En la primera fila a la izquierda del estrado habían ocho funcionarias judiciales elegantemente vestidas de blanco. Camino al presidium, el gobernador Adán Augusto López Hernández saludó a cada una de ellas. Y cuando se disponía hacer lo mismo con los del lado derecho, volvió sobre sus pasos y entre la valla femenil, extendió el brazo y dijo, sonriente, en tono afectivo: «Disculpa, no te había visto…»

Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo
Se escuchó un murmullo de voces. Sonriente, el mandatario estatal subió al podium con el magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia, Enrique Priego Oropeza, como anfitrión. Aún con su espigada figura, volvió la mirada a las primeras filas de la columna de la izquierda en tanto en la tribuna la presidenta municipal de Comalcalco, Lorena Méndez Denis, agradecía la disponibilidad de los titulares de los poderes Ejecutivo y Judicial para construir en ese municipio el Juzgado de Control y Tribunal de Juicio Oral de la Región 6, que también ofrecerá servicios a las demarcaciones de Jalpa de Méndez, Nacajuca, Cunduacán y Paraíso.
De vez en cuando, una fugaz brisa del golfo refrescaba el mediodía caluroso de la costa tabasqueña. Antes de arrancar el acto celebrado en el patio empedrado del inmueble ubicado en la colonia Magisterial 2, en medio de árboles frutales, el agente de la Policía Estatal Procesal, B. De la Cruz recibió órdenes, por celular, para que la muestra de armamento del personal de seguridad fuera discreto o que de plano no apareciera. Así fue aunque la excepción fueron los soldados del 57 Batallón de Infantería.
A las 12:50 horas, arribaron al lugar el gobernador López Hernández y el magistrado Priego Oropeza. Sin embargo, en el interior del vehículo en el que llegaron, aguardaron a la alcaldesa Méndez Denis que lo hizo 16 minutos después. Y esa demora la manifestó en los tituveos con los cuales inició su intervención en tribuna.
De eso se dieron cuenta, las juezas y magistradas de la fila izquierda. Así lo hicieron cuando voltearon la mirada detrás de ellas, cuando el mandatario estrechó la mano del magistrado Adelaido Ricardez Ochoa, quien se quedó alisándose el mostachón negro azabache: «Se pasa…», exclamó, bromista, en medio de la silente sonrisa de sus compañeras cuya estatura media ocultaban al funcionario originario de la comunidad Reyes Hernández de Comalcalco.
En ese ambiente de afectivo transcurrió el acto primario. En seguida, anfitriones e invitados pasaron al corte del listón de inauguración. Y luego al interior del inmueble donde el juez Alan Crisrian Negrete Martínez, le dio el toque de solemnidad al evento.
Con el lábaro patrio en sus manos, recibió al gobernador López Hernández a la entrada a la sala de deliberación del Sistema Acusatorio Penal de Juicios Orales. Fueron segundos de solemnidad que se rompieron cuando el juez titular abrió paso para un recorrido por las instalaciones que duró más de 20 minutos.
De regreso, ante magistrados, consejeros, jueces; ex procuradores de justicia y catedráticos de derecho, alguien sugirió hacer un simulacro de juicio oral ocupando los lugares de la unidad de la sala, las mesas del defensor público de imputados, así como la del juez de control y de imputado.
Alguien propuso un nombre para oficiar de imputado que el mandatario estatal avaló. Hubo disposición de algunos funcionarios para completar el simulacro pero al final el juez Negrete Martínez decidió suspender el evento porque no se ocuparon todos los lugares legales. Y porque el personaje al que propusieron como imputado, se dijo, «era un caso perdido…»
En una esquina de la sala para personas privadas de su libertad, el magistrado Ricardez Oyosa, con su 1.40 o 1.50 de estatura, seguía recordando que el gobernador no lo había visto por estar detrás de sus compañeras magistradas: «¡Se pasa…!»