Iván Aguirre Aguilar                   
“Para ser realmente grande, hay que estar con la gente, no por encima de ella”.
                   Montesquieu (1689-1755) Escritor y político francés.

Sin titubeo alguno, desde siempre, he señalado que, el respeto, la admiración y el reconocimiento se ganan a pulso.

Fiel convencido de que, los viajes ilustran, mi reciente estancia en tierras duranguenses, me permitió corroborar todo lo antes descrito.

La emisión de comentarios por parte de quienes realmente son los que a diario viven y sufren, reviste la autenticidad de testimonios que se traducen en ubicación contextual respecto a una o varias personas a las que le he tocado fungir como representantes populares en su momento.

Ismael Hernández Deras, ex titular del Poder Ejecutivo Local en Durango –así lo refiere la ciudadanía- es de esos políticos reformistas de un Estado, antes y después.

El escuchar a taxistas, amas de casa en los centros de abasto, a los prestadores de servicios como hoteleros o en la industria gastronómica, amén de la observancia de un cambio significativo en cuanto a modernidad y sentidos avances tecnológicos, respecto a la huella dejada por el protagonista de éstas líneas, debe y tiene que servir de referencia –insisto- en quién o quienes, pasan a la historia de un pueblo, como aquellos personajes icónicos entre una sociedad que, indudablemente, califica positivamente o, en su caso desaprueba el paso de sus representantes populares.

Carlos Alberto Madrazo Becerra solía decir “el pueblo manda y, si dice que es de noche; es hora de encender las farolas” en alusión a la enorme necesidad de gobernar siempre a lado y no en contra del conglomerado que, al final de cuentas, será el que tome decisiones futuras a la hora de depositar su voluntad ante las urnas.

Ismael Hernández Deras, a decir de muchos coterráneos de Doroteo Arango (Francisco Villa) goza del afecto y de una evaluación que va a la alza por la importancia de las obras que marcaron un parteaguas en la historia de ese entorno del norte de la     Nación.

Eraclio Méndez Burgos
Recuerdos

Tentado por el olor a tinta y papel desde mis años de infancia, cuando con Don Simón Alvarado, vendía “cuentos, revistas y novelas” comprendí la gran importancia e influencia ejercida por un comunicador para con los lectores.

El paso de los años, me ubicó en las instalaciones del Rumbo Nuevo, donde conocí a “Laco” con quién hice buenas migas al grado de ser invitado a colaborar en una corresponsalía de “Péndulo” que editaba Joaquín Pacheco allá en Cancún.

Dos días a la semana “cerrábamos edición de corresponsalía” con amigos como Armando Zebadua Gamboa, él que esto escribe y, por supuesto Eraclio Méndez Burgos.

El Diario de la Vida Tabasqueña que tiene usted en sus manos, o disfruta gracias a los avances cibernéticos, ha sido un semillero de informadores bien documentados, ilustrados y factores de opinión, sin temor a equivocación.

Desde luego, colaboré en una publicación que él mismo editaba “Análisis”.

Tiempos aquellos en los que se privilegiaba “la buena nota” con el apoyo editorial de varias columnas locales, entre las que se enviaba mi “puchero política” de forma semanal.

Hoy, al enterarme de la partida de “Laco” por supuesto que –como citaba Porfirio Díaz Mori- se fue una parte de esa Villahermosa que viví en mis andanzas con quién ha dejado este mundo material al que, en su momento habremos de abandonar en la forma actual que poseemos.

Descanse en paz Laco. Mi más sentido pésame a su esposa Juanita, a Gerardo y Erika. Sinceramente!!!

-DE REOJO-
Todo parece indicar que habrá más anulaciones en las elecciones del pasado 7 de junio. Se menciona Cárdenas, Huimanguillo, entre otras comarcas en las que, fue muy burda “la estrategia” que utilizaron para alcanzar “la victoria. Es cuestión de esperar. . .