Crónica. Sobrevivientes contarán la historia
El primer domingo de agosto en nada se pareció al 1 de marzo cuando apenas se cumplían las primeras 48 horas de reconocerse el primer infectado de Covid19 en México. Por el contrario, el fin de semana del octavo mes del año estuvo más cercano al inicio de la primavera toda vez que con esa […]
3 de agosto de 2020

El primer domingo de agosto en nada se pareció al 1 de marzo cuando apenas se cumplían las primeras 48 horas de reconocerse el primer infectado de Covid19 en México. Por el contrario, el fin de semana del octavo mes del año estuvo más cercano al inicio de la primavera toda vez que con esa época empezó la restricción a las actividades no esenciales y convertirse en pandemia lo que hoy quita el sueño a todos, incluyendo a los que retan a la primera calamidad del siglo.

Debe saberse que el viernes 28 de febrero, el gobierno federal aceptó el primer contagio del coronavirus. El registro oficial sirvió para reforzar las medidas sanitarias que desde enero se venían aplicando en todo el país. Aumentó la difusión y divulgación de los programas de contingencia y protección. Al frente del plan anticrisis el presidente Andrés Manuel López Obrador puso al epidemiólogo Hugo López-Gatell Ramírez, que hasta la fecha continúa a pesar de las desavenencias con algunos gobernadores, entre ellos el mandatario Adán Augusto López Hernández.

Van cinco meses y la cuenta de la plaga no para. En una entidad como Tabasco que es paso obligado por carretera a la península, cada 24 horas las notas suman y suman contagios y decesos. Inexplicablemente, Chiapas y Campeche que con 5 millones 217 mil 908 y 267, 932 habitantes, respectivamente, son las fronteras colindantes registran menos enfermos y muertos. ¿Cómo? ¿Por qué?

Sin profundizar en los asegunes, un segmento de la sociedad civil comenzó este domingo un reto para aplanar la curva de contagios en la tierra del presidente López Obrador. La convocatoria es para usar el cubrebocas como elemento para detener la enfermedad en el transcurso de agosto. A tal llamado le faltó añadir guardar la sana distancia que, de acuerdo a los científicos, complementa la indumentaria de protección.

Para el covid19 no hay pobres ni ricos; católicos y no. Arrasa parejo, horizontal, dicen los demógrafos. Sin embargo, la experiencia de cinco meses despeja la incertidumbre: será difícil combatir al enemigo común separados. Por un lado, los que usan ya como parte de la indumentaria personal cubrebocas, caretas y guantes, y guardan la distancia. No son los más ni los menos pero enfrente tienen otro adversario: la irresponsabilidad.

De los últimos se valen las estadísticas para ubicar a Tabasco entre los primeros indisciplinados. Ejemplos sobran: en el mercado provisional hay comerciantes –por cierto, la mayoría son menores de 40 años, hombres y mujeres– que no usan la mascarilla; en las calles de la ciudad, al dos por uno aparecen adultos mayores como si no fuera el sector vulnerable que las autoridades procuran proteger. No, definitivamente, ¡así no!

La campaña dominical emprendida por una parte de la sociedad civil es una oportunidad para abrir las puertas al Tabasco solidario. Con mucha aflicción, un restaurantero comentaba tras el obligatorio cubreboca: «La verdad del origen del coronavirus lo van a contar quienes sobrevivan a la pandemia».

Ni duda cabe que así será. Agosto es la plataforma para reconocer que el éxito de la Nueva Normalidad está en manos de todos. Y cuando se dice todos, ¡somos todos! Ahora más que las vacaciones de verano concluyen. Ahora más que de manera escalonada, la burocracia de los tres niveles de gobierno retorna a sus actividades cotidianas.

Quién sabe si sea la última oportunidad. Lo real, verdadero, cierto y cruel es que la pandemia del coronavirus es el enemigo a vencer y…
Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo

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