Crónica. La esperanza no muere
Luis Enrique Martínez Rumbo Nuevo La vida no será igual. En unos cuantos meses, todo cambió. Hábitos y costumbres se manifiestan diferentes. Como en otros tiempos de pandemias –la gripe española de 1918 que en realidad comenzó en Kansas City, por ejemplo–, la humanidad está confundida. Revisa el pasado y sin saber qué hacer en […]
4 de julio de 2020

Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo
La vida no será igual. En unos cuantos meses, todo cambió. Hábitos y costumbres se manifiestan diferentes. Como en otros tiempos de pandemias –la gripe española de 1918 que en realidad comenzó en Kansas City, por ejemplo–, la humanidad está confundida. Revisa el pasado y sin saber qué hacer en el presente, despliega presagios apocalípticos.

Tabasco no es ajeno al contagio. Se ha convertido en un campo fértil que con el correr de las manecillas del reloj alimenta la desesperanza de una población que, a pesar de ello, no deja de sintonizar los diversos medios de comunicación y no suelta el tema en ninguna de las conversaciones familiares, de vecinos y compañeros de trabajo. Quema el café.

En Perfil Epidemiológico de la mortalidad en el sureste de México 1980-2008, Tabasco retrocedió en los niveles de salud que había obtenido en la época cuando el secretario de Salud Pública era el doctor Bartolomé Reynés Berezaluce. El estudio elaborado por los especialistas Elvia de la Vara, Lina Sofía Palacio, Carlos Oropeza, Mauricio Hernández y Eduardo Lazcano del Instituto Nacional de Salud Pública, anticipaba lo que hoy se vive.

«La dispersión y lo caprichoso de su geografía hacen que la prestación de los servicios en el sureste del país sea un verdadero desafío en la mayor parte de los estados que integran la región», escribió Luis Felipe Graham Zapata como secretario de Salud de Tabasco, en la presentación del libro referido.

El análisis del comportamiento de la salud pública en 28 años ya era de preocuparse. Seguramente fue una fuente real que el joven Andrés Manuel López Obrador constató desde que asumió en 1977 la representación del desaparecido Instituto Nacional Indigenista a tal punto que ahora como presidente de México propone y dispone el rescate del sureste del país.

De 1980 a 2008, por ejemplo, el aumento en la tasa de mortalidad en Tabasco por diabetes mellitus fue de 17.6 a 98.3 por cada 100 mil habitantes, esto es un 30.3 superior al promedio registrado durante ese periodo en México (68.0) y 31. 3 más al de la región que fue de 69 por ciento. Las enfermedades isquémicas del corazón, en 1980, tenía una tasa de 23.4 muertes por cada 100 mil personas y, para 2008 se incrementó a 61.3, que resultó superior al indicador regional.

Doce años después de ese perfil epidemiológico, y luego de los efectos sanitarios de la inundación de 2007, Tabasco enfrenta la pandemia del coronavirus con más población urbana y con un sector salud en ruinas como revelaron las manifestaciones públicas de los trabajadores de la salud (médicos, enfermeras, paramédicos, secretarias, intendentes, etcétera) antes que huyera del estado el gobernador Arturo Núñez Jiménez en 2018. No esperó a la hora de «la salida…»

Y rescatar del abandono al sector salud fue y es un compromiso de la Cuarta Transformación de México en Tabasco. En los hechos se comprueba que tanto el presidente López Obrador como el gobernador Adán Augusto López Hernández están empeñados en devolver al paisanaje la salud perdida o extraviada en el latrocinio de las administraciones del PRI y PRD.

2020 es un año doblemente difícil. La pandemia es un desafío a la humanidad. Un reto que modifica hasta los sueños de la población. No obstante, la llama de la esperanza continúa viva en Tabasco y México.

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