Crónica. Julio también se va contagiado
La aparición de la pandemia ajustó ya un sesquicentenario. Un acontecimiento nada grato para nadie. Y como sin cuerdas o sin pilas, simplemente por leyes de la física, el tiempo marcha sin tregua segundo tras segundo marcando el pasado y presente de los días, semanas, meses y años sean como sean para la humanidad. En […]
31 de julio de 2020

La aparición de la pandemia ajustó ya un sesquicentenario. Un acontecimiento nada grato para nadie. Y como sin cuerdas o sin pilas, simplemente por leyes de la física, el tiempo marcha sin tregua segundo tras segundo marcando el pasado y presente de los días, semanas, meses y años sean como sean para la humanidad. En esa inescapable realidad, Tabasco despide julio, otro mes funesto pero con bemoles para recordar.

Aquella noche del viernes 20 de marzo, un piquete de policía ingresó atropelladamente al restaurante bar El Submarino. Ni dos horas hacía que el gobernador Adán Augusto López Hernández leyera, en cadena estatal, el decreto con el cual se restringían las actividades no esenciales para comenzar a contener al coronavirus, y ya la preventiva estaba intimidando a los primeros noctábulos.

De esa inolvidable imagen –parroquianos desalojando el lugar en estampida; el maestro Rogelio Urrusti, terciándose la mochila a su espalda mientras el oficial en jefe replicaba al reportero, con amenazas destempladas de aprehender, el argumento de que el plazo perentorio del decreto para el cierre de esos giros comerciales vencía a las 12 de la noche–, ya corrió mucha agua por los puentes del Tabasco del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Parafraseando al escritor mesoamericano Augusto Monterroso, «la pandemia del coronavirus sigue ahí…» Con nosotros, llegó para quedarse.

Así se estrenó la primavera de 2020. Así también lo hizo el verano y la temporada de canícula con los claroscuros semejantes al comportamiento de la población al exhorto, al llamado, recomendación, sugerencia o lo que sea, de las autoridades de salud para quedarse en casa si-no-se-tiene-nada-que-hacer-en-la-calle.

Pachorrudamente, no se hace caso. Después de marzo, llegó abril, mayo, junio y ahora se va julio y Tabasco al frente de las estadísticas como si tal fuera motivo de orgullo. Si lo es, por ejemplo, lo que recién dio a conocer el Inegi: en el primer trimestre del año, la economía estatal creció en un 7.7 por ciento. Fue el primero de las 32 entidades de la república. Este indicador sí vale cacarear. Es un huevo de todos.

¿Quién pensó que la contingencia sanitaria duraría tanto? En peligro de extinción los leeperiodicos y de publicaciones impresas, lejos de la lectura en general pero cejijuntos a las pantallas de los dispositivos móviles, la generación del último cuarto del siglo pasado y los milleinalis ni se enteró, hasta la fecha, de las disquisiciones de los científicos acerca del virus. Bah, tan cinéfilos que parecen ni por equivocación dedicaron tiempo a Contagio, la película ficción que adelantó lo que hoy provoca emociones y sentimientos encontrados.

Van cuatro meses y 10 días de aquel decreto que antecedió a otros, incluyendo el de la Nueva Normalidad. Aquel retrato nocturno de la policía, sale a colación cada que por la ciudad van y vienen las patrullas policiacas no se sabe si acechando a la delincuencia o buscando al coronavirus. Total, dicen por ahí, desde el confort de las camionetas con clima artificial, no hay temperatura ni canícula que desgaste.

Agosto toca la puerta. Seguramente se irá como el tiempo según las necesidades de la humanidad. Vendrá septiembre, un mes propicio para refrendar que México ahora más que nunca está redivivo. Y Tabasco, sin lugar a dudas aunque la ceremonia del grito de independencia sea virtual si el rojo del semáforo no cambia a naranja o verde con la participación de todos, ahora.
Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo

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