionarlos y por poco convierten a este país en un estado de la Unión Americana. Finalmente, la guerra cristera, movimientos todos ellos que en 100 años forjaron nuestra identidad nacional.

Si se logran los proyectos de López Obrador, la cuarta transformación, que por supuesto implica críticas y desacuerdos como toda lucha política e intelectual, estará escrita en la historia que nuestros bisnietos leerán y estudiarán cuando usted don Ricardo, acompañados con los mexicanos actuales, estemos viendo crecer el césped desde abajo.

Las luchas nacionales no son poca cosa en los doscientos años del México independiente, han dejado su sello imborrable en la memoria de todos los mexicanos, quedando grabado en nuestra historia este sentimiento de lucha de una gran nación.

Matlatzincas, malinalcas, tepanecas, chalcas, teotihuacanos, colhuas, mexicas, olmecas, mayas, purépechas, mixtecos, zapotecos y un gran número de pueblos indígenas que formaron una gran civilización, un gran pueblo que en dos mil años de historia, formó nuestros valores, nuestros sentimientos y nuestra historia. Lo que hoy tenemos todos, es una lucha de muchos siglos, que no se pueden perder.

Seguro, podrá ser presidente cualquier mexicano en cualquier momento, los requisitos, estar vivos y lo más importante y trascendente, tener lealtad y amor por México. Póngase a trabajar don Ricardo Monreal, es posible que le dé tiempo.

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