Editorial: Mata-Moros
El nuevo secretario de Seguridad Pública, que sirvió de segundo a bordo de los dos generales cesados sin formación de causa por ser más malos que buenos, llegando casi a la inutilidad social y política, nos despachó a todos los ciudadanos con la mejor noticia de la esperanza: será el Secretario de Gobierno, Gustavo Rosario […]
16 de agosto de 2016

El nuevo secretario de Seguridad Pública, que sirvió de segundo a bordo de los dos generales cesados sin formación de causa por ser más malos que buenos, llegando casi a la inutilidad social y política, nos despachó a todos los ciudadanos con la mejor noticia de la esperanza: será el Secretario de Gobierno, Gustavo Rosario Torres, el que coordine el programa integral de seguridad en el estado.

Mata-Moros, esperamos no haga honor a su apellido, no goza de las preferencias amorosas de la tropa que comanda. Inclusive se le ha señalado, como el propiciador de las caídas de sus antecesores, pero, sin tomar en cuenta este fuego amigo que se avecina, esperamos que realmente tenga las estrategias para combatir la delincuencia y no acabe por señalar como culpable de sus deficiencias al secretario de Gobierno, que hasta ahora no sabíamos que era su función y se convirtió en una sorpresa pública esta nueva responsabilidad.

Gustavo Rosario es todo, menos policía, si Mata-Moros en un momento de emoción por la casi primera medalla de bronce de un pobre México acribillado en Río de Janeiro, soltó esta primicia policiaca a todas luces fuera de lugar, nos hace ver sobre todo, su pobreza de espíritu y capacidad para el mando y no sabemos si tener la confianza que pide a la ciudadanía por su futuro al mando, o tenerle la confianza al secretario de Gobierno, que parece será su jefe directo.

Por otro lado, el protector de Mata-Moros, Raúl Ojeda Zubieta, es sin lugar a dudas, el más sonoro fracaso como político en el gobierno de Arturo Núñez, no solo lleva a cabo un amplio proselitismo para integrarse a Morena, del cual ha sido rechazado y no encuentra la forma, por lo que ahora busca ser presidente del PRD lo hace con su sonrisa fracasada de siempre y sobre todo denostando el mando que le tocó cubrir hasta hace pocas semanas.

Ojeda, con amplias posibilidades de triunfar en la política, nunca tuvo la estatura para lograrlo. De muy mal gusto es que se exprese de manera lamentable de quien lo protegió estos casi cuatro años y siga jugándole la contraria en todos los niveles que frecuenta. Ojeda sigue protegido por la amistad y no lo aprecia. Inclusive a un familiar cercano que él integró en la policía en un acto de nepotismo sin paralelo, hoy le dan un mando de vigilancia y control dentro de la corporación clave en la seguridad de nuestro estado.

Sentimos que no es un buen mensaje para todas aquellas personas, trabajadores y colaboradores leales del gobernador que durante años han dado muestra de respeto y de entrega a Núñez. Ojeda, no tiene fondo. Ya lo estamos viendo burlarse de manera cotidiana. En poco tiempo empeorará.

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