Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo
Ni duda cabe que Ana Luisa Castellanos Hernández, Leticia Palacios Caballero, Manlio Beltrán Ramos y Martín Palacios Calderón, enseñaron más que el cobre, la incapacidad política para responder al compromiso y responsabilidad de integrar la Legislatura 62 al Congreso estatal.
Por supuesto que se sabe que las comisiones de cortesía en sesiones solemnes, por ejemplo, la constitucional entrega del poder Ejecutivo del informe anual de gobierno, son designadas según afinidades al grupo parlamentario mayoritario. Es un rito en el cual cada uno de los diputados referidos ya tiene experiencia. Y no la demuestran.
Son detalles, a veces, imperceptibles. Pero hacerlo en una ceremonia destinada al encuentro de los tres poderes en la entrega del informe anual del Poder Ejecutivo en la casa de su homólogo Legislativo, ciertamente alimenta más la desconfianza ciudadana hacia las instituciones.
¿El indio era así?
Sí, así era. Y por eso a pesar de que puso en riesgo su integridad física –antes se desató un aguacero–, llegó a la reunión donde el secretario de Gobierno, Gustavo Rosario Torres, entregaría, en representación del gobernador Arturo Núñez Jiménez, el V Informe de Gobierno de la administración denominada del “Cambio cierto”. Y enseñó sus mejores galas, llegó con la sonrisa dominical pero a la hora de cumplir una parte de sus obligaciones, falló. Se le olvidó el garabato y el machete.
La comparación no es descabellada ni fuera del lugar. Mientras en la sala de prensa algunos reporteros se esmeraban en identificar si los diputados faltistas a la asamblea eran o no aliados del ausente Juanma (Juan Manuel Fócil Pérez), el aún imberbe José Alfonso (¿La Fonchi?) Mollinedo Zurita, con los ojos desorbitados y movimientos de cabeza afirmativos, rogaba al invitado pasar del engorroso sitio que se encontró en la primera fila del recinto legislativo, al salón de pleno.
Y cuando Rosario Torres, entendió la desesperación del presidente de la mesa directiva, para encontrarse con los 27 legisladores que respondieron al pase de lista, Palacios Calderón, Beltrán Ramos, Palacios Caballero y Castellanos Hernández, que ya iban a sus curules, repararon que a la ceremonia protocolaria faltaba uno, alguien que se les había olvidado en la calle: Jorge Javier Priego Solís, magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia.
Si la cronología cuenta, vale indicar que la previa cita a la sesión fue a las 10 horas. Pero al estilo mexicano, la reunión inició 20 minutos después del pase de lista al que respondieron 27 diputados, incluyendo a MAD y a JOAPA entre los siete coordinadores parlamentarios presentes. Con la excepción de Jorge Alberto Lazo Zentella y José Manuel Lizárraga Pérez –respectivamente, exhibieron camisas en colores rosa y blanco–, todos los presentes enseñaron guayaberas y vestidos de gala.
Había llovido. Entonces se pensó que por efecto de la condición climática, Priego Solís no asistiría al evento de rango constitucional. No, no fue por eso. La razón de su demora a ingresar al recinto era porque a la comisión de cortesía integrada por los legisladores ya citados, se les olvidó parte de la instrucción de la mesa directiva.
Con la humillación pública a cuestas, los representantes del PRD, PVEM y PT, debieron de regresar a la calle Independencia por el magistrado presidente del Poder Judicial, mientras Rosario Torres saludaba a los presentes en el pleno a excepción de MAD, quien, estratégicamente, abandonó la sala para regresar, minutos después, ya con la sesión solemne en camino.
Así lo hizo después de la clausura a las 10:50 horas. Es decir, antes de la fotografía del recuerdo, el coordinador del PRI y César Augusto Rojas Rabelo y Lazo Zentella, los correligionarios que los acompañaron con excepción de Yolanda Rueda De la Cruz y Adrián Hernández Balboa, desalojaron el pleno por la sala de refrigerio. Ese gesto fue menos cínico al protagonizado por la coordinadora del Morena, María Luisa Somellera Corrales, quien fue de las primeras en posar con Rosario Torres, pero, en seguida, tomó distancia del grupo hasta abandonar el pleno.
Demasiado tarde.