César Camacho, de que perdió, perdió
César Camacho, presidente del CEN del PRI, es un político con experiencia y sorprende a propios y extraños, que sabiendo que Erubiel Alonso lo engañó en múltiples ocasiones, apueste a que esta vez será de manera diferente. Verlo de otra forma sería ver a Don César como un hombre pusilánime que sale del PRI, para una diputación federal, por su falta de carácter y que veremos bajo qué condiciones llega al Congreso.
El CEN del PRI no se debe de dar por sorprendido de lo que sucedió en Tabasco, porque fueron avisados a tiempo del desaseo de su presidente estatal. Sabemos de buena fuente, que políticos importantes lo advirtieron. Aspirantes en pie de guerra, lo advirtieron. Le hicieron saber de la venta de candidaturas y sin embargo la lealtad de César Camacho triunfó, pero: “nalguita que quiere cuero, solita lo anda buscando”.
Esconder la conducta oprobiosa de Erubiel será sumamente difícil en un futuro. Tabasco, pueblo chico e infierno grande, es especialista en saber vida y milagro. Lo dejaron crecer en sus desatinos y pagará caro ante la sociedad su liviandad.
Quizá piensa que lograr anulaciones o reacomodo de plano electoral, sea una justificación a su mala cabeza, está muy lejos de que sea así. Suceda lo que suceda, su trabajo es de los peores en los últimos cuarenta años en la dirigencia estatal.
Prometió dejar la diputación si ganaba la presidencia: no lo hizo, mintió. Prometió que se llevarían el carro completo en este proceso electoral y mintió. Prometió que renunciaría si perdía; perdió y mintió. Todos en Tabasco saben que el PRI perdió y que está en su justo derecho de defender distritos y casillas, pero de que perdió, perdió.
Evaristo, después de muchos años de picar piedra, logró hacerse de un liderazgo importante en su comunidad. Su error principal, fue confiarse, creyó a pie juntillas que Erubiel era hombre de palabra. Ahora estará valorando su error, debe por lo tanto luchar por sus votos de manera legal, calmada y ecuánime, y empezar a trabajar para su futuro inmediato.
Los inteligentes aceptan sus errores y buscan cómo solucionarlos. Los débiles de cuerpo, corazón y cabeza, buscan a quién culpar de sus desatinos.
