De campo y ciudad
Esa es en general, la historia de las peregrinaciones. Terminan los hombres su camino y llegan. Rubén Bonifaz Nuño / La fundación de la ciudad Erwin Macario erwinmacario@hotmail.com Mucha razón hay en el dicho “cuando tienes un martillo, todo te parecen clavos”. Tantos años de marquesa, de mover el abanico, distorsiona la percepción de las […]
3 de julio de 2014

Esa es en general, la historia
de las peregrinaciones. Terminan
los hombres su camino y llegan.
Rubén Bonifaz Nuño / La fundación
de la ciudad

Erwin Macario
erwinmacario@hotmail.com

Mucha razón hay en el dicho “cuando tienes un martillo, todo te parecen clavos”. Tantos años de marquesa, de mover el abanico, distorsiona la percepción de las cosas, y en donde debemos ver sólo la realidad presente y transmitirla —simple objetividad. No obligatoria, por suerte—, nos atosiga el pasado o nos preocupa el futuro.

Diálogo entrecortado, por el número de comensales, con el magistrado del Tribunal Unitario Agrario de Tabasco, Rafael Hernández Gómez, nos retrocede a las luchas por la tierra. A liderazgos campesinos e historias en las que, actores tras bambalinas, nos obligamos a sólo ser testigos.

A recordar como, en los tiempos de Víctor Manuel López Cruz y Manuel Llergo Heredia en la CNC, vivimos la entrega de “agua” —más que tierra— a campesinos de un ejido de los Pantanos de Centla, cuyo nombre la memoria oculta. O, como, con el propio Manuel Llergo se tuvo el sueño de refugiar las luchas estudiantiles de un pequeño grupo de universitarios de Tabasco, en un ejido llamado “Tata Lázaro”, allá en Tenosique, cerca de Guatemala.

Pero la deformación profesional, que tantos años provoca en los que nos consideramos simplemente ayudantes de campo de la historia, no nos conduce únicamente a historias por contar como la del líder campesino Rafael López Julián, de San Fernando, Macuspana, que enfrentó al poder cuando todavía era difícil hacerlo de frente y tuvo que huir de Tabasco por haber desmentido a Carlos Madrazo Becerra y su plan Emporio, sino que nos proyecta, prospectiva pura, al futuro del campo tabasqueño, no ya con las profecías de Humberto Mayans y sus seis sexenios de vacas flacas, sino con un ligero análisis de las circunstancias de la realidad futura en el campo tabasqueño merced a la reforma enérgetica.

Si ya hay problemas por la propia crisis que mantiene maniatada toda acción gubernamental a favor de un campo abandonado por la borrachera del petróleo; si muchos campesinos sufren no solamente los daños y perjuicios de inundaciones temporales, a las que en parte estaba acostumbrado, sino aquellos males que las propias obras hidráulicas desesperadas les han causado en sus parcelas y tierras comunales, ahora permanentemente inundadas por la desviación de aguas al través de las llamadas ventanas o canales de alivio, mayores daños sociales acarreará la servidumbre de paso en los campos tabasqueños para la gran explotación petrolera que se avecina.

Tal vez, diálogo de sobremesa, más para el periodismo confidencia, para el “off the record”, las palabras de quienes llegan a la Mesa González Maza pocas veces nos obligan a escribir, como ahora.

Investigar, pues, una parte del conflicto agrario generado por las inundaciones provocadas para salvar otra vez a Villahermosa, ahora con obras hidráulicas al vapor, nos llevó a una participación del propio invitado del lunes pasado. Ésta en la IX Reunión Nacional de Magistrados de los Tribunales Agrarios. Ahí, nuestro paisano tabasqueño, también de Macuspana, como el líder campesino papá del colega Jacinto López, Ojito Visor, en la que defendió la competencia de los tribunales agrarios en cuestiones en las que se ocasione daños a las tierras ejidales y comunales.

La ponencia, de sí importante no sólo como antecedente jurídico a futuro sino como una defensa del derecho campesino a ser juzgado sus asuntos en materia de tierras en los tribunales agrarios, trae fundamentos legales que deben ser leídos y analizados a conciencia.

Como todo ensayo no renuncia a los antecedentes históricos y es donde ahí la puerca costumbre, la deformación profesional periodística, tuerce el rabo y corre al monte, sin ninguna alusión prohibida ya hasta en el mundial de futbol. A nadie, aclaro, se le fue la tunca al monte. Sólo es una forma de hacerles el introito para comentar un tema en el que sentí la soledad de la vox clamantis in deserto, los dizque 450 años de la fundición, digo de la fundación de Villahermosa, nuestra ciudad.

Resulta que en el trabajo de nuestro invitado del lunes pasado, afirma, al inicio de su discurso que Tabasco está “integrado por 17 municipios; su capital es Villahermosa, fundada el 24 de junio de 1569”.

Y ahí se me sale la liebre del sombrero. Otra fecha de la presunta y añorada fundación de lo que hoy es la capital tabasqueña. Una ciudad sin acta de nacimiento y a la que extemporáneamente han querido llevar al registro de la historia con testigos falsos e ignorantes.

El magistrado, para documentar históricamente su ponencia en el mundo agrario, hubo de recurrir a una de las tantas fechas con las que se ha querido, innecesariamente, dar valor fundacional a Villahermosa.

No sabemos su fuente. Ni es su culpa. Por eso es preocupante que se esté intentando dar una fecha a un hecho que no se ajusta ni histórica ni legalmente a lo que para los españoles del siglo XVI, el siglo de oro de España, eran las fundaciones de ciudades, tan necesarias para la conquista de las regiones en donde se asentaban.

El tema, imprevisto, me robó espacio esta vez, por lo que concluyo con el pensamiento de Rubén Bonifaz Nuño en su discurso de ingreso al Colegio Nacional de México, en el que, bella pieza, establece que las ciudades antes de ser fundadas en un sitio y un tiempo, han sido establecidas en la eternidad.
De esto, debo escribir.

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