DOLOR POR EL RECUERDO
Agenor González Valencia Cuando los ojos se llenan de lágrimas, nos están enviando un mensaje, a veces de alegría y a veces de dolor. Cuando la noticia llega a nuestros oídos, un relámpago de sentimiento, de angustia o de recuerdos, hace que nuestro espíritu evoque imágenes de olvido, de cariño o de ausencia. La mirada […]
26 de noviembre de 2014

Agenor González Valencia

Cuando los ojos se llenan de lágrimas, nos están enviando un mensaje, a veces de alegría y a veces de dolor. Cuando la noticia llega a nuestros oídos, un relámpago de sentimiento, de angustia o de recuerdos, hace que nuestro espíritu evoque imágenes de olvido, de cariño o de ausencia.
La mirada se nutre de vivencias. A veces, sin quererlo, recordamos cosas agradables o desagradables. Esto sucede en aquellos instantes en que nos despojamos de la realidad y sin saberlo incursionamos en un mundo de sorprendente fantasía. Así, por ejemplo, vienen a nuestra mente pasajes naturales de la vida, increíblemente se incorpora en nosotros lo que aparentemente habíamos olvidado. Así, añoranzas de nuestra infancia, el rostro de alegría, de seriedad, de nostalgia, van transitando por nuestra mente, haciendo que en ese momento estemos viviendo una doble realidad: lo presente y lo que inesperadamente llega a nuestra conciencia.
Vivir es soñar. Soñar es vivir.

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