Editorial. Futuro promisorio
Revisando los medios locales y nacionales, permea la idea de que la llegada de Javier May a Fonatur es un castigo, pues se cree ciegamente que de una secretaría, a una “dirección”, su futuro se ve sombrío y tenebroso; de la misma manera se piensa que lo de Jiménez Pons es en sentido contrario, una […]
27 de enero de 2022

Revisando los medios locales y nacionales, permea la idea de que la llegada de Javier May a Fonatur es un castigo, pues se cree ciegamente que de una secretaría, a una “dirección”, su futuro se ve sombrío y tenebroso; de la misma manera se piensa que lo de Jiménez Pons es en sentido contrario, una promoción, pues de una “dependencia menor” a una secretaría, con el cargo de subsecretario, es un gran avance.

Pues qué pena, nada más lejano a la realidad. Fonatur, creada en época de la presidencia de Luis Echeverría Álvarez, si bien nació con un destino incierto, pues su primer programa fue crear el destino turístico más importante de México, en aquellos ayeres era simplemente una quimera política con más camino hacia el fracaso que hacia el éxito.

La inversión extranjera, “mirando como el chinito” nadie se atrevió siquiera pensar en su éxito. Zona olvidada y lejana a Dios y María Santísima, y para el colmo se aprobó el proyecto en donde el gobierno federal se hacía cargo de todo y se inició la construcción en una primera etapa de los primeros cinco mega hoteles, el trabajo de infraestructura de puentes y avenida costera y se levantaron los primeros campamentos de trabajadores en carpas de lona mal olientes y feas, en donde hoy es la enorme ciudad de Cancún.

Escribir con más detalles, sería largo y evidente. Cancún resultó ser uno de los desarrollos turísticos más importantes en el mundo. Ahora mismo su aeropuerto, es el de mayor movimiento aéreo internacional en Latinoamérica y sus visitantes se cuentan por millones. El éxito de Fonatur trascendió fronteras, pues el proyecto creció hacia la Riviera Maya, Playa del Carmen, Tulum, Chetumal y por supuesto Yucatán, amén que con el mismo esquema se lograron las creaciones de destinos como Puerto Escondido, Puerto Ángel, Ixtapa, Zihuatanejo, Los Cabos, etc. Convirtiendo a Fonatur en el mayor generador de infraestructura turística en el país, ahora sí, con mucha inversión privada en dólares, en todos los órdenes. Hacen carreteras, aeropuertos, hoteles, fraccionamientos, restaurantes, sobre todo, dinero, es un enorme banco de inversión.

Ser director de ese organismo es estar en los cuernos de la luna. El nombramiento de Javier May es un voto de absoluta confianza del presidente y es la gran oportunidad de May de trascender. Por el contrario, si bien no le están haciendo cargos legales a Jiménez Pons, su nuevo encargo es el ser subsecretario del ostracismo y bien le fue, con los problemas que dejo, debería estar en un oscuro rincón.

Lo bueno: Son cuatro tabasqueños los pilares del futuro de nuestro país. El presidente de la República, con un operador político como en muchos años no se había dado con tal capacidad, calidad moral y lealtad en la Secretaría de Gobernación, donde despacha Adán Augusto López Hernández. A la cabeza de las dos empresas más poderosas y donde se ha fincado la sustentabilidad económica del país, Pemex, ya en manos de Octavio Romero y por supuesto la más agradable, la más sustentable y la más divertida, Fonatur, a cargo de Javier May. Cuatro tabasqueños con un futuro promisorio para México. Que así sea.

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