Que tenemos suerte, sin duda: un presidente tabasqueño por primera vez en la historia, que refrenda cada vez que puede, por no decir diario, el amor que siente por su “agua natal” diría Pellicer, es ejemplo de ello.

30 años de confrontaciones fratricidas nos queda como ejemplo de vida, que debemos de estar unidos para salir adelante. Nada ni nadie nos puede sacar adelante más que nosotros mismos, nuestro gobernador y nuestro presidente.

Posiciones de grupo o personales pueden ser dolorosas para el futuro de nuestra entidad. Con un estado prácticamente en quiebra, se ha enfrentado Adán Augusto López Hernández en estos incipientes tres meses de gobierno. Sus declaraciones cotidianas las ha dado a conocer y ha pedido reiteradamente a todos los que les quedaron a deber en lo económico y en lo moral, la solidaridad del tiempo para poder encontrar una respuesta.

Es cierto, poco se dice de los culpables que descansan plácidamente fuera de Tabasco y nunca volverán y los que se quedaron encerrados pasando la vergüenza de su vida por participar en tremendo latrocinio, pero esos tendrán su castigo moral o físico para siempre. Ahora interesa a nuestra sociedad la unión de esfuerzos, no todo se puede solucionar en tres meses o inclusive en un año, hace falta tiempo, dinero y esfuerzo de todos.

Ya tuvimos confianza el 1 de julio pasado. Es importante refrendarla. Trabajar para que nos vaya bien, no caer en confrontaciones, pensadas o armadas por grupos que así les convenga o simplemente, si les asiste la razón, no hay mejor solución que el tiempo; no hay nada oculto bajo el sol que el tiempo no pueda resolver.

Nuestra confianza para Adán Augusto López Hernández y Andrés Manuel López Obrador debe de ser firme, decidida e insoslayable, es el camino correcto a seguir, hoy que nos coloca la historia de México en el pandero político.