Crónica. La tarde sigue más que calurosa
Luis Enrique Martínez Rumbo Nuevo «Entiende, muchacho: la situación no da para más; si quieres, contrato a otro», se escucha a unos pasos de una tortillería, ¡de tortillas! Afuera del local, aparcadas tres motocicletas. A los costados del comercio cerrado por el ciclo diario, otros empleados atestiguan la diferencia entre el microempresario y el joven […]
20 de abril de 2020

Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo
«Entiende, muchacho: la situación no da para más; si quieres, contrato a otro», se escucha a unos pasos de una tortillería, ¡de tortillas!

Afuera del local, aparcadas tres motocicletas. A los costados del comercio cerrado por el ciclo diario, otros empleados atestiguan la diferencia entre el microempresario y el joven trabajador de lo que pomposamente se conoce como la industria de la masa y la tortilla.

Es sábado. Y parece que no hay emergencia sanitaria. Un paciente de los consultorios del doctor Simi, así se lo hizo saber a la doctora que lo atendía, en lenguaje zafio: «¿Y esa madre qué es?»

Hay en las calles del Centro Histórico de Villahermosa más de una persona que podría hacer eco de aquella vulgaridad, pues deambulan por las calles cual zombies ajenos al llamado permanente de las autoridades civiles y religiosos a quedarse en casa para disminuir, no acabar, la letalidad del virus Covid-19.

Inexplicablemente, comercios considerados por decreto innecesarios para abrir durante la emergencia sanitaria, aparecen con las cortinas arriba aunque pocos o ningún consumidor acepte el reto de salir a comprar.

Es sábado. Y la costumbre, predomina.

A la altura de la escuela secundaria «Ingeniero Rafael Concha Linares», de la cabina de una camioneta negra con vidrios ahumados, sale una lata que casi golpea los pies de una pareja que espera la combi que sustituye al ya prácticamente desaparecido transbus. «¿Y no que hay ley seca?», cuestiona la joven que, por su vestimenta, parece enfermera o doctora. «Eso es lo que dicen», se escucha decir, también al acompañante con facha de doctor.

La tarde sigue más que calurosa. Por las redes sociales se desnuda a la población que acepta el #Quedateencasa pero también a los que desobedecen los llamados de las autoridades civiles y religiosos a contribuir a la disminución de la primera pandemia del siglo 21, simplemente con ¡que-dar—se–en–su—ca—sa…!

Villahermosa es un reflejo de Tabasco: comercios no indispensables para la sobrevivencia humana, abrieron… y, como si todo fuera efecto de esa irresponsabilidad o necesidad económica cuestionable, hombres y mujeres se encontraron en las calles del corazón de la esmeralda del sureste como si fuera un desagüe a la pasión primaveral.

Difícil identificar las razones por la cual algunos propietarios de comercios sin venta de alimentos decidieron abrir contra la disposición de la autoridad civil; difícil, también, saber por qué si el alimento del mexicano es la tortilla, se desconoce o se discrimina al joven que ahora distribuye lo que identifica al mexicano.

«A estos cabrones, si le das la mano te comen hasta sin tortilla», comenta el de la voz que puso en jaque a, se supone, a uno de los trabajadores a su cargo. «No ven las cosas; se creen únicos, y no es así».

La industria de la tortilla es de las empresas cuya actividad parece no verse pero que está en la mesa de la familia a pesar de la emergencia sanitaria. También, pocos o nadie se interesa por los trabajadores que hacen que la harina, no el maíz, siga siendo parte fundamental de la dieta mexicana.

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