Estado de Derecho. Hoy más que nunca, dicha expresión, reviste especial importancia.

“Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar”
Inmamuel Kant

Iván Aguirre Aguilar
iaguirreaguilar@yahoo.com
Las circunstancias que se viven a lo largo y ancho del territorio nacional obligan, a realizar un ejercicio de conciencia y reflexión respecto de lo que se pretende violentar, sobre todo, en lo que se refiere a la libertad de expresión y manera de pensar.

Para los estudiosos en el tema, el término “Estado de Derecho” surgió justamente de una necesidad de “hacer frente” y señalar todas y cada una de las aberraciones, irregularidades y “devaneos” propios de un régimen absolutista que, por obvias razones, pisoteaba, los más elementales derechos del ser humano.

En México, los tiempos actuales, preocupan sobremanera, ya que, pro donde quiera que “se le mire” todo indica que “se quiere enseñorear” ese tipo de nefastas actitudes que en nada abonan a una vida realmente democrática.

Es justo eso lo que debemos y tenemos que evitar desde cada una de muestras trincheras.

El Constitucionalismo como mejor herramienta (ordenamientos) es, a decir, de los dichos en el tópico, el mejor “vehículo legal” para contrarrestar a ciencia cierta todo aquello que se signifique en argucias, mamotretos y mecanismo insanos que tienden a “debilitar lo correcto” como lo es el aplicar en su justa dimensión ese “Constitucionalismo libre” apegado a los cánones que establecen las normas del buen comportamiento y por ende, el devenir de todo un conglomerado.

Un caso específico lo es, la reciente resolución por parte del Instituto Nacional Electoral al determinar la no aprobación de dos candidaturas.

Ceñidos al orden Constitucional y de las ley o leyes que en su momento fueron aprobadas para efectos electorales (irónicamente en su momento, los legisladores del partido en el poder, así la aprobaron) hoy, debe y tiene que cumplirse al pie de la letra.

Se tiene que desterrar todo “viso” de totalitarismos recalcitrantes que tanto daño han causado entre la humanidad.

Ya no queremos ver más “sometimiento” en ese sentido, evitando que “la gente piense” y que “solo lo que “el señor diga” se adopte, a la fuerza desde luego como “la verdad absoluta” como si se tratase de estar gobernando a seres incapaces de reclamar, proponer, dilucidar y, más que nada, de corregir el rumbo cuando así lo decida, porque cuenta con los instrumentos suficientes para hacerse “ver y escuchar” mediante esquemas de manifestación y decisión como en el caso del sufragio como claro indicativo de la aceptación o no de algo o alguien que atenta contra ese espíritu de libertad y disentimiento.

-De reojo-
Ecocida, es, otro de los calificativos que, se ha ganado a pulso el alcalde de Centro Evaristo Hernández Cruz. Por si faltara más “el agregarle otra “rayita al tigre” el edil de marras autorizó que se derribaran cuatro arboles que se ubicaban en las inmediaciones de la esquina donde confluyen las calles Quintín Arauz y Andrés García en la colonia “Primero de Mayo”. El reciente “asesinato a la naturaleza” me obliga a evocar la época cuando Humberto De los Santos Bertruy “se zurró” en la calle Madero del centro de la ciudad de Villahermosa “tumbando todo lo verde” y dejando, sólo una plancha de concreto, produciendo aún más calor en la zona. Comerciantes de ese entorno se manifestaron antes de que se produjese el ecocidio, pero, el entonces primer regidor hizo “oídos sordos” ante tal queja. Al final de cuentas “tal para cual” en cuanto a su actitud valemadrista, no obstante que, en su momento, los reclamos y propuestas versaban en la exigencia de evitar el daño ecológico en cada uno de esos puntos de la capital tabasqueña. . . . Entrados ya en la etapa de campaña, la ciudadanía tendrá oportunidad de valorar en tiempo y forma acerca de las distintas opciones u ofertas políticas que se presentan por parte de los diferentes partidos políticos. La clase votante debe priorizar que, el sufragio que emitirá el próximo seis de junio debe depositarlo a conciencia. Se les ha señalado hasta el cansancio que, luego no se quejen de tener a o los representantes populares que no cumplan con las expectativas creadas. Peor aún, que, quienes no acudan a las urnas por decidía o desinterés, digan posteriormente que “se sienten decepcionados o desencantados” si ni siquiera asumen esa responsabilidad cívica de elegir a la o las autoridades que habrán de asumir las encomiendas constitucionales. Al tiempo . . . .