Crónica. Con los brazos en alto
Luis Enrique Martínez Rumbo Nuevo Para ahogar los encendidos abucheos a la alcaldesa Guadalupe Cruz Izquierdo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, que en el trayecto al puerto de Frontera había hecho una escala técnica para saludar a los habitantes de Tamulté de las Sabanas, soltó un nuevo compromiso con Tabasco: visitar próximamente las zonas […]
1 de febrero de 2020

Luis Enrique Martínez
Rumbo Nuevo
Para ahogar los encendidos abucheos a la alcaldesa Guadalupe Cruz Izquierdo, el presidente Andrés Manuel López Obrador, que en el trayecto al puerto de Frontera había hecho una escala técnica para saludar a los habitantes de Tamulté de las Sabanas, soltó un nuevo compromiso con Tabasco: visitar próximamente las zonas indígenas de los municipios de Centro y Centla.

Y la inconformidad de los vecinos se convirtió en algarabía a la cual se unió una veintena de mujeres que durante la tarde compitió con el pito marino al exponer a coro el motivo de su presencia en el muelle de Frontera: «Somos maestras de preescolar, señor presidente, pedimos nuestra antigüedad…»

Nubes grises ensombrecían la tarde. Ráfagas de viento habían golpeado los cuerpos de hombres y mujeres que acudieron a la ceremonia de abanderamiento de las dragas Montebello ADR—18 y ADR—19. A invitación del almirante José Rafael Ojeda Durán, secretario de la Marina, el mandatario federal tras proclamar un discurso de 15 minutos fuera de protocolo, supervisaba el funcionamiento de una de ellas cuando al pie del muelle apareció Jesús Ernesto.

De inmediato, José Ramiro López Obrador, que se encontraba en el lugar destinado a las autoridades de los tres niveles de gobierno e invitados especiales, entre ellos el ex secretario de Educación y actual rector de la UJAT, Guillermo Narváez Osorio, identificó a su sobrino. Con una gorra más allá del casquete, de lejos observó cómo un marino le explicaba al pequeño el funcionamiento de la draga Montebello que su hermano mayor supervisaba.

Enfundado en un pantalón negro y camiseta azul, Jesús Ernesto López Müler, se acomodó el pelo lacio hacia la derecha cuando vio la maniobra de cabo del zanco con la cual, a las 18:06 horas, empezó el dragado del río Grijalva. Una petición añeja de los centlecos que el gobierno federal inició a propuesta del secretario de la Marina.

Como las ráfagas de viento, el coro femenino no cedía. Una y otra vez, Jesús Ernesto hizo ademanes. De pronto, un elemento de la ayudantía presidencial se le acercó. Tras un breve diálogo, la mujer se encaminó hacia donde estaban las maestras. Instantes después, regresó con un fajo de carpetas y peticiones ciudadanas.

Jesús Ernesto ya no espero el regreso al muelle del presidente López Obrador, quien luego de firmar el libro de visitantes distinguidos, en compañía de los gobernadores de Tabasco y Chiapas, Adán Augusto López Hernández y Rutilio Escandón Cadena, y el almirante Ojeda Durán, se despidió de sus paisanos con los brazos en alto.

En el programa oficial no estaba contempladas su intervención. Sin embargo, dijo, pidió al secretario de la Marina dejar un saludo a sus paisanos. Y esa cortesía se convirtió en una breve reseña histórica del puerto de Frontera. Así también para recordar que en ese lugar había nacido su madre la señora Manuela Obrador: «Me despido, ya pueden imaginar lo que siento…»

Lo había dicho en su intervención: «En esta temporada las noches entran más temprano». Así era. Pero las nubes no estallaron aunque el viento fresco despidió a la comitiva y a los vecinos cuyos ancentros fueron testigos de las acciones y omisiones históricos de Benito Juárez García o Porfirio Díaz… Y de la campaña presidencial de Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.

En medio de la caída de la tarde, el presidente López Obrador abandonó el histórico puerto por donde entró el conquistador español, donde se dio la batalla de Cintla, por donde huyeron franceses y americanos…por ese lugar que con el dragado del Grijalva espera recuperar las épocas de auge como cuando Tabasco exportaba caoba o plátano. La época del oro verde.

Por eso quedó sellado el compromiso: «Regresaré a la zona indígena chontal de Tamulté de las Sabanas, municipio de Centro; así también, voy a visitar las comunidades de Aldama, Allende, Guerrero y una de las comunidades más olvidadas: Quintín Araúz, Centla».

Todavía el silbato marino despedía a la concurrencia, cuando las maestras volvieron con el coro sin saber que Jesús Ernesto había intercedido para que ellas entregaran su petición a la ayudantía.

—¿Y quién es ese? —, preguntó una de ellas.

—Ni más ni menos que el hijo menor del presidente López Obrador…

*

Compartir: