Editorial: Ahí están
Está por comenzar la etapa más difícil del mal que azota al mundo y mientras en China están en el momento de la recuperación, en México y en Tabasco entramos en la tercera fase, la más preocupante, es pues, el ataque mortal del coronavirus. Ya no hay espacio para el lamento. Nuestra libertad de expresarnos […]
9 de abril de 2020

Está por comenzar la etapa más difícil del mal que azota al mundo y mientras en China están en el momento de la recuperación, en México y en Tabasco entramos en la tercera fase, la más preocupante, es pues, el ataque mortal del coronavirus.

Ya no hay espacio para el lamento. Nuestra libertad de expresarnos como queremos, ha llegado al límite del tiempo. Se ha culpado a Dios, al gobierno, a los partidos políticos, a los bancos, y a quien se les ocurra a los ociosos llenos de rencor y odio, del aviso de guardarse en casa y no lo hicieron y se dedicaron a descalificar de manera ignominiosa a todos aquellos que por múltiples medios, llamaron a la unidad, a la prudencia y respeto a la sociedad y a su propia familia, para combatir este terrible mal del que estamos por vivir sus peores momentos.

Prensa, radio, televisión, organizaciones sociales y religiosas, hombres y mujeres con alto sentido social, dignidad y sobre todo educación, han luchado en las últimas semanas contra aquellos que ven la tragedia como una oportunidad política de dañar, sin pensar, que el coronavirus no tiene partido y el método de ataque de los inadaptados y sociópatas, afortunadamente, pese al daño, no permeó.

Hay personal del sector salud, sacerdotes, gobernantes, funcionarios, personas pobres, pero con un alto sentido de responsabilidad en el servicio público de mercados, súper, taxis, limpia, etc., arriesgando su vida por servir a los demás. A las familias, a los niños, a nuestros mayores, esto finalmente es lo que vale la pena destacar de los tabasqueños bien nacidos, inteligentes y con compromiso social. Los que han estado ofendiendo día y noche con falsas banderas, bueno, ni qué decir, exhibidos ya están y en el devenir histórico, no hay defensa alguna para sus malos argumentos, su escasa moral, y su nula educación.

En fin. Ahí están.

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