Votar el dos de junio es una obligación cívica; todos a las urnas
José Martínez
Rumbo Nuevo
El próximo dos de junio estaremos de fiesta electoral. El llamado es que millones de personas acudan a las urnas para emitir su voto, y con ello se puedan definir desde el presidente de México, alcaldes, diputados locales, senadores, diputados federales y gobernadores.
Sin duda la lucha interna para llegar a ocupar uno de los espacios después de junio es intensa. Aunque no se descarta que algunos de los partidos participantes en breve vayan a perder su registro en ciertas entidades.
Pero, lo más importante rumbo a estos comicios es vencer a uno de los peores enemigos de la jornada electoral, se trata del abstencionismo, porque ahora es la única herramienta que tendrá la oposición para decirle -en este caso a los de Morena, quienes llevan mucha ventaja-, que no pudieron arrasar.
Por ello es importante, sobre todo, los jóvenes salgan sin miedo este dos de junio a votar. En cifras, ellos suman unos 26 millones 59 mil 618 ciudadanos, esto los convierte en una de las fuerzas a observar el día de la elección.
Algunos analistas se han atrevido a afirmar que pueden inclinar de manera fácil la balanza a favor de cualquier candidato. Los dos segmentos del electorado más importantes son justamente las personas jóvenes entre 18 y 29 años y las mayores de edad arriba de 65.
Éstos últimos suman unos 12 millones 953 mil 580 potenciales votantes en la lista nominal. Claro, no está asegurado que todos vayan a las urnas, pero es precisamente uno de los valores civiles el decidir y emitir el sufragio.
Los órganos electorales deben cumplir en tiempo y forma. Cierto, hay quienes desde dentro del IEPCT quieren poner en duda el proceso y alimentar las intenciones de quienes buscan judicializar las elecciones. Juegan a dos caras.
Por otra parte, algunos colonos están amenazando con no dejar que las casillas se coloquen en los puntos tradicionales, el pretexto es porque no tienen energía eléctrica, y con eso amenazan con boicotear la elección.
La del domingo tiene que ser una fiesta cívica y hay que ser menos dramáticos: el país no empieza ni se acaba en unas elecciones. La democracia es un proceso permanente.
Es legar, pero no es moral
Un día antes del cierre de campaña, Juan Manuel Fócil Pérez sorprendió a todos. El candidato del PRD a la gubernatura había solicitado, vía documento, a la presidencia de la Mesa Directiva del Senado de la República, su reincorporación a su escaño un día después de la elección del próximo domingo.
Esa solicitud causó extrañeza y fue interpretada como una virtual rendición a sus aspiraciones políticas. Cuando la noticia llegó a los portales de noticias y a las redes virtuales, la conclusión unánime es que Fócil había decidido “tirar la toalla”.
Su vocero se apresuró a desmentir la información a quienes lo consultaron para conocer la autenticidad de la noticia. Después, el mismo candidato perredista subió un video en el que aclaraba que él no se retiraba del proceso, culpó a un medio periodístico y señaló como autor de esa “guerra sucia” a uno de sus contendientes.
Sin embargo, cuando se hizo público el documento dirigido a la presidenta de la Mesa Directiva del Senado, Ana Lilia Rivera Rivera, donde le informa que, a pesar de que la licencia que solicitó para separarse del cargo vencía el próximo seis de junio, “ya me encuentro en posibilidad de reasumir mi cargo” con anticipación a esa fecha.
Este regreso anticipado a sus actividades legislativas no es una virtual declinación, pero sí es una aceptación tácita de su derrota el próximo domingo.
Es admitir que los números no le favorecen, porque si está muy seguro de ganar, como lo dijo en el cierre de su campaña, para qué regresar de inmediato al Senado sin esperar al cómputo final de la jornada electoral del próximo miércoles.
Esta decisión genera toda tipo de cuestionamientos. El mismo Fócil se ha encargado de alimentar, sobre todo cuando en el referido documento pide a la Mesa Directiva le notifiquen a su suplente que “cese en el ejercicio del cargo”.
Queda la impresión de que al perredista le interesa más cobrar su dieta completa (salario) a partir de la primera quincena de junio, que lo que suceda en la jornada electoral. Parece que importa más el cargo que el encargo. Cuestión de principios.
Haberes
Se abre ahora la interrogante sobre el futuro del PRD, partido que ya perdió el registro estatal en unas 20 entidades. Es el camino que lleva el PRI y en el que ya entró el PAN después de ser un organismo de presencia nacional.